La nueva generción de moda ya tiene nombre… Y la verdad es que el naming, viniendo después de los millenials les ha quedado muy deslucido, demasiado obvio, como un follow up de una noche. Se nota que los que los han bautizado son más de la época en la que se hablaba latín que de la que se escribe con hashtags. #notcool

Son la primera generación que ha nacido plenamente en la era digital, vienen con smartphone bajo el brazo; y Youtube y Google son su cultura y su conocimiento. Nacieron entre la mitad de los 90 y los 2000, así que son los primeros nativos digitales reales.
Son más que personas que pertenecen a la era de Internet. Su ADN es mobile, y eso los hace escurridizos Y mucho más conscientes que sus predecesores.

Son la generación del consumo consciente

A diferencia de los millenials, no necesitan poseer para “ser”. No son una generación con ambiciones imposibles, no creen en los sueños que van más allá. No van a la luna y vuelven, son más bien terrenales… más de hacer que de decir. Y la prueba está en que hacen más que dicen. Crean empresas, contenidos y comparten ideas y conocimientos. Entienden la tecnología como lo que ha significado para su generación: una herramienta facilitadora.

Consumen la información que quieren consumir, y no se les encuentra fácilmente. Están más fragmentados que nunca, porque son la generación de la diversidad.

Compran las marcas que ellos quieren, las que consideran necesarias… y no se les engaña fácilmente porque los overpromise no funcionan con ellos. Un 72% de los Centennials considera que tener cosas nuevas está sobrevalorado si ya se tiene todo lo que se necesita. 

Consumen entretenimiento, y lo hacen por Internet, con filtro propio y a la carta. Aunque según el último estudio de JWT, el 69% de ellos aún sigue viendo la televisión, prefieren YouTube en un 70%, y consumen más de dos horas diarias de vídeos en YouTube.

Nos obligan a desaprender todo aquello que hasta ahora sabíamos sobre sus antecesores, porque para llegar a ellos, no contamos con el mismo punto de partida. Han cambiado las reglas del juego. A éstos, no es tán fácil ni tan obvio encontrarlos, y ni siquiera ellos mismos están por la labor de ser encontrados. Tampoco lo ponen fácil. Son una generación disgregada, diseminada por Internet. No son conformistas, ni están obsesionados con el consumo como vía de reafirmación del estatus social. 

Ya no existe un canal para encontrarlos a todos

Facebook ni siquiera les gusta. De hecho, lo consideran el sitio de las madres. Se conectan un par de veces al día, pero no es su red principal. Demasiado convencional, demasiado estática y superficial… demasiado poco cool.
Ya no les apetece ser tan accesibles públicamente, y mucho menos dejar rastro en Internet, pues son conscientes de que ese rastro es imborrable. Ellos prefieren la fugacidad y el juego, como en Snaptchat. Y si dejan rastro, es un rastro creativo.

Han cambiado el punto de vista narrativo: les gustan los relatos en primera persona. Las generaciones predecesoras no entienden ni su humor ni a sus líderes de opinión, que ya no salen de la caja tonta. No entienden de formalismos narrativos, los platós les parecen artificiales, y prefieren un plano hecho con un wide angle, o con una GoPro.

Son libres, pues ya no tienen que retener en su cerebro todo lo que hemos tenido que retener en la cabeza durante generaciones. No les importa saberse todos los ríos de España, porque saben que Google no está en su cabeza, pero sí en su bolsillo. Son internacionales porque nadie les ha impuesto un lenguaje audiovisual doblado desde pequeños, así que comparten rasgos culturales con otros países, por muy lejos que estén, y aunque ni siquiera los hayan visitado. Viven en la era de la globalidad y de la glocalidad a la vez, en la era de los cambios nucleares. Su cultura ya no es la misma que la de otras generaciones, y no se les puede considerar incultos. Porque dentro de unos años, lo queramos o no, pero El Rubius también será cultura, y los códigos de comunicación distintos.

A ellos les mueve el entretenimiento, y las cosas claras. Consumen el contenido por quién lo emite, y les gusta la subjetividad, la frescura y lo natural. Los medios no les importan tanto, ni siquiera la calidad de los vídeos.

A diferencia de los millenilals, su página de inicio ya no es Google, es Youtube, y eso obliga a las marcas  a adaptarse, a escucharles y a entender Internet como ellos lo entienden… no es fácil, sólo algunas pocas lo consiguen…, y en Old Spice, de esto saben mucho.

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