Pretender escribir un post sobre Big data en Innovación Audiovisual con los expertos que contamos en nuestras filas, como Eva Fernández, puede resultar cuanto menos un poco pretencioso, pero trataré de llevármelo a mí terreno para poder sentirme más cómodo.

En las últimas semanas he podido leer dos noticias que me han llamado la atención: parece ser que, por fin, la industria del cine empieza a ponerse las pilas con las nuevas tecnologías, especialmente en un sector muy inmovilizado como es el de la exhibición. Hay que dejar claro que los exhibidores llevan más de cien años haciendo lo mismo, proyectar una peli (antes en 35mm, ahora en digital y, a veces, en 3D), como hace poco el CEO de Netflix, Red Hasting, decía: “los exhibidores no han innovado desde las palomitas”, aunque no sería justo quitarle el mérito de la introducción de los nachos con queso en las salas.

 

La primera de las noticias es sobre Kinepolis y su apuesta por la innovación para hacer frente a la masiva entrada de los VOD. Recomendaciones en la app de ventas de entradas según tus gustos, experiencia de usuario sencilla apostando por UCD (Diseño Centrado en el Usuario) y la selección de programación atendiendo a los gustos de los espectadores, lo que hace que Kinepolis vaya más allá de estrenar los blockbuster típicos, que son a priori su base de negocio. Lo que a priori puede percibirse como una sustitución de la figura del programador es todo lo contario, es una nueva vía para introducir datos objetivos en la selección del programa que se va a poner a disposición de la audiencia, permitiendo una maximización de los recursos y las posibilidades de explotación

La segunda de las noticias afecta a la selección del precio de la entrada. Un cine italiano en Milán, el cine Plinius, ha decido usar un algoritmo que varía el precio de la entrada en función a diversas variables que pueden ir desde el casting hasta los datos meteorológicos con resultados, según la noticia, “de una mejora de hasta un 15% en el despacho de entradas y de un 105% en la compra online”. Y eso es una buena noticia para la inmovilidad de los precios propia del sector, aunque hay que reconocer que últimamente cadenas como Yelmo luchan por ampliar su oferta de precios con distintas acciones. La aplicación de este algoritmo a la venta de entradas en función a diversas variables es un paso natural que ha tardado mucho en producirse. No podemos olvidar que el negocio de una sala de cine es muy parecido al de los aviones: uno pone pelis y el otro lleva gente de un sitio a otro, pero en el fondo su negocio es la venta de asientos, por cada pase o viaje que no se vende una butaca es dinero que se pierde. La aviación lleva mucho tiempo trabajando con este hándicap, de ahí que es muy difícil encontrar a dos personas que hayan pagado lo mismo por su viaje en el mismo avión, variables como la antelación de compra o simplemente hacerlo un martes.

Si el problema es el mismo, ¿Por qué no se juega con esa elasticidad de precio en las salas? evidentemente habrá que estudiar las variables que afecta al negocio.

Es una pena que a día de hoy en España los estudios de espectadores sean los mismos que se hacía en los 90 cuando se comenzaron a hacer. Comscore (antiguo Rentrak) sigue trabajando en infumables excell sobre la asistencia a salas. El mismo ICAA, junto a otras instituciones, sigue limitándose a realizar informes anuales que son meras réplicas de los datos de Comscore, sin análisis, ni apenas cruces de datos y con variables clásicas.

La predicción de taquilla sigue sonando a ciencia ficción en este país (no os imagináis la incredulidad que genera esto entre los principales agentes del sector) mientras en Estados Unidos existen diversos algoritmos que tratan de predecir cada vez mejor la vida comercial de una película y cómo mejorar y hacer más rentable los gastos en P&A (publicidad y copias), lo más conocido la predicción de taquilla según el ruido en redes sociales.  Prueba de esta desconexión la encontramos en la misma noticia con los comentarios de algunos de los agentes del sector, aún anclados en el pasado y creyendo que solo el buen contenido asegura su consumo, pero mejor leerlos para llevarse las manos a la cabeza.

Seguimos buscando soluciones a problemas con herramientas de ayer y personas que siguen creyendo que todo funciona como en los noventa. Triste pero cierto. Nos queda mucho por avanzar. A lo mejor Red Hasting tiene razón y lo único que preocupa a los exhibidores en España es sacar nuevos sabores de palomitas.

 

Imagen:J Mark Dodds

@rafalinares