
Photo credit: andres.thor via Foter.com / CC BY-NC-SA
Aparco para la próxima vez un post más extenso sobre el fascinante mundo de los tutoriales en video y de la autoformación por Internet en general para tratar un tema reciente que me subleva un poco.
Las fechas navideñas son ya un recuerdo pero, pese al tiempo transcurrido, aún me dura la sensación de empacho desde entonces. No me refiero al empacho de comidas y excesos varios, que también, sino a otro tipo de empacho, más virtual y visual
Star Wars. Star. Wars.
Pues resulta que, por si no se había dado cuenta nadie, se estrenó en diciembre una nueva entrega de la famosa saga. Una entrada canónica en el universo narrativo transmedia más caro del mundo. Al batiburrillo de comunicación habitual en estos casos (frikis acampando en la puerta del cine, defensa esforzada contra spoilers, etc.) se añadía un componente emocional nostálgico para padres treintañeros y cuarentones que tenían, por fin, la oportunidad de llevar a sus hijos a ver “la nueva de La Guerra de las Galaxias” y compartir con ellos un pedacito de infancia.
Un momento estelar para las generaciones Peter Pan. Hasta aquí, bien: todas las fechas navideñas por delante para encontrar hueco para ir y hasta comprar algo de merchandising para exhibir en la sala todo un despliegue de cosplay familiar. La familia que consume unida permanece unida.
Campaña prevenida vale por dos
Las noticias sobre la película llevan lloviznando desde hace años. Que si dirigía Fulano, que si salía Mengano, que si sacaban de la cámara hiperbárica a Zutano para aparecer, que si un video de YouTube profetizaba la trama, que si el Comic-Con… Lo de siempre, con el interés adicional (para cualquier profesional de la comunicación) de que que era el cártel Disney el propietario y responsable del lanzamiento. Lo normal.
Pero fue pasar el verano y empezó el bombardeo. Redes sociales, prensa especializada, presencia en puntos de venta y hasta telediarios. Memes oportunistas, interpretación en clave política, y más y más juguetes de la franquicia desplazando de forma posesa secciones enteras en las tiendas. La campaña de Star Wars lo abarcaba absolutamente todo, estaba presente en todas partes y llegaba hasta a colarse en las conversaciones cotidianas: ubicua, absorbente, monopolizadora, pelín ridícula y muy cansina.
Haters gonna hate

Dadas las circunstancias, puedo saltarme los protocolos de disponibilidad de la imagen. No obstante, proviene de http://distractify.com/humor/2015/12/13/mariam-space-wars-i-mean-star-wars
Finalmente llegó la fecha del estreno mundial y la peli resultó ser… Bueno, una peli. No voy a entrar aquí a comentar sus valores y carencias cinematográficas, podéis sospechar mi opinión. Baste decir que creo que, por fin, he terminado de superar mi infancia.
Y la gente empezó a llenar las salas y verla. Las redes sociales se convirtieron en un auténtico buscaminas cuyo objetivo era evitar que nadie te la reventase, y el HT #SpoilerAlert estuvo danzando en las listas de Trending topics durante semanas.
El Despertar de la Fuerza se había convertido en un fenómeno sociológico y superaba los mil millones de recaudación (lo que llaman los americanos un billón) y a la mismísima Avatar en apenas días. Misión cumplida. La campaña había tenido un éxito indudable y podía darse por felizmente concluida.
Pero eso no fue lo que ocurrió.
Todas las marcas que se han arrimado en un momento u otro al subidón del vórtice Star Wars aún no habían terminado de hacer caja. No al menos hasta pasar la fecha de Reyes (no te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena, jamás). Y la sobreexposición continuó. En la tele. En los banners. En el Mercadona. En las perfumerías. En la FNAC. En las sex-shop.
Cada vez que alguien, aburrido ya, decía algo públicamente en contra de la película o de la franquicia, era duramente atacado. Como ejemplos, cabe citar el del crítico crítico Andrew O’Hehir, que se explicó como pudo en éste artículo tras recibir toda clase de insultos y alguna amenaza de muerte. O el más hilarante de Neil Cavuto, presentador del programa Coast to coast de Fox, que en mitad de una entrevista política se metió en un jardín, no por hablar de desigualdad, paro o depresión, sino por decir que la nueva peli de Star Wars era estúpida porque no la había hecho Fox. Le cayeron las del pulpo, claro, un jardín del que aún no ha terminado de salir.
Hasta el mismísimo Tarantino denunció que le habían tangado con el reparto de salas de proyección en favor de el Episodio VII, estorbando gravemente el estreno de The hateful eight.
¿Cuándo una campaña se pasa de la raya?

Imagen procedente de http://imgur.com/gallery/xTqzKYO
Está claro que, con el éxito que ha tenido la campaña de El despertar de la Fuerza, no cabe esperar que ni Disney ni ninguna de sus competidoras vaya a moderarse en sus próximos lanzamientos. Sólo de Star Wars hay prevista producción más allá del 2020, pero es que Marvel tiene un calendario aún más denso. Y los productos siguen generando beneficios, haciendo crecer a sus compañías productoras y condicionando los contenidos de todo el mercado audiovisual para satisfacer esa corriente de pensamiento de influencia creciente, que tiene en el Comic-Con su capital y de nombre nerdism (literalmente: empollismo).
De nada serviría atacar al gigante. Además de su propio poder, digno del Lado Oscuro, Star Wars cuenta con un ejército de fanáticos que convierte a los Beliebers en tiernos adolescentes (un momento, se supone que eso es precisamente lo que son los Beliebers). Fanáticos capaces de gastarse un sueldo medio español en un disfraz o un muñeco de colección, deseosos de conservar intactas sus ilusiones infantiles y también, por qué no, su inversión.
Pero nada dura para siempre. Y si no, que se lo digan a las cadenas de fast food con los palos en forma de juicios y debate público que les estan empezando a caer en USA por los supuestos efectos de la sobreexposición publicitaria en la obesidad infantil.
Lo único que puedo hacer como simple consumidor es intentar guarecerme del bombardeo. No me entendáis mal, iré a ver el Episodio VIII con la misma naturalidad con la que seguiré escuchando a Bowie pese a su propia sobreexposición (que sí, que lo he pillado, no hace falta que volváis a poner Changes al hablar de los cambios políticos en España: propongo a Black Sabbath, Tracy Chapman, Blind Melon o Jack Johnson de sustitutos). Pero sospecho que toda esta forma de lanzar y comunicar se parece mucho a una burbuja y, antes o después, estallará…
Calendario de proyectos y futuros lanzamientos del universo Star Wars según El País. Curiosamente, apenas menciona los videojuegos
http://elpais.com/m/cultura/2015/12/16/actualidad/1450251243_018188.html
En España, la oposición a El despertar de la Fuerza ha estado liderada por este artículo de Jotdown. Además de los comentarios, numerosos blog han publicado respuestas discutiéndolo. Los hay que razonan que el Episodio VII no es tan malo porque la trilogía original no era tan buena. Maravilloso.
Spoiler alert, claro (aunque si aún estás en situación de que te hagan spoilers, tú ni eres fan de Star Wars ni eres na).
http://www.jotdown.es/2015/12/star-wars-vll-el-despertar-del-enganabobos/
El cabreo (justificado) de Tarantino: con las cosas de comer no se juega
El pueblo contra George Lucas. Arrancando de la fórmula procesal, este documental analiza la decepción de muchos fans de la trilogía original haciendo hincapié en el hecho de que una obra tan universal siga siendo totalmente controlada por su autor (ahora sus compradores) sin ninguna consideración por lo que constituye de hecho una obra de dominio público.
Si el marketing oficial de la franquicia es absurdo, qué decir del apócrifo
http://distractify.com/humor/2015/12/13/mariam-space-wars-i-mean-star-wars
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