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El 18 de Febrero tuvo lugar en Madrid la mayor convención youtuber celebrada en España, Tubecon. La idea de este evento era mostrar de la forma más amplia posible lo que está significando el movimiento youtuber en diferentes áreas de la expresión artística y de la cultura juvenil. Y no solo puramente juvenil. Como quedó patente en el evento, YouTube y el video online no es un formato utilizado sólo por los jóvenes.  Tampoco su audiencia son sólo adolescentes, tema que también ha sido tratado en algún otro post de este blog.

Cómo colaborador del evento he tenido la oportunidad de vivir muy de cerca como los creadores, los youtubers, afrontan un reto de estas características, un reto que significa que se tienen que auto organizar y tomar decisiones. Algo que, por cierto, hacen muy bien. Al fin y al cabo han desarrollado estas capacidades sobre la marcha ya sea consciente o inconscientemente. No me extenderé más sobre Tubecon, mis reflexiones más extendidas sobre la experiencia vivida allí pueden leerse en otro lugar. Lo que pretendo plantear en este post es la idea de cómo el movimiento youtuber se conforma como un movimiento cultural con algunas similitudes con el Punk, el influyente fenómeno músico-cultural de finales de los 70.

Parafraseando a Morrisey, si eres los suficientemente joven como para no recordarlo, te pondré rápidamente en situación. Prácticamente de manera simultánea en Estados Unidos y en el Reino Unido, surgen bandas de rock que practican un sonido sucio, sin sutilezas de ningún tipo con raíces en lo que entonces se llamaba garage, nada que ver con el estilo garage vinculado al HipHop. En Nueva York el foco de este sonido es una sala llamada CBGB dónde se hacen populares bandas como Ramones y Television y que fue también uno de los centros de conspiración de la «guitar army», el movimiento tardo-hippie radicalizado que pretendía utilizar el rock como un arma cultural de concienciación masiva. MC5 fueron sus principales representantes. Patti Smith practicó en algún momento sus ideas. Una película documental de 2013 relata la influencia de este local en el entorno de dos movimientos musicales: New Wave y Punk.

En el Reino Unido sucede que unos tipos que se hacen llamar Sex Pistols, que teóricamente acaban de aprender a tocar algún instrumento, comienzan a «viralizarse» entre los jóvenes. Su historia es más conocida y puede que te suene de algo. Incluso protagonizaron alguna películas para contar su propio periplo, destacadamente «The Great Rock’n’Roll Swindle»  aquí relatan su plan para supuestamente engañar a la industria discográfica, hacerles creer que van a ser el próximo grupo de masas sin ni siquiera saber tocar un solo acorde de guitarra. Las herramientas audiovisuales fueron ampliamente utilizadas en este periodo de tiempo por bandas y artistas del entorno punk  muchos años antes de que, primero las expansión de Internet y después YouTube dieran la oportunidad a los creadores de practicar la misma filosofía que los seguidores del punk, el  Do It Your Self, partiendo desde el otro lado: primero audiovisual, después expresión artística múltiple.

El punk no es exclusivamente un movimiento musical. Supone una expresión cultural que es fruto de un tiempo concreto, de una situación social y económica destilando tendencias anteriores y catalizando otras. A finales de los 70, las crisis económicas y el desencanto con respecto a la posibilidad de que el mundo vaya a mejor calan en una juventud que toma conciencia de que la esperanza de una revolución que lleve a la humanidad a algo mejor es imposible, ya sea esta revolución el paraíso capitalista, el nirvana hippie o el comunismo. No habrá futuro. Como escribiría Neil Young en esa especie de himno dedicado al Punk que es «Hey, hey, my, my», es mejor quemarse que desaparecer. Por cierto un texto que escribió Kurt Cobain en su carta de despedida antes de dispararse.

Ese movimiento cultural global que es el Punk tiene uno de sus pilares en la llamada «ética DIY». Hoy quizás hablaríamos de «ética hacker» como uno de los elementos del movimiento youtuber, consecuencia de la tecnificación de los últimos 20 años. Si no cabe esperar nada del sistema, particularmente en lo que afecta a la industria musical, entonces no hay que contar con ella. No es absolutamente necesario ser muy profesional e intentar ser aceptado en el ecosistema tradicional. Lo que hay que hacer es precisamente volcarse en la acción, dejar fluir la energía creativa independientemente de que no tenga como destinataria a la industria. The Clash, por ejemplo, otra banda inicialmente vinculada al punk, llevaron su desafío al extremo de actuar gratis en las cercanías de los recintos dónde los Rolling Stones daban conciertos. Por cierto que The Clash son un paradigma de otro elemento común con gran parte del movimiento youtuber: el activismo.

Ordenando los elementos que, a mi parecer, suponen similitudes entre el movimiento punk y el movimiento youtuber, tenemos lo siguiente.

  1. Desafío a la Industria

En ambos casos, la falta de cauces y canales para ofrecer la propuesta creativa determina que se opte por otros modelos. Sex Pistols llegaron a alquilar una barcaza para dar un concierto sobre el Támesis en Londres, mientras sucedía el desfile del aniversario del reinado de Isabel II. El formato «fanzine» es utilizado extensivamente para divulgar acontecimiento y pensamientos. Comienza a hablarse de los «sellos indies», pequeñas empresas discográficas promovidas en muchos casos por los propios artistas. Los youtubers por su lado han contado con la plataforma de videos para unir toda su actividad y construir sobre lo audiovisual. Con independencia de la industria, este canal les ha servido para construir audiencia y negocio

2. Portavoces de una generación

En ambos movimientos hay una cierta representación de un estado de la situación. El desencanto de finales de los 70 en el caso del punk, tal vez la influencia de la vida digital en el segundo. La diferencia es que el punk no aparece en ninguna gran encrucijada de la humanidad, es más bien un síntoma de hartazgo. Por el contrario, la eclosión del movimiento youtuber coincide con un momento que parece crítico para nuestra especie: el cambio de paso en el progreso y el encaminamiento a una «humanidad aumentada». Ambos viven en espacios de incertidumbre. El punk, solventa esta incertidumbre ignorándola: No Future y tal vez por eso enraíza con los movimientos romanticistas del pasado. Aunque los youtubers tienen también un componente hedonista, si que miran al futuro y como no lo tienen claro, piensan que es mejor hacer algo para construirlo. No quiero decir con ello que este aspecto sea absolutamente mayoritario..

3. Activismo y política

El uso de simbología nazi en los atuendos de muchos punkies de los 70 resultó desconcertante. De hecho muchos no entendieron la ironía y pensaron que realmente tenía que ver con el nazismo. Coincidentemente, el  youtuber con más seguidores del mundo, Pew Die Pie, ha sufrido en sus carnes la errónea interpretación de algunos de sus contenidos recientemente hasta el punto de que hay quien le considera un representante de la llamada Alt-Right. La confusión en el caso del punk se llevó al extremo en su evolución parcial hacia el movimiento skinhead.

Lo cierto es, en mi opinión, que el punk abordó más explícitamente algunos temas políticos. Una banda como The Clash es probablemente el paradigma de ese aspecto, pero a la vez creo que no ese componente político no es algo esencial en el punk. La acción se dirige más al entorno local. Al fin y al cabo, el mundo no va a cambiar. Pero determinadas actitudes punk si fueron un desafío al estado de las cosas. Por ejemplo el tema de género. Mientras que el rock había sido un asunto fundamentalmente masculino y hasta cierto punto machista, el punk emerge como el primer entorno dónde tienen cabida las mujeres por sí mismas y también todas las orientaciones sexuales.

4. Rechazo del establishment

La música, actitudes y manifestaciones estéticas del punk fueron rechazadas por los medios y el establishment en su tiempo. Se tildó a su música como de pobre calidad, ruidosa y sin posibilidades. Su estética de fea e incluso insultante. Ropas rotas, piercing, cuero barato, crestas, pelo corto y a trasquilones, etc. En el caso de los youtubers, contenido de baja calidad y absurdo, son una expresión del ni-nismo (cuando es justo lo contrario), soeces en la expresión, etc. Este tipo de rechazo sucede con regularidad con todos los movimientos culturales emergentes precisamente por el componente de desafío con respecto a lo establecido. Según van siendo asimilados y comprendidos, la percepción cambia. Recientemente Pedro Almodovar declaraba que si hubiera comenzado ahora seria youtuber. En el caso del Punk su influencia posterior es enorme. Los ecos de sus sonido se perciben en numerosas bandas y estilos musicales. A partir de su conexión con la electrónica, aún más. Estéticamente, por ejemplo en la moda, se han reformulado algunos de sus atuendos para convertirse en diseños que aparecen en los desfiles de moda más prestigiosos. Llevar pantalones rotos resulta ser  ahora «cool».

5. Estética

Claramente el punk estaba rodeado de una estética propia. Antes he descrito brevemente algunos de sus elementos: piercing, ropa rota, etc adicionalmente elementos como botas Dr Martens y otras por el estilo. ¿Reconocerías a un youtuber por su estética en la calle?. Creo que no. No hay una unicidad estética entre ellos, aunque si una influencia estética sobre su audiencia, de manera similar a la que tuvo el punk sobre sus seguidores y otros movimientos culturales. Si los youtubers llevan el pelo de una manera, así comienzan a llevarlo muchos jóvenes y, por supuesto, si son consumidores de una marca concreta, sus fans la seguirán. De ahí la importancia de los youtubers para muchas marcas.

6. Show me the money

Quizás el punk fue menos explícito con esto. Más allá del asalto a la industria que relata «The Great Rock’n’Roll Swindle» y que es parcialmente veraz, el punk es más bien un desprecio al dinero, al menos como discurso. Otros movimientos musico-estéticos como el Heavy Metal o el Rap son directamente explícitos con respecto a hacerse rico. Como describe Chuck Klosterman en el libro «Fargo Rock City», para un joven del medio oeste de los Estados Unidos, su revolución era conseguir ser una estrella del heavy metal y forrarse. Según Klosterman, el paradigma de hijo de agricultor llegado a la fama eran Guns and Rosas, con los que se identificaban los chavales del área de Fargo.

Quizás porque entre los jóvenes de hoy tenga más influencia el hiphop que el punk, parece más ser mas relevante el hecho de que si la fama llega hay que explotarla hasta sus últimas consecuencias. No es un tema que queme en la mete y que provoque mala conciencia. Aunque sucede que en ocasiones incluso algunos youtubers con muchos seguidores, rechacen la monetización del contenido.

Entre los youtubers no hay oposición al mundo de las marcas, todo lo contrario, aunque si que hay deseo de mantener la libertad de elección y creativa. El trabajo con las marcas, no debe coartar su forma de expresarse. De ahí que hayan existido algunas fricciones, como el caso de un youtuber prototipo como JPelirrojo.

En definitiva, mi postulado es que punk y universo youtuber tienen algunas interesantes coincidencias. Ambos son fruto de un momento del tiempo concreto y usaron las herramientas que tenían disponibles en su momento. Hasta tal punto, que tal vez los youtubers sean los punks del siglo XXI. No olvidemos que el encuentro entre la filosofía punk y la tecnología dio lugar hace años al término cypherpunk.

Photo Credit: morten f Flickr via Compfight cc