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Cada año por estas fechas, mientras la mayoría apuramos los días de calor asfixiante para compensarlos pronto con unas vacaciones seguro que merecidas, hay en los despachos de las cadenas de televisión temáticas un runrún que parece inofensivo, pero es todo lo contrario. Hace apenas un mes, los programadores de los canales han hecho su peregrinación anual a Los Angeles, a valorar de primera mano las propuestas de los estudios para la temporada televisiva del próximo otoño. Aunque ya hace varios años que la fall season no es ni la única ni la que garantiza los más interesantes proyectos, los upfronts de mayo en LA siguen siendo una cita obligada para arrancar el baile de las negociaciones en la contienda por quedarse con los títulos más codiciados, el pistoletazo de salida para lo que será la batalla de la siguiente temporada. Si tuviéramos que buscar un símil en el mercado futbolístico, sería como el escenario de fichajes de verano, pero sin la posibilidad de ver más que un partido o a veces apenas una jugada magistral del jugador que quieres sumar a tu equipo.

Un episodio piloto, a veces nada más que un tráiler, otras incluso ni eso, tiene que ser suficiente para tomar la arriesgada decisión de quedarse con uno u otro título. Visto desde fuera, parece un proceso sencillo y con lógica. Los productos Fox se los quedan los canales de Fox, NBC los suyos, Warner produce tanto que tiene para todos, si una serie se ha emitido en un canal, su spin off debería seguir el mismo camino. Ninguna de estas premisas son ciertas.

Los estudios, esta vez con su maletín de distribuidores y vendedores de derechos, quieren maximizar la rentabilidad de su catálogo, así que harán lo posible por vender en las mejores condiciones. Los canales están limitados por temáticas, no todo encaja, no todos son generalistas, y a veces, las muchas, tienen límites presupuestarios que les llevan a hacer encaje de bolillos y desear la cancelación de una serie floja que permita invertir en otra nueva, aunque con la incertidumbre de si la novedad correrá el mismo destino que su antecesora. A veces sí se cumplen los deseos, y los estudios deciden proteger sus productos y sus canales al mismo tiempo. Este año, por ejemplo, en el que además el otoño traerá el tan cacareado desembarco de Netflix, se darán situaciones curiosas, como que este servicio arrancará sin sus productos estrella (House of Cards u Orange is the New Black, en poder ambas de Canal +), o como que el spin off de The Walking Dead, Fear the Walking Dead, no se verá en Fox sino en el canal local de su casa madre, AMC. Y no serán los únicos ejemplos.

El tema de los derechos territoriales de distribución del audiovisual, sobre todo en su vertiente de series y cine, es posiblemente una de las madejas más complicadas de desenredar del sector. Los nuevos dispositivos y servicios de los operadores, que han traído consigo formas de consumo bajo demanda y multipantalla que evolucionan a una velocidad vertiginosa, no han venido más que a complicar todavía más este embrollo. Si en los primeros años el reto era poner tarifas a servicios que eran casi desconocidos o residuales, ahora, y desde el punto de vista de los canales, que es el mío, se vive la dificultad de poder asumir el coste de todos y cada uno de ellos: la emisión lineal tiene un coste, el catch up otro, el VOD otro. La temporada previa de una serie que estrena una nueva, para que el espectador pueda retomarla desde el principio y no desanimarse ante el estreno de una segunda o tercera temporada, tiene otro precio también. Y los espectadores al otro lado, que no entienden ni tienen por qué entender de derechos y licencias, piden disponibilidad de sus contenidos favoritos en cualquier momento, en cualquier soporte, con la posibilidad de retomar cuando estén dispuestos a hacerlo. De desenmarañar ese embrollo, y ofrecer el máximo de servicios al precio más competitivo va todo este lío ahora. Los estudios tienen que rentabilizar su inversión para, entre otras cosas, reinvertirla en nuevas producciones. Los canales quieren seguir siendo propuestas editoriales que ayuden al espectador a no ahogarse en esta sobreexposición a cientos de títulos. Y los espectadores lo quieren todo, ya, y al mejor precio.

Maldecir el lío en lugar de desenredarlo no servirá de nada. Las soluciones creativas se imponen. A lo mejor no todo tiene que estar disponible en lineal, a lo mejor tampoco tiene sus horas contadas la cita semanal para sentarse en torno a la caja tonta, sólo hay que variar la propuesta y hacerla atractiva. Mientras tanto, un aperitivo de lo que viene en los próximos meses en cuanto a series, así, sin ver más que las primeras imágenes, y sin pretensión de acertar con las que pasarán a las videotecas de los más selectivos. Y sin incluir a los canales de cable o a la producción europea, que tantas alegrías nos dan todo el año a los seriéfilos. Felices vacaciones. Feliz temporada.

Blindspot

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Scream Queens

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The Grinder

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Supergirl

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Expediente X

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