Tres escenas de una farsa.

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Hace dos años escribí –basado en hechos estrictamente reales–, sobre el estupor que causaba en los despachos de productoras y cadenas de televisión la palabra “transmedia”. Pues bien, he de reconocer que las cosas han cambiado. Y han cambiado mucho. El estupor ha dado paso a un gran alborozo al pronunciar —y escuchar– la palabra de moda en el mundo audiovisual. “Transmedia” viste, suena bien, da importancia, sus acciones cotizan al alza, suben como la espuma. Estamos ante la burbuja del transmedia en un fenómeno similar al inmobiliario o, mejor, al de las puntocom: nadie sabe lo que es, pero todo el mundo quiere una.

Es cierto que hay casos excepcionales, gente que sabe lo que hace. El Ministerio del Tiempo o 19 reinos, son ejemplos de ello. Pero, en general, ¿qué es transmedia para una cadena de televisión o una productora? Aquí van tres escenas de la “Farsa del transmedia”.

1. Int. Sala de reuniones de cadena de televisión. Día.

Unas quince personas, entre miembros de los departamentos de marketing, de la web y de ficción de la cadena; la productora ejecutiva de la serie en cuestión; la jefa y ayudantes de prensa de la productora; más dos guionistas, se reúnen en torno a una mesa para diseñar la estrategia transmedia de una serie que ya se está grabando y escribiendo. La idea es hacer “algo”, “algo transmedia”. A nadie se le ha ocurrido pensar que esta reunión debería haberse hecho hace tres meses, antes de que empezara todo.

La reunión es breve, afortunadamente. Hay declaraciones de intenciones, parlamentos abstractos, pocas ideas. Con tanto personal, es difícil pensar que eso es una reunión creativa. Nadie habla de extensiones, de experiencias, de comunidades o de relatos paralelos. Solo se pueden objetivar dos cosas, dos intenciones claras al llevar a cabo el proyecto: 1. Se pretende generar tráfico en la web de la cadena; y 2. El presupuesto es cero.

Todo el mundo parece irse de la reunión con conclusiones diferentes: la cadena, que sí se va a hacer “algo” (¿el qué?); la productora, que debería hacerse “algo” (¿el qué?); los dos guionistas que, sin presupuesto, no se hace “algo” ni de coña.

(Elipsis. Unos meses más tarde).

Los guionistas ya han escrito el último capítulo y están recogiendo las cosas de su despacho. Pero alguien recuerda aquella reunión y piden ese “algo transmedia”. (¿El qué?). Nadie ha respondido aún a esa pregunta. En el tiempo de descuento, la cadena pide un esfuerzo a la productora, que pide un esfuerzo a los guionistas, que, a su vez, piden dinero (no somos peseteros, pero nos gusta cobrar por nuestro trabajo. Se comenta que en otras profesiones la gente lo hace). Se consigue un presupuesto mínimo y se decide grabar diez piezas de un minuto aproximadamente para colgar después de cada capítulo. Un transmedia del copón. Marketing, web, departamento de ficción, productora y guionistas, contentos. Todos han solucionado la papeleta.

2. Int. Pasillos oficina de rodaje. Día.

(Meses más tarde. Otra serie, otras caras. Misma cadena).

Los guionistas ya han escrito el último capítulo y están recogiendo sus cosas. (Otra vez: los guionistas nos pasamos recogiendo nuestras cosas de muchos sitios). Una llamada a pocos días de finalizar su contrato les anuncia que les va a llamar la responsable de prensa de la productora para hacer “el transmedia” de la serie. Como en la escena anterior, la serie ya se está grabando, los actores no saben que van a tener que hacerlo y los guiones ya están escritos.

Esta vez, no se produce reunión alguna. La cadena ha mandado un briefing que ha interpretado la jefa de prensa y que se traduce en lo siguiente: 1. Se pretende generar tráfico en la web de la cadena; y 2. El presupuesto es cero (los guionistas no piden dinero en esta ocasión porque están contratados (oh!). Deben hacerlo. Y lo hacen). Finalmente… ¡Sí! Se decide grabar diez piezas de un minuto aproximadamente para colgar después de cada capítulo. Un transmedia del copón… etc.

3. Int. Sala de reuniones de multinacional. Día.

Un nuevo operador quiere hacer transmedia de las series que pretende producir en los próximos meses. El responsable de la agencia, el director de una empresa de comunicación y dos guionistas se reúnen con otros dos miembros del equipo de producción de ficción de la cadena. En total, cinco personas. Ni quince, ni ninguna. Cinco. Se pretende diseñar una estrategia transmedia antes de que empiece la producción. Hay presupuesto. Hay personas específicas dedicadas a ello.

La reunión es rápida y concisa. No se divaga, no hay web donde se quiera generar tráfico, se exponen ideas concretas, se ilustran con presentaciones primorosas. Ese “algo transmedia” de repente es real. Todo el mundo sabe de qué se habla y lo que se quiere. Un éxito.

Sobre títulos de crédito.

Es una cuestión de voluntad. Querer hacer “algo transmedia” es complicado (aún falta saber exactamente qué es), pero se empieza con voluntad, tiempo, personal y dinero (y no solo para los guionistas).

Pinchar la burbuja es haciendo realidad lo que la burbuja contiene. Ni más ni menos.

Imagen: Tecrist

@ramontarres