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Esto es una cuestión de retorno social, de hacer un mundo mejor. ¿Y si la mayoría de los problemas que tenemos se solucionaran con los datos? Muchos datos y en crudo, para luego enlazarlos. Actualmente estamos acostumbrados a clicar sin parpadear la política de cookies de las páginas web, esto significa que aceptamos benévolamente ser monitorizados para mejorar la experiencia de navegación por la web, pero ciertamente esta es una herramienta que se usa con fines publicitarios.

Los datos enlazados parten de la premisa de que hay muchísimo por explotar para todo tipo de fines. En las redes sociales podemos ver todo tipo de datos: públicos y privados, personales, de viajes, laborales, de menores. Son datos que ofrecemos a redes, por lo tanto les pertenecen. Casi todos estos servicios son gratuitos, así que no hay que olvidar que “si no pagas por el producto, el producto eres tú”. Pero luego hay otro uso de internet en el que conscientemente podemos ofrecer datos, hacer que formen parte de ese fabuloso Big data y entonces tratar de solucionar problemas. Quizás, el ejemplo más llamativo sea en terrenos de investigación y medicina. Pongamos que los pacientes o los hospitales abrieran los datos de los informes clínicos y posteriormente los cruzasen. Si fuera así, estaríamos más cerca de la medicina preventiva o del diagnóstico precoz en, digamos, las enfermedades raras.

Sin movermos mucho de la innovación audiovisual, en breve veremos un montón de muñecas orgullosas que lucen, por fin, el Applewatch. El wearable que ofrece lo increíble a los pudientes. Sabemos que se podrá hacer de todo con él: geolocalización, monitoreo físico o métricas, además de aprender de los propios datos que recibe. Es decir, se haga lo que se haga con el Applewatch, se van a generar datos personales. Por ello, Apple ha asegurado que no tienen intención de negociar con los datos obtenidos. Pero conscientes de la cantidad de información que cada usuario va a generar, Apple ha lanzado una plataforma de código abierto de intercambio de datos, Research Kit, destinada a la investigación médica.

 

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La plataforma, puede recibir y cruzar datos de los distintos dispositivos, y cuantos más tengamos conectados más poderosos seremos. Un pensamiento: ayer, en un taller de Thinking Design, Nestor Guerra planteaba ¿cuántas personas están preocupadas por su corazón? Todos pensamos en seguida en los wearables y en la obvia respuesta: muchas. ¿Y de esas personas, cuántas hacen algo realmente por su corazón? Respuesta también clara: muy pocas. La diferencia entre el querer y el hacer. Entre el querer conocer nuestras métricas saludables para luego no hacer nada con ellas. Curioso.

Hace ya unos años, en 2009, Tim Berners-Lee, el creador de la World Wide Web ofreció un fantástico TED en el que pedía a la audiencia que tuviera un uso responsable de los datos y los ofreciera al mundo, para hacer de éste un lugar mejor. Argumentaba que apenas se tenían datos, y la posibilidad de tenerlos y enlazarlos ofrecía un impactante retorno social. Hablaba de la web de datos, de evitar los silos y crear una web semántica que trabajara con los datos sin procesar, en crudo. De conectar, conectar todo con todo. Y de internet como la gran fuerza social.

 

 

 

Seis años después, la www es usada memos de lo que pensamos, manejamos directamente las aplicaciones. Pero da igual, el objetivo es que los humanos y las computadoras nos entendamos cada vez mejor. Y si la manera de hacerlo es ponernos un espectacular reloj ahora que casi se estaba volviendo un artículo vintage para los millennials, bienvenido sea.

Además de la hipertextualidad, el cambio de paradigma viene con el uso de los datos en abierto. La idea es la de asignar un nuevo rol al consumidor ¿quieres ser pasivo o activo? Hay un nuevo ecosistema basado en webs y plataformas que permiten a los usuarios ser activos y tomar conciencia del mundo que queremos dejar a nuestros hijos. Obama y Cameron ya vieron las posibilidades del Big Data, en sus campañas y en sus políticas. Podemos disponer de los datos, reutilizarlos y mostrarlos. También podemos interpretarlos y predecir. Podemos mostrar los datos públicos o podemos pensar que el público puede ofrecer sus datos. Sea como sea, ¿Qué uso queremos hacer con la información?

Recientemente he asistido a la estupenda exposición Big Bang Data en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid donde la importancia y la delicadeza en la visualización de los datos anima a fotografiar cada rincón. Los datos son bellos. Y también útiles. Por ejemplo, la Fundación Civio y Dondevanmisimpuestos.es espacio que visualiza los presupuestos oficiales de las administraciones públicas. Así que la ley de transparencia y los opendata van de la mano.

Al final de la exposición, todos los participantes conocedores y conscientes de la gran cantidad de posibilidades que ofrecen los datos, se identifican con Data cannot. Los datos pueden saber qué pensé ayer, pero no qué pensaré mañana, no tienen el factor humano, no tienen el don de la improvisación, no tienen… Los datos y sus herramientas nos pueden ayudar a construir un futuro mejor, evitando repetir errores y pudiendo predecir gracias al pasado, porque ahora ya lo tenemos almacenado. Pero de qué datos queramos crear el pasado y de qué herramientas queramos que las manejen dependerá nuestro futuro.

 

Y ahora, volvemos a empezar ¿nos animamos a dar los datos en abierto?

 

 

Imagen 1: @evapatricia

 

@evapatricia