En el verano de 2016 escribía sobre cambios y desasosiegos en el habito de la lectura, literaria, científica o comunicativa. En este verano de 2019 el desasosiego permanece y la lectura sufre los cambios de hábitos; de los cambios de formatos, papel, ebook; del imperio del móvil en comunicación, información, entretenimiento y relación social; del exceso de contenidos de todo tipo que tenemos que procesar; y del aumento de demanda del contenido audiovisual frente al texto. Es el momento, creo, de retomar el tema.

En la foto de cabecera Vincent Vega lee “Modesty Blaise” en el baño, Mr. John Travolta en Pulp Fiction. Sí, y por empezar en modo escatológico, ya no se lee en el baño, o se lee poco. No hace mucho, si no querías acabar leyendo el etiquetado de los envases de champú o gel, había que agenciarse revistas (no entremos en temáticas), cómics o libros. No, ahora vamos al baño con el móvil o la Tablet para el «momento All-Bran» y nos dedicamos a revisar mails, actualizar estados o darle al “me gusta”; no puedo afirmar (no tengo datos) que también se use el móvil en este reducto de privacidad para leer post atrasados de Innovación Audiovisual, por ejemplo.

Este cambio en los hábitos de lectura se ha trasladado al Metro, al autobús, al parque, a la tumbona y hasta al dormitorio; confiesa ¿desde cuándo no hay un libro en tu mesilla? ¿Desde cuándo no abres el ebook  o la tablet antes de dormir?

Los formatos, papel o electrónico, son irrelevantes si hay lectura. Vale, Mcluhan: cambio en el medio implica cambio en el contenido, y ¿qué?; no hay que tener miedo al texto con hipervínculos, animaciones, vídeos, audios.

El uso del móvil e Internet ha supuesto un cambio radical en el consumo de contenidos y en las relaciones sociales. Y algunas amenazas y alguna oportunidad han llegado para la lectura y sus derivadas: comprensión oral, formación, información, cultura, etc.

Las redes sociales nos “obligan” a estar conectados y disponibles para contestar. Controlar las continuas notificaciones es más importante que finalizar la lectura de un texto sin interrupciones ¿por dónde iba?

En información y comunicación somos lectores de titulares y tuits donde prima el mensaje-telegrama, los hashtag, contracciones, sin reparar demasiado en sintaxis y ortografía. No profundizamos, no hay tiempo para leerlo todo, ni lo que más nos interesa que liquidamos con una lectura rápida y superficial. Neurocientíficos y psicólogos ya hablan de que está cayendo nuestra capacidad de concentración y de lectura en profundidad. Compartimos contenidos sin saber de qué van y nos liamos a opinar sin haber leído completamente el artículo o post.

Internet y los dispositivos móviles son la oportunidad para que la lectura se  promocione y se convierta en una actividad social con las comunidades de lectores. Puedes recomendar libros y ver opiniones de otros lectores. Hay pequeñas comunidades y enormes y eficaces redes de lectores como Goodreads, Anobii, Librarything; liberadores de libros en lugares públicos como Bookcrossing; auto publicaciones como Megustaescribir; compartir y comentar mientras lees en tu dispositivo (segunda pantalla literaria) en Wattpad.

¿Y el vídeo en relación con la lectura?

Pues siguiendo con los cambios en los hábitos de consumo vemos que la demanda en publicidad, formación, comunicación y entretenimiento va hacia el producto de mejor digestión y más impacto: el vídeo. No me narres, no me informes, no me entretengas, no me lo cuentes, si no es en audiovisual; y si no es una peli o una serie, cortito por favor.

Los usuarios ya no escriben en WhatsApp, mandan mensaje de voz; no pasan apuntes,  linkean tutoriales; no describen su historia, hacen streaming en Periscope o Facebook live; no envían e-mails, hacen Hangout.

¿Esto significa que pinta bien para la industria audiovisual? No sé, no sé. Y por especular, ¿Se acabará  cambiando en la ESO la asignatura  «Lengua y Literatura» por «Lenguaje Audiovisual y Guión? 

Epílogo. Si me admites una sugerencia… desconecta y lee. Además, los libros en papel son para el verano: si se caen, no se rompen; no se dañan con la arena y los puedes dejar a la vista en tu toalla en la playa, río o piscina, nadie los robará.

¡Feliz verano, amig@s!

Fotograma de Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994)