Cartel-3

Estamos acostumbrados a que los grandes relatos salgan de la inspiración de alguna mente creativa, pero el mundo real está lleno de maravillosas historias esperando que sean descubiertas.

Yo soy el primero en preferir que me cuenten la leyenda si es mejor que la verdad. Y si buscamos voces más autorizadas como la del el prestigioso asesor de guión Robert Mackee, autor del libro superventas “El guión”, nos aconseja no escribir historias basadas en nuestra realidad, ya que muchas veces carecen de interés para terceros y no tienen una estructura clara. Pero él mismo reconoce que en ocasiones se cumple esa otra máxima que promulga que la realidad supera la ficción.

Obviamente el documental ha existido en el audiovisual desde sus inicios hace ya más de un siglo. De hecho los hermanos Lumière, creadores del invento, no gravaron más que escenas reales de su cotidianidad, entre ellas la primera proyección en un café de Paris titulada “Llegada del Tren a la estación de Ciotat”. Pero siempre ha sido el hermano pequeño, menos atractivo, carente de glamour y a veces incómodo. Aunque en momentos de lucidez nos haya dejado auténticas joyas para la historia del cine y la televisión, todo parece indicar que es justamente ahora cuando estamos entrando en la gran época dorada de las real stories.

La tecnología encargada de inmortalizar la imagen y el sonido en movimiento se va democratizando exponencialmente, haciéndolos asequibles para un mayor número de realizadores que exploran el mundo a través de su objetivo, drones que sobrevuelan todo el globo terráqueo, miles de millones de dispositivos móviles sedientos de algo memorable con el que destacar en las redes sociales, incontables horas de grabación  alojadas en los servidores y, en definitiva, toda la humanidad, en mayor o en menor medida, buscando respuestas frente una pantalla.

Mucha gente ha disfrutado de títulos como “Senna”, un brillante film que se sostiene con las imágenes reales grabadas por la televisión del campeón de Fórmula 1 brasileño. O “Ammy” que se completa con las cintas cedidas por un amigo que la grabó en las situaciones más íntimas. Pero sorprenden producciones más humildes como “Cartel Land” en la que el intrépido cámara y director Matthew Heineman, equipado con su EOS C300 y con un chaleco antibalas nos narra con pulso firme dos historias reales que nos llegan de una forma pura sobre algunos de los conflictos que vive ahora México.

Incluso cuando nos movemos en el terreno del branding, las historias reales suponen un fuerte aliado. El espectador baja la guardia ante una propuesta honesta que nos habla del mundo real. Muchas veces historias personales con las que empatizan totalmente y en las que se ven reflejados, proponiendo soluciones veraces, consiguiendo mayor engagement y afianzando comunidades con raíces más profundas.

Parece que el mundo es un lugar lleno de potentes personajes y conflictos, grandes pasiones y valiosos aprendizajes. Una realidad que se puede vestir de gala para confundirse con la ficción más exótica y que al mismo tiempo puede ser muy cercana. Dar con una de estas historias puede ser como encontrar un pequeño tesoro, para ello es fundamental tener los ojos muy abiertos a lo que nos rodea. El hombre creo las historias para encontrar explicaciones a la realidad, ahora parece que volvemos a ella para demostrar que vivimos vidas reales.

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