Nuestro concepto del tiempo es algo que hemos inventado los seres humanos para tratar de organizarnos. Nos ayuda a estructurar los diferentes momentos en la vida en diferentes grados.

El cuerpo humano ya trae su propio ritmo circadiano en los genes y tiene que ver con aspectos más naturales que artificiales. Al parecer es en el hipotálamo el lugar del cerebro donde se ubica nuestra centralita del tiempo que dirige nuestro metabolismo, aunque al mismo tiempo este reloj interno depende de referencias externas (como la luz del sol durante el día) para poder autorregularse.

Un ejemplo muy claro del desorden del cuerpo en el tiempo es el efecto que se conoce como  “jet lag” cuando viajamos de un huso horario a otros de diferencia en poco tiempo. Este cambio requiere una adaptación del cuerpo al nuevo ritmo circadiano en el lugar en el que nos encontramos. Todo esto conlleva un trabajo adaptativo por parte del cuerpo creando unos síntomas de confusión y desorientación.

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La llegada de los relojes en nuestra era moderna ha significado un condicionamiento del cuerpo a las necesidades del entorno. Así, cuando antes se comía cuando se tenía hambre, ahora parece que nos imponemos comer cuando llega “la hora de comer”. Afortunadamente otras funciones del cuerpo, como la hora de ir al baño a hacer nuestras deposiciones, no son tan forzadas aunque muchos querrían que así fuera para “facilitarnos” la vida. Los hábitos nos van haciendo entrenar al cuerpo de modo que si repetimos secuencias el cuerpo se va adaptando a ellas a lo largo del tiempo.

En estos días es el tiempo quien nos estructura la vida a la mayoría de nosotros.En realidad es la economía la que se ha asociado en gran medida al aprovechamiento del tiempo. La productividad será la que indique lo que sacamos de él.

El buen o mal manejo del tiempo nos va a llevar a desarrollar desajustes que pueden llevar a provocarnos grandes perturbaciones.

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Dependiendo de nuestro estilo de vida, tendremos una concepción diferente del tiempo. La gestión del tiempo es para esto muy importante. Una parte del tiempo está relacionada con indicadores externos que pueden ser los relojes, el sol, las estaciones del año… pero internamente tenemos una percepción subjetiva del mismo. Dependiendo de nuestra propia mente, nuestra ocupación y ubicación la percepción subjetiva del tiempo puede deformarse en nuestro cerebro.

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Es interesante pensar que la percepción del tiempo es muy diferente dependiendo de lo que estemos realizando en cada momento. Cuando estamos atados a una tarea poco motivadora, en la que no hay novedad ni retos y que nos resulta aburrida, nuestra percepción del tiempo suele ser más lenta y tediosa. Generamos impaciencia y cuanta más gana tenemos de que pase parece que más lento va el segundero.

Algunos psicólogos y neurólogos investigadores han tratado de averiguar qué es aquello que hace que el tiempo se distorsione positivamente y han focalizado los esfuerzos en lo que han dado a llamar estar en “Flow” (estado de flujo). Este estado nos dice que estamos inmersos en una tarea que nos absorbe y hace que el hipotálamo no nos haga darnos cuenta del tiempo que está pasando. Podemos demorar el momento de ir al baño, de comer e ignorar otras necesidades corporales mientras estemos en estado de «Flow«.

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¿Alguna vez habéis sentido que estáis realizando una actividad que hace que cuando miráis el reloj os parece que os lo han robado? Este viene siendo un indicador para saber que esa actividad ha supuesto un momento de «Flow». Este momento se produce especialmente cuando nosotros estamos participando activamente de alguna manera en dicha actividad. Fluir significa realizar aquella actividad que hace que la percepción del tiempo se diluya de modo que no sentimos su paso. Sería algo así como estar anestesiando el hipotálamo, nuestro medidor interno del tiempo. Para que esto ocurra han de cumplirse algunas características como por ejemplo que la tarea en la que estamos inmersos sea muy concreta (con normas de realización claras), que la focalización es plena sin distraernos con nada más ya que no percibimos otro estímulo externo o interno, que nos sentimos competentes y capaces de realizarla, que nos retroalimenta al ver el desarrollo a tiempo real y nos hace sentir una simbiosis con lo que hacemos. Todo ello nos ofrece la sensación de control de lo que hacemos, sensación de avance y progreso. Finalmente una satisfacción. Eso es estar en «Flow». Todo lo que entendemos por artístico (creativo) puede incluirse entre las cosas que nos llevan a un estado de Flow mientras las realizamos.

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Conseguir descubrir en nosotros qué actividades nos hacen sentir la percepción del tiempo distorsionada positivamente es un éxito personal. Descubrir en nosotros estos momentos y buscar repetirlos nos permiten alcanzar un nivel de bienestar óptimo.

Al fin y al cabo el tiempo es esa cuarta dimensión, que unida a las tres dimensiones espaciales nos permiten completar y entender mejor lo es la vida como la conocemos.

No nos olvidemos que la vida está hecha de tiempo, y el tiempo se va volando!

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