crowd

Hace unos años, disfrutando la Berlinale con unos amigos y un proyecto bajo el brazo, salimos a cenar y a tomar unas copas. Mi sorpresa fue que en algunos bares te servías el vino que querías y dejabas la cantidad que considerabas debías pagar por ello. Automáticamente, los españoles que estábamos allí nos preguntamos si eso funcionaría en nuestro país, la respuesta fue clara.

Ahora leo con pena el embarazo de 5 años y parto de 9 meses que cuenta el equipo de El Cosmonauta en su blog,  un análisis pormenorizado de un proyecto brillante que ofrece una distribución con moraleja: en España seguimos sin pagar lo que nos ofrecen gratis. Y algo así también pensó Paco León cuando decidió proyectar el estreno de Carmina y Amén gratuito durante todo un día en los cines.

Pero rebobinemos, por favor, al comienzo de la historia, a la financiación. Si tenemos un proyecto que queremos compartir y tenemos fans: hagamos crowdfunding. Parece un slogan de una campaña publicitaria, es así: cuando oigo la palabra crowdfunding pienso en estos fans.

superheroesblog

Verdaderos devotos de sus superhéroes. ¿quién si no, con la que está cayendo, se arriesgaría a apostar su dinero con alguien que no conoce? Pues muy pocos o casi ninguno y, generalmente, es familia.

Como en el cine, todo lo que nos llega desde Estados Unidos suena fantástico y fabuloso, y además en talla XXL. Veronica Mars Movie Project es un buen ejemplo de ello  y de cómo conseguir no ya 2 millones de dólares, que era lo solicitado, sino 5.702.153 dólares como cantidad final recaudada para convertir la serie en película. No está mal, ¿no? La película se estrenó  en España el 14 de marzo de este año, en plataformas digitales VOD. Este ejemplo procede de la plataforma estadounidense kickstarter,  espacio destinado a la recaudación en masa de dinero para proyectos de todo tipo: arte, cómic, música, teatro o tecnología.

Nosotros, desde nuestro país, contamos con plataformas muy conocidas entre el público joven: lánzanos , verkami , goteo . y muchas, muchas más. Así la cosa, Crowdacy publicó en 2012 un inmenso listado de las plataformas  crowdfunding, hasta 95 aparecen a fecha de hoy con su correspondiente actualización. Gracias por el esfuerzo.

Pero la realidad es que los proyectos, en caso de éxito, no logran todo lo aportado: a la cantidad final hay que restarle entre un 5%-8% en concepto de honorarios de la plataforma, además de las tasas bancarias por el coste de las transferencias, la emisión de la factura con impuestos correspondiente a la recepción de la cuantía económica o los olvidados costes de emisión y retribución del retorno (sí, esos premios que se ofrecen a cambio de las aportaciones y que hay que fabricar, envolver bonito y enviar).

El pasado febrero, el Ministerio de Economía, en el marco de la Ley de Fomento de Financiación Empresarial establecía un borrador de anteproyecto que proponía unos límites: máximo de inversión por proyecto de 1 millón de euros, un tope de 3000 euros por aportación o 6000 euros anuales en total, entre otros (Registro en CNMV y Banco de España, Capital Social igual o superior a 50.000 euros o, en su defecto, seguro de responsabilidad civil con cobertura de 150.000 euros anuales). Rápidamente reaccionaron las plataformas, necesitadas de una regulación pero no de cualquier manera.  Por ejemplo, en la página web de The Crowd Angel,  la famosa plataforma de inversión en startups basada en equity crodwfunding, pudimos ver cómo sus actividades,  temporalmente, quedaban suspendidas. Eso hasta hoy se mantiene igual.

Apenas unos días después, el Ministro de Guindos eliminaba los límites económicos en el caso de las aportaciones procedentes de inversores profesionales, manteniéndolas para los ciudadanos aislados. Ante este panorama, ¿Tendrían que estar asustados los bancos? Entonces, Carlos Otto nos ofrecía 5 razones por los que el crowfunding no podría acabar con los bancos.

Con todo este batiburrillo, lo milagroso es que las personas quieran seguir apostando por proyectos. Parece que nuestros amigos, familiares y fans quieren formar parte de algo, quieren crear algo y es ahí donde los sentimientos animan a participar en multitudes, el crowdfunding funciona, pero ojo: en algunos casos y con algunas condiciones (véase regulación). ¿Pero luego qué?, luego viene la segunda parte: hay que comercializar el producto y obtener beneficios, que para eso hemos hecho una campaña ¿De verdad nos vamos a empeñar en que aquéllos que han financiado un proyecto deben además pagar por verlo o adquirirlo? Quizás llegados a este punto la camiseta o el disco firmado no es suficiente recompensa. ¿Qué tal un poco de crowdbuying?  ¿y un platform on demand? Iniciativas como Screenly  van en esa línea y el cine, a lo mejor, volverá a reunir a comunidades en torno a una pantalla: auténticas comunidades de fans. Lo que está claro es que si trabajamos en la línea de vías de financiación alternativas tendremos que jugar con nuevas maneras de comercializar  el proyecto.

Por supuesto, por mucha que Internet y las plataformas hayan ayudado, todo esto del crowdfunding es muy antiguo y, si no, que se lo hubieran dicho a Lola Flores.

 

Imagen 1: dborman2 and jamescridland

Imagen superhéroe: Matt Stratton

@evapatricia