Tres de agosto de 2021, un día más en la nueva normalidad, mi hermana pequeña, de 19 años me dice que va a asistir a un concierto. No me preocupa lo más mínimo. No me malinterpretéis, el virus sigue entre nosotros, pero sé que ella no se refiere a un concierto como los de antes, donde el contacto humano, los codazos, y los pisotones estaban tan a la orden del día tanto como el corear juntos los mejores estribillos, subirnos a hombros de los compañeros, y botar con desconocidos en un éxtasis de comunión musical entonando los himnos de nuestra vida…eran buenos tiempos. 

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La experiencia de los conciertos ha cambiado mucho en poco tiempo, y en realidad todas las experiencias en vivo masivas: los eventos, los partidos, las obras de teatro, o los museos. La digitalización nunca fue más importante y necesaria que cuando llegó el covid. Y de hecho, aceleró muchas industrias, a la vez que dejaba paralizadas a otras.

Ahora sí, mi hermana va a entrar al concierto, y se dispone a ponerse las gafas de realidad virtual, una de esas industrias que presentaba las ventajas necesarias para tener un foco extra de atención en tiempos del coronavirus. Ella no quiere llegar tarde, sabe que estas cosas también tienen sus normas, no puede volver y verlo luego. Hay un momento y hay un lugar: el metaverso.

Además, no le ha dado tiempo a personalizar su nuevo avatar y sus amigos estarán esperándola en el hall social, preparados para comentar las últimas novedades de la semana, eso sí, cada uno desde su casita, como permiten las plataformas de realidad virtual social. Se asegura de tener el dispositivo cargado, y haber configurado correctamente “el guardián” para evitar chocar contra los objetos de la sala, que creedme, puede pasar cuando estamos inmersos en un mundo virtual, y especialmente, si es un concierto. De hecho, estos días se está celebrando el festival de Burning Man en el mundo social de VR Altspace VR (Microsoft), como podéis ver en el tweet de aquí abajo.

Por  lejano que parezca este micro-relato futurista, no se trata de algo que no podamos hacer hoy, un 3 de agosto de 2020. Por cierto, esto me trae el recuerdo de que el primer post que escribí para Innovación Audiovisual fue también en este mes, el año pasado, por lo que si os gusta el transmedia storytelling, la realidad extendida y Stranger Things os lo dejo por aquí por si os da curiosidad leerlo luego. Pero volviendo a nuestro tema (ya paro con los saltos espacio-temporales), como os comentaba en el año 2020 gente como mi hermana ha podido asistir a experiencias colectivas musicales desde casa, y en realidad, no serían necesarias unas gafas de realidad virtual.

Me voy a permitir un salto más para explicaros esta frase, nos vamos al 25 de abril de 2020, día en el que el exitoso mundo de videojuegos Fornite, celebraba un evento sin saber lo lejos que iba a llegar. Si en este punto no sabes que te hablo del concierto de Travis Scott en la plataforma de Epic Games, es que realmente estabas en un búnker por la cuarentena por aquel entonces, porque fue tan épico que todos los medios se hicieron eco de él, y no es para menos, porque tuvo unos 45,8 millones de espectadores en directo a lo largo y ancho de los 5 continentes. Epic Games, en colaboración con Travis Scott, organizó un viaje musical único inspirado en las influencias del artista y creado desde cero dentro del mundo del videojuego Fortnite: Astronomical. Planeó una gira con varias fechas y con varios horarios para que  jugadores de todo el mundo pudieran asistir desde sus consolas, y no perderse la experiencia, incluida una canción de preestreno mundial. 

El artista estadounidense atrajo a millones de personas, muchas de ellas sintonizaban el evento a través del juego, y otras tantas lo veían a través de otras plataformas de transmisión de video como Youtube y Twitch. La audiencia promedio de minutos (AMA) para este evento en el canal oficial de Twitch de Epic Games alcanzó un total de 4.7 millones,  y aproximadamente la mitad (2.3) eran espectadores en vivo en el evento inaugural. 

Las redes sociales también se hicieron oír, así en Instagram y Facebook, los contenidos relacionados con el evento publicado fueron más de 5.200 con más de 17,9 millones de interacciones. Los resultados hablan por sí solos, pero es que además según el estudio de Nielsen Sports Digital, generaron un valor de compromiso de 320.000  dólares. Nada desdeñable para un solo evento, y en línea con las cifras del juego que ganó 1.8 billones en 2019.

Respecto a la aparición de marcas en este evento sin precedentes, Nike fue sin duda la mayor protagonista, y su valor de exposición fue calculado en 518.000 dólares, porque adivinad qué zapas llevaba el cantante en este concierto virtual. Sí, unas Jordans gigantescas. 

Lo que también ocurrió en 2020, y esto sí implica realidad virtual, fue el concierto del cantante John Legend en la plataforma The Wave. No es casualidad que Wave consiguiera una inversión de 30 millones de dólares justo después de que Epic Games anunciase el éxito de su concierto en vivo con el rapero Travis Scott en Fortnite. Pero dejadme explicaros un poco mejor en qué consiste esta plataforma.

La empresa WAVE, fundada en 2016, es una plataforma que utiliza tecnología de transmisión y videojuegos para crear actuaciones de artistas que se convierten en en avatares digitales a través de técnicas de motion capture y que les permite actuar en vivo y en directo en un mundo virtual inmersivo y personalizado para su show en vivo. Estos conciertos, son las llamadas waves (que no raves) y son una ola de innovación para las plataformas sociales y el arte audiovisual. No hay más que ver los vídeos de lo que fueron los conciertos de Tinashe, Galantis, Jauz o Lindsey Stirling.

En concreto el concierto de John Legend, se trató de una experiencia que buscaba recaudar fondos para la asociación del propio cantante llamada Free America, centrada en para amplificar el creciente movimiento para terminar con el encarcelamiento masivo en América. Los donativos salían en este mundo virtual de todas las formas imaginables, tanto dentro del contenido en forma de flores y cometas, como en forma de los avatares dueños de los usuarios que habían hecho los donativos más generosos, dentro del propio escenario, con el avatar del cantante.

El propio John Legend ha subido a su canal de Youtube el vídeo de la experiencia, que tiene más de 735.000 visualizaciones y que contó con varias donaciones a lo largo de su concierto. Aquí podéis ver cómo se veía la experiencia, en 2D.

Flipante, ¿verdad?. Es interesante cómo esta plataforma distribuye el contenido en diferentes medios como YouTube, Twitch, Facebook, canales digitales y de juegos, y a través de la aplicación Wave disponible para Steam y Oculus, es decir, para realidad virtual, dando opciones a más personas de poder vivir el evento. Más interesante aún me parecen las opciones de monetización que presentan este tipo de formatos, y oportunidades para las marcas. Por ejemplo, se pudo ver el piano Yamaha que tocaba el artista. Pero si pensamos más allá, ¿os imagináis lo cómodo (y seguro) que sería para un artista interactuar con su fan número 1 en este tipo de plataformas? ¿Y para el propio fan lo que significaría? Para los artistas puede ser una opción hasta más rentable, y para los fans una experiencia diferente y genial.

Si tenéis la oportunidad, os animo a asistir o al menos ver uno de estos conciertos virtuales. El próximo es el 8 de agosto, y se podrá ver desde Tik Tok al cantante The Weekend, aunque este contará con realidad aumentada.

Espero que este post despierte en vosotros la curiosidad por la realidad virtual y por los nuevos formatos que se están creando. Y tomándome la licencia de robarle el slogan a The Wave, que el show no continúe, sino que vaya, más allá. ¡Nos vemos en el metaverso!

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