Dice mi madre que últimamente como muy mal, que lo ha visto en mi Instagram. Y que soy una desarraigada y no le cuento las cosas porque a la mitad de mis amigos de Facebook ni les conoce. No quiero ni imaginar lo que pensaría de mí si leyera mi Twitter.
No, mamá, no es que sepas menos de mí ahora, sabes más que nunca. Antes me bastaba con esconder a mis amigos poco recomendables o, en caso de extrema necesidad, renegar de ellos. Ahora, mis redes sociales te proporcionan a diario información sobre mí, aunque, por si acaso se te escapa algún detalle, me llames por teléfono de todos modos.
Por eso me hace tanta gracia cuando aquellos que aún reniegan de las nuevas tecnologías, aseguran que las redes sociales nos están volviendo `antisociales´. No señores, miembros del club de ajedrez han existido siempre. Chavales que se sentían especiales y buscaban seres semejantes para socializar y no sentirse extraños ¿qué hay más social que eso?. De hecho, pertenecer a ese grupo, a un grupo, probablemente les daría la suficiente seguridad en sí mismos como para socializar con grupos más grandes. Y si no, si ellos mismos no querían ser del grupo de animadoras del instituto, pues bravo por ellos.
Las redes sociales no son más que grandes clubes de ajedrez. Muchos empezaron para juntarse con otros gamers, tecnólogos, mitómanos, cinéfilos… muchos se quedaron porque se informaban o divertían, muchos huyeron y muchos otros se han animado ahora, que el club de ajedrez se ha hecho grande y pertenecer ya `mola´.
Es cierto que algunos les dan más importancia de la que tienen, claro, que cuando se cayeron el otro día Facebook e Instagram descubrieron que tenían familia, amigos o, incluso, marido, o que proclamaron la llegada del fin del mundo cuando Whatsapp les cobró 0,89€ por bajarse su aplicación (0,89 céntimos de euro, lo que cuesta un café según Zapatero). Pero son los menos, y la gran mayoría utilizamos las nuevas tecnologías y las redes sociales para saber más de lo que nos interesa, para juntarnos con gente que piensa como nosotros o para descubrir cómo funcionan los que no. Es decir, para socializarnos.
Es precisamente ése ser social que todos llevamos dentro y que las redes sociales no hacen más que poner en evidencia, el que nos hace ver la televisión en grupo y llenar cada noche Twitter de Trending Topics televisivos. Es más, son muchas veces las redes sociales las que nos llevan a ver ciertos programas televisivos como ¿Quién quiere casarse con mi hijo?. ¿Quién podría ver entera la Gala de los Goya si no existiesen las redes sociales?. Cuántas veces no habremos visto un programa sólo para poder hablar de él en redes porque los comentarios eran mucho mejores que el programa en sí.
Tan sociales somos que dudo, y mucho, cuando me preguntan sobre la “televisión a la carta”. Y sé que mi opinión al respecto es bastante polémica.
Es evidente que el consumo televisivo online es y será cada vez mayor, y que ahora vemos todos nuestras series preferidas cuándo y dónde queremos. De hecho, conocidas empresas de medición de audiencias han decidido incorporar el consumo online a sus mediciones (Kantar Media se alía con Twitter para medir la audiencia online en España) pero ¿llevarán el consumo online y la televisión a la carta, a la desaparición de la televisión convencional? Yo creo que no.
Puede que desaparezca el modo de consumo, que todos veamos `la televisión´ desde/en internet, en nuestro pc, tablet, smart tv… Por supuesto, cada vez consumiremos más contenidos a la carta, seleccionados por nosotros, en el momento que deseemos. Pero a nuestro ser social le seguirá gustando ver la televisión en grupo, comentarla en grupo y, para qué engañarnos, criticarla en grupo. Y para eso, debemos estar viendo todos un mismo contenido a la vez, series y programas que es posible que incluso estén sobreviviendo en la parrilla televisiva gracias al sustento de las redes sociales. Consumo online, sí, veamos la televisión en otro formato, pero el programa de siempre y a la hora de siempre, porque ésa será nuestra cita social.
Así que ¿qué vemos esta noche? ¿a quién criticamos hoy?
El jueves cené con un pintor español afincado en Londres que siempre que puede evita el mail. El viernes lo pasé bomba bailando con mis hijas con el LP de Grease. El sábado cené con un matrimonio de amigos que no están en Facebook, bebios vino y se llevaron de cada una edición facscimil de clásico italiano. Preparé la cena escuchando Radio3 en el móvil a pesar de que mi hija estaba conectada haciendo deberes. El domingo di un paseo por Suances porque quería tirar unas fotos que compartí y llegaron a sitios donde nunca he estado, por la tarde vi NOE en YOMVI. Y hoy he venido a trabajar leyendo El País Semanal. La realidad es que nada desaparece muy a pesar de los agoreros. El vinilo no ha desaparecido, la radio tampoco, ni la prensa, ni siquiera el casette. Igual pierden audiencia o usuarios pero la comunicación humana es algo tan íntimo que cada cual escoge la manera en la que quiere emitir, recibir y compartir. Toda la vida hemos hablado de nichos, pues nada más segmentao que los fans del vinilo o de la Nikon de carrete, toma comunidad con la que construir una conversación. Y sobre las RRSS, que el 80% de mis amigos en Facebook no participen no quiere decir que no estén simplemente son espectadores y mientras existan los creadores existirán canales de todo tipo que no desaparerán porque el ser humano necesita saber que no está sólo.
Pienso exactamente igual. Somos seres sociales y nos socializamos de las formas dispares. Todas diferentes, todas válidas. Eso sí, siempre habrá gente que, por ejemplo, use whatsapp para despotricar sobre las redes sociales o escriba un post en un blog para renegar de cualquier otro medio de comunicación online 🙂
¡Muchas gracias por tu comentario!
Me gusta mucho tu punto de vista, María. La mayor parte de los vicios e intereses que tenemos son alimentados por ser compartidos, conozcamos o no los que lo comparten con nosotros. Viva la segmentación y viva el primetime, hay espacio para todos y trabajo para muchisima gente!
Yo hace meses no miro televisión, aunque sí estoy de acuerdo en que me gusta hablar con otra gente de temas comunes y que vamos siguiendo a la par, pero no se relacionan a la televisión. Realmente disfruto mucho más de internet que de la TV.