televisor abandonado

Y no quiero sonar tremendista… parafraseando a Nicolás Alcalá en su post en este mismo blog “Voy a dejar el cine”. Me llamó la atención cuando dice que “Soderbergh hacía un statement parecido, también con trampa. “Eh, que no, que era broma. Que lo que voy a hacer es televisión”

Mi titular también tiene trampa no quiero dejar la televisión… Quiero dejar “esta televisión”

Y ¿cómo puedo pensar eso, yo?, Macu Jackson, que desde pequeña he sido televisiva hasta la médula…. He sido y soy un “millennial” de la televisión…  No hay un momento en mi vida que no esté asociado a algún programa de televisión… como miembro del “Baby Boom” y de los años en los que la televisión formaba parte de nuestro día a día, de nuestro ADN: mis enfados porque mis padres no me dejaban ver series como “Raíces”, entre otras,  el momento en que viendo “La mansión de los Plaff” mientras hacía los deberes se cortó la emisión para que Suarez anunciará su dimisión como presidente… Ese encuentro esperado de Marco y su mamá que movilizó a las masas (todavía recuerdo una pintada en mi calle: “Queremos que Marco encuentre a su Mamá»), o ese “Chanquete ha muerto”.  La eterna cantinela de anuncios de televisión con mi hermana. 

La primera vez que asistí a un programa de televisión, fue acudiendo a “El gran circo de TVE” todavía recuerdo el bocadillo de chorizo y la botella de Kas Naranja que nos dieron… y el enfado de Gaby que fue un poco antipático con nosotros (ahí empecé a darme cuenta de que no todo en televisión era lo que parecía) y lo seguí comprobando en las eternas grabaciones del “Un,dos,tres” al que también llegué a  asistir como público en las últimas etapas de Kiko Legard… Y de ahí a estudiar Imagen y Sonido. Me costó,  pero fui de las afortunadas en mi generación que consiguió abrirse paso en esta profesión y empecé a trabajar en televisión. De becaria a secretaría, de secretaría a  ayudante, y finalmente de ayudante a productora de programas. Siempre había soñado hacer ficción, como  muchos de mis compañeros, pero esto sólo se reserva a unos pocos afortunado. Y en ese camino he vivido distintos momentos de la producción de programas de televisión..

La época dorada, la época de la producción creativa..

Empecé en un momento grande de la televisión en España, justo tras el arranque de las televisiones privadas y de la mayoría de las televisiones autonómicas.  Y un momento de grandes producciones y grandes presupuestos. Donde la producción consistía en controlar un presupuesto  y negociar con la dirección del programa la mejor forma de conseguir cubrir las expectativas de los contenidos, siempre ajustándose a un presupuesto. Donde existía también una producción “creativa” en la que siempre he creído. Sacar el máximo partido de los recursos de los que disponíamos. Había programas de más o menos presupuesto en función también de los contenidos que ofrecían. Cierto es, que como siempre los estándares de calidad no siempre coincidían con los gustos del público. De hecho, de los programas que hice para televisión durante estos quince años de los que más orgullosa me siento fueron grandes fracasos de audiencia. Pero había oferta, y había riesgo por parte de las cadenas y las productoras… Se apostaba por algún que otro formato original no testado o procedente de otros países. Había presupuesto, había equipo, existía la pre-producción de programas (ese tiempo necesario para preparar el formato e ir adecuándolo poco a poco al papel en el que se ha ido creando y todo lo sostiene…) Y había pilotos, que a veces nos hacían sufrir pero que eran necesarios para tener una idea final del programa antes de exponerlo a la palestra de la audiencia.

plató

La producción comercial, el Conseguidor.

Había un programa que me encantaba de pequeña, era “Fantástico”, y existía una figura El Conseguidor, interpretado por Julio Riscal,  que atendía las peticiones de los espectadores y al que yo tenía la costumbre de escribir.. Eso, sí, sin ningún éxito: una máquina de escribir eléctrica, un viaje al Gran Cañón (no me preguntéis porque tenía esa ilusión).

Pues en la producción hubo un momento en el que me sentí identificada con esta figura y en cierta manera así sigue siendo…  Hubo un momento en el que los equipos de producción pasamos de ser gestores a ser conseguidores y en muchos casos auténticos comerciales. Conseguir gratis, se ha ido convirtiendo en el pan nuestro de cada día… Ahí comenzó una estrecha relación con las marcas y empresas… Dame esto a cambio de aparecer en agradecimientos, un planito de esto, una  presencia de aquello…  Un rótulo… Esto obligó a la búsqueda del ayudante de producción con perfil comercial, ese que tiene la verborrea suficiente para convencer al más mínimo de que la promoción en televisión valía mucho dinero… Un minuto en televisión valía un potosí y no dejaba de tener su razón según el programa.

Pero todo esto se fue mermando en el momento en que con la llegada de la TDT  y la multiplicidad de canales la audiencia se fragmentó y repartió entre la multiplicidad de emisiones.  Con lo cual nuestra faceta comercial se hizo cada vez más y más complicada… Además cada vez las peticiones han sido más grandes: Macu, queremos regalar un coche, queremos regalar una casa, queremos regalar el alquiler de un año, ¡queremos conseguir un trabajo! ¡Y no me estoy inventando nada!

Y de ahí un paso a la llegada de la tan temida…

La producción “Low-cost

Con la crisis, el “low-cost” ha llegado a nuestras vidas. Los presupuestos de los programas se han reducido drásticamente, las productoras si quieren vender programas tienen que asumir los costes de pre-producción y de creación de pilotos en muchos casos. Esto último incluso ahora deja de hacerse porque lamentablemente las cadenas tampoco apuestan por programas nuevos que no hayan sido testados anteriormente…

El «queremos más al mínimo coste”. El todo vale, la creación de programas sin una mínima pre-producción, equipos mínimos y multitarea, la iluminación de pescaderia, los contenidos testados y mega testados, la repetición de formatos… La falta de innovación…

 ¿Y dónde queda la innovación…?

¿Quién se va a molestar en innovar?, y  no me refiero a los mínimos experimentos que se hace con la social TV, la creación de aplicaciones interactivas que se experimentan en los considerados grandes formatos: “Gran Hermano”, “La Voz”, “Masterchef”, etc.  Quién se va a permitir el lujo de tener un community manager en un programa cuando apenas se tiene el equipo suficiente para sacar la producción adelante. Quién se va a molestar en invertir, por ejemplo,  en un desarrollo transmedia de un formato desde el inicio si lo básico de la producción no está cubierto… Estos experimentos únicamente quedan reservados a la ficción.

hamburguesa dentro

¿Es la era de la “Fast TV”?

Oigo a Jorge Javier Vázquez en el avance de su entrevista con Risto Mejide en el próximo “Viajando con Chester” afirmar que él no hace telebasura: “que prefiere el término “Fast Television”, televisión rápida, televisión para ser consumida en el momento. La consumes y luego te olvidas».  A lo que Risto replica: “¿y que te siente igual de mal que la fast food…?”

Ahí lo dejo, ¿es este nuestro futuro? ¿Hacer televisión rápida y a un euro como las hamburguesas…?

No es lo que yo quiero. Pero no puedo dejar la televisión…

Imágenes| the autowitch vía flickr y Macu Jackson

@MacuJackson

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