Siguiente golpe de efecto de la compañía en streaming: retirar todas sus obras del Festival de Cannes ante la decisión de que todas las películas participantes deben tener su exhibición cinematográfica. Un año más, parece que el tema clave en la industria de contenidos cinematográficos se divide entre los creadores de sueños y la distribución de películas y datos.

Por poner en contexto, fue la edición pasada del famoso y trascendente Festival de Cannes cuando la industria del cine más vintage se revolvió en sus taquillas ante la participación de las producciones de Netflix Okja y The Meyerowitz Stories. Lo que en su momento presenciamos fue cómo el Festival de Cannes sentía ser destronado por unas siglas que hace apenas unos años no sabríamos lo que era, los SVOD, o simplemente la modernización. Las nuevas economías cambian con la tecnología y como algún artículo apuntaba, era más o menos lo que Cabify y Uber supuso a la inamovible industria del taxi. Todavía en pie de guerra.

Este año, el hecho de que el Festival de Cannes no permita competir por la Palma de oro a películas sin distribución cinematográfica francesa deja fuera no solo los mediáticos originals de la compañía sino también la lista de producciones en las que participa, se estima: Roma, de Alfonso Cuarón, Norway de Paul Greengrass, Hold the Dark de Jeremy Saulnier, They’ll Love Me When I’m Dead y la última obra de Orson Welles completada The Other Side of the Wind

El ruido mediático lo hace el que puede, no siempre el que quiere.

Se delata una lucha de fuerzas, de generaciones diferentes siempre con pensamientos más conservadores debido a la edad que no quieren dejar de poner límites porque entonces pueden ser superados. Este pulso que muchos celebramos tiene un escaparate muy llamativo con otros players como cuando Amazon Studios ganó su primer Oscar, desde luego el cambio estaba volviendo ágil estructuras muy férreas y podíamos seguir estas bravas noticias día sí, día no. Pero también hay otras historias, películas y empeños que no son tan mediáticos, nos lo contaba hace poco Rafa Linares en este blog de Innovación. Volviendo al Festival de Cannes, al mítico escenario soleado con mar y con estrellas, es bueno recordar que a nivel industrial, su función de ser es su impresionante capacidad de promoción de las películas, y eso es lo que debe ser.

Plataformas como Netflix han sido retratadas con estrategias altamente efectistas para su propia promoción de catálogo buscando un consumo elevado y rápido, pasado el cual muchas veces los títulos quedan sepultados por nuevas películas o relegados a la larga cola. Un artículo rescatado de hace unos meses mantenía que la entrada de Netflix en películas, no ya solo los originals, suponía cortar sus alas de visibilidad mermando su vida en el mercado audiovisual. Es un tema entonces bastante complejo que afecta tanto a la producción, como a la exhibición en sala y a la distribución gestionada en sus ventanas de explotación. La lista de rivales a la entrada de Netflix en la competencia cinematográfica es llamativa y aumenta por días: Spielberg, Nolan, Cameron, Almodóvar, Scorsese, Mirren, etc. Todos hombres, pocas mujeres y todos nombres muy conocidos en la industria con un argumento definido: estrenar contenido en internet les perjudica.

 

El sentido común de muchos usuarios de Netflix, como de otras OTT, parece ser que por una cantidad aceptable ven todo el cine que quieren y a veces sí, también lo hacen en una pantalla tan pequeña que pone en duda se pueda apreciar la calidad de la obra. Pero es que estamos hablando de más de 100 millones de usuarios y subiendo, eso da mucho que pensar y cerrar el tema. También sumado a mucho de lo ya analizado, una cultura de negocio orientada al dato como valor estratégico. Un valor que se convierte en una grandísima ventaja añadida al conocer cualitativa y cuantitativamente la opinión de sus espectadores.

En resumen, el cine tiene un gran pálpito de seguir existiendo y el bajo demanda también. Son nuevos players que se rozan y se chocan en la pantalla y cada uno debe encontrarse a sí mismo y sacarse brillo.

Mientas, asumimos que la entrada de nuevas tecnologías revuelve todas las industrias y se deleita con aquéllas más encantadas de conocerse desde hace años. Ahora, Thierry Fremaux, director del Festival de Cannes, prohíbe abiertamente los selfies en la alfombra.

También esto pasará.

 

Imagen 1: Cartel Festival de Cannes 2018

Imagen 2: Marco Verch

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