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Ha llegado el momento, ha empezado a sonar la última canción, todavía tengo el bello de punta. Inmóvil ante el televisor, veo como se terminan los créditos y solo queda la pantalla en negro. Reflexiono unos instantes sobre lo que acabo de ver. He vuelto ha vivir esta maravillosa y eterna paradoja, quería saber el final pero no quería que se acabara. No puedo creer que se haya terminado mi relación con mi personaje favorito, de él se más que de mucha gente que conozco. Me ha abierto las puertas de su casa, lo he conocido en los momentos buenos y malos. Necesito un tiempo para reflexionar, todavía no estoy preparado para el siguiente, de momento solo soy capaz de seguir su rastro por internet.

Unos días después debo pasar página, acudo a mi liturgia, quiero más, necesito más. Ahora viene lo más difícil. Estamos en un momento increíble, tenemos acceso al catálogo increíble de posibilidades. No puedo decidirme, lo quiero todo. Quiero una historia que me haga reír y llorar, que sea más lista que yo, con la que pueda aprender, que sea sincera pero que si es necesario me engañe, que me hable del pasado, del presente y del futuro. Durante el viaje no quiero estar solo, quiero hablar con el mundo de cómo me hace sentir, quiero formar parte de algo.

Empiezo a buscar entre voces autorizadas, son demasiadas. Necesito sentirlo otra vez. Por hoy me conformo con una historia de solo una noche, pero a la larga necesitare algo que vaya más allá. De momento toca invocar a los rankings y a los géneros, toca revisar los clásicos y buscar entre las novedades. Entonces recurro por primera vez a Netflix y entiendo su éxito.

Netflix quiere saber como soy, quiere que encuentre exactamente lo que estoy buscando con un montón de categorías y subcategorías. No me pone trabas, lo que tiene en catálogo me lo ofrece en HD y VOSE. Netflix utiliza todo su bigdata como un sofisticado portal para ligar. Te incita a que marques las cosas que te gustan creando un porcentaje de coincidencia con lo que no has visto. Y además genera su propio contenido con toda esta información. Pero me doy cuenta de que falta algo. En todas estas categorías y subcategorías que intentan darnos una idea de que nos encontraremos al entrar en una historia, faltan conceptos mas esenciales. Características propias de un relato que van mas allá de si es una novela, un cómic, un corto, una película o una serie. Si queremos dar el pack completo, si vamos a ofrecer un universo transmedia, tenemos que buscar etiquetas mas esenciales, buscar en el alma de las historias.

Como storyteller normalmente utilizo como Big Bang del universo narrativo un personaje y una idea temática, esta idea se refleja en un conflicto y su resolución. Son las prioridades que arman el relato. Después vienen la ambientación, el género y el formato. Son parte del decorado, parte de el vehículo narrativo ¿Por qué no clasificar las historias por sus personajes y sus conflictos?

Estos apartados normalmente aparecen muy esquematizados en la Sinopsis, los personajes son definidos por sus trabajos o su edad, características que a menudo son muy poco importantes en la trama. Muchas veces este tipo de resúmenes son demasiado reveladores (Mención a parte de los tráilers). Lo que yo propongo es establecer categorías de personaje y conflicto. Por ejemplo:

Algunos tipos de personaje.

Héroe: Personaje principal al que admiramos, intenta hacer el bien con pocos conflictos internos pero muchos externos. En esta categoría entrarían: Superman, James Bond, Harry Potter, Buzz Lightyear, etc.

Antiheroe: Personaje principal con baja autoestima y pocas perspectivas de éxito que se supera a si mismo con más conflictos internos que externos. Ejemplos: Karate Kid, George Bailey(Que bello es vivir).

Brillante antipático: Políticamente incorrecto, muy inteligente y demasiado sincero. La mayoría de sus conflictos son externos, como por ejemplo resolver un caso, pero tienen muchos problemas con las personas de su alrededor: Sherlock Holmes, Dr. House, Melvin Udall (Mejor imposible)

Etc.

Algunos tipos de conflicto.

Resolución de un misterio: resolución de un asesinato, desaparición, fenómeno, etc.

Venganza: Busqueda y captura.

Redención: Necesidad del perdón de alguien o de ellos mismos.

Viaje: Llegar a un lugar.

Escape. Salir de un sitio o esquivar una amenaza.

Etc.

Es decir, si ponemos un ejemplo conocido por todos, Sherlock Holmes sería un brillante antipático que resuelven misterios. Esta definición sirve para las novelas de Arthur Conan Doyle, las películas de Guy Ritchie o la serie de la BBC. Quizá la serie de la BBC es mas thriller que comedia y las películas de Guy Ritchie al revés, pero la esencia del relato son su personaje y su conflicto.

Si nos fijamos bien la forma que vivimos un relato se basa en la relación que tenemos con sus personajes principales. Nos sentimos identificados con muchos, poniéndonos en su piel, pero a otros simplemente los admiramos, disfrutamos con su habilidad pero no son como nosotros. Otros directamente los repudiamos, algunos les amamos, incluso llegando a sentir celos. Está en los manuales, de una manera más o menos universal, construir los personajes principales para que el espectador se sienta identificado, en mi opinión no tiene porque ser así en todos los casos. A los protagonistas de las historias que nos gustan normalmente los llegamos a entender pero no siempre estamos de acuerdo con ellos.

Cualquier historia acostumbra a empezar con la presentación del personaje y de su mundo, sabemos que es lo más importante. Pero a la hora de la verdad no tiene tanto peso como debería. En mi opinión los personajes y sus conflictos deberían ser clasificados como los géneros y formar parte de la refinación habitual en las búsquedas de nuevos universos narrativos. Después de toda esta reflexión finalmente me doy cuenta que lo que quiero es entrar en un universo narrativo de un antihéroe que quiere vengar-se, mi método me ha llevado a Fargo creo que tanto la serie como la película me van a dar lo que busco.

Imagen- MaxTorrt Flickr