Parece que cuando hablamos de crowdsourcing todo se limita a crowdfunding, y puede ser porque es probablemente unas de las acciones más populares del crowdsourcing, pero desde luego no es la única. En este blog se ha hablado mucho de crowdfunding de manos de grandes expertos como Luis Miguel Barral, pero a mí me gustaría centrarme en este post en otras partes del crowdsourcing, como la gestión de la comunidad.

 

Hace poco, caía en mis manos un libro muy interesante Crowdsourcing for filmmakers de Richard Botto. De las pocas obras dedicadas al mundo del cine para hablar de esta estrategia y que no solo esté centrada en campañas de crowdfunding, aunque si mantiene su etiqueta de independiente. En el libro, Botto define crowdsourcing como la capacidad para “identificar, enganchar y movilizar las audiencias”, tres elementos claves que nos pueden servir metodológicamente para indicar si un proyecto cumple los requisitos de ser un proyecto crowdsourcing. Hasta ahora teníamos el “bosque transmedia” de Gonzalo Martín donde hablaba de los tres ejes de un proyecto transmedia (universo, puntos de entrada, prosumer) y el “Bosque del Branded content” de Eduardo Prádanos donde además de los tres puntos anteriores añade el contenido no intrusivo de la marca, el entretenimiento o educación y la unión de lo que la marca quiere mostrar y el target quiere ver. Siguiendo esta línea, creemos el “bosque del crowdsourcing” como herramienta metodológica con los tres elementos que Botto introducía: identificar, enganchar y movilizar.

Tratando de llevar esta estrategia a nuestro cine, resulta difícil encontrar ejemplos más allá de los puramente independientes y cercanos a producción de cortometrajes. Pero sí que hay dos acciones, en diferentes fases de la producción que pueden enganchar con este bosque. Por un lado, nos centraremos en la exhibición, en post anteriores hablamos de las plataformas de estrenos bajo demanda, que cumple con esto requisitos, si los analizamos: existe una comunidad identificada que es partícipe de los estrenos, esa comunidad puede estar a la vez formada por muchas comunidades con gustos distintos pero que comparten ese interés de acudir al cine. Estas comunidades tienen elementos de enganches con las películas que acuden a ver (sentimientos, gustos, formas de vida, etc.) y por supuesto se movilizan porque son capaces de llenar salas para proyecciones multitudinarias.

 

Otro ejemplo que cumple estas características de crowdsourcing es transversal a la producción, a la distribución y la exhibición. Se trata de la productora de Infinito +1, puede que alguna vez me hayas leído algo escrito sobre ellos o escuchado en alguna charla. Para mí son un auténtico referente de las tres claves que estamos analizando. Infinito+1 es una productora de cine de contenido religioso que con cuatro proyectos han conseguido construir una importante audiencia, una comunidad que se ha encontrado identificada con los contenidos que ellos producen, con su estilo y su mensaje y que difícilmente encontraba en otra parte. Esa comunidad se ha convertido en un grupo fiel que sigue las producciones de la productora como fan de cualquier serie porque se encuentran altamente identificados a esos contenidos y enganchados. Y por supuesto esa audiencia se moviliza para facilitar y llevar el contenido a todos los rincones del mundo. No solo colaboran en la producción, participando en acciones de crowdfunding, sino que son parte activa para distribuir sus contenidos por todas partes, incluso llegando a crear la figura que ellos llaman de “locomotoras” que son una especie de embajadas por distintos países que se encargan de realizar y llevar los estrenos bajo demanda de sus películas.

 

 

Seguramente hay muchos más ejemplos interesantes en el cine que cumplen estos requisitos. Lo que está claro es que frente a la forma de producción tradicional que cada vez queda concentrada en unas pocas productoras y canales de distribución, estas formas de estrategia y organización permiten el desarrollo de producciones alternativas.

 

Imagen JD Hancock

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