Estamos asistiendo a una verdadera revolución en cuanto a la forma de acceso a los contenidos sonoros (anteriormente conocidos como programas de radio).

Los altavoces inteligentes, cuyo éxito está asegurado gracias a la imponente campaña realizada por sus plataformas de lanzamiento y difusión (Amazon, Google, Apple, Samsung…) se están posicionando rápidamente como puntos de acceso a contenido en audio.

Si en los últimos años el teléfono móvil se ha convertido en el aliado perfecto del podcast y el  consumo de radio a la carta, los “Smart Speakers” están llamados a ser su complemento perfecto en la escucha pausada en casa y siendo que se puede interactuar de manera natural con el, pedirle contenidos o sencillamente dejarse aconsejar por “la máquina” ya que gracias a nuestra paralela vida virtual los motores de búsqueda conocen nuestros gustos casi a la perfección.

Todo este preámbulo viene a cuento de la facilidad que están teniendo los contenidos sonoros para llegar a un público alejado de los sistemas radiofónicos de consumo, en otras palabras, personas que no escuchan la radio.

Y esto, señoras y señores, es un problema.

Porque no estar acostumbrado a escuchar la radio no significa que no se escuchen “contenidos sonoros”. Música, podcast nativo, incluso mensajes de audio en WhatsApp son elementos susceptibles de convertirse en líneas de difusión de contenidos y quiénes accedan a ellos sin ser “oyentes” de radio no se preguntarán si es o no radio eso que escuchan.

Así que, desde mi punto de vista, la radio tiene un problema, la pérdida de identidad.

Y una de las pocas formas de marcar la identidad de un contenido radiofónico es que el oyente lo reconozca como tal. Es decir, que al escucharlo pueda diferenciarlo respecto a otros. Es aquí donde entran los elementos diferenciadores, las marcas identificativas, las etiquetas.

Y junto a todo ello, unos contenidos que tengan la suficiente fuerza y peso como para dejar claro que no todo el mundo que realiza “contenidos sonoros” puede alcanzar esos niveles de excelencia.Un buen guión, unos tiempos bien marcados, una realización exquisita, una producción bien estructurada, unas voces bien elegidas… un contenido que marque la diferencia y tendremos en nuestros oídos un buen producto radiofónico. Aunque no sea emitido en radio.

Este es uno de esos paradigmas del siglo XX que hemos de dejar atrás cuanto antes. No todo lo que se escucha en la radio es radio, y algunas (o muchas) de las cosas que podemos escuchar fuera de la radio si son radio.

Debemos comenzar a acostumbrarnos a formatos radiofónicos fuera de su ecosistema natural. Grandes ficciones sonoras que nunca se escucharán en las ondas hertzianas. Documentales de creación o de investigación que no están producidos por grandes cadenas. Tertulias especializadas que nacen directamente en internet de la mano y voz de verdaderos especialistas en el tema del que hablan. Y todo esto accesible desde la red, al mismo nivel que las emisoras de radio de toda la vida pero en una plataforma a la que la radio se ha subido ya en marcha como mero pasajero.

¿Dónde queda entonces el contenido radiofónico “convencional”? En los informativos horarios, en las retransmisiones deportivas y poco más. Porque las listas musicales y los programas especializados hace mucho que viven y crecen fuera de la radio convencional.

Así que, o la radio redescubre estos contenidos y los incluye en sus programaciones lo antes posible o buenos profesionales hay por ahí que, visto que no hay hueco para ellos en las emisoras de radio, comiencen a crear sus propios canales de contenidos, porque plataformas de difusión en Internet ya hay que saben del potencial de lo que estamos hablando aquí y afortunadamente sigue habiendo en el mundo muchas orejas ávidas de buenas historias para ser escuchadas.

Reales o ficticias. En primera persona o en tercera. Apoyadas en elementos visuales y complementos de información o sencillamente para escuchar y disfrutar.

Y un excelente lugar para observar las tendencias, hacia donde se mueve la radio en el continente es el próximo Prix Europa que se celebrará en Berlín y Potsdam del 13 al 19 de octubre.

Allí habrá más de 1000 profesionales de los principales medios de Radio y TV esperando para elegir a las mejores producciones de las diferentes categorías establecidas en radio, TV y medios digitales. Echadle un ojo a las candidaturas y comprobad qué producciones han llegado hasta allí. Os llevaréis más de una sorpresa.