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Ha tardado más que otros medios, pero la radio española inicia 2016 con una identidad digital cada vez más reconocible gracias al asentamiento de las emisiones online (abanderadas, es cierto, por iniciativas ajenas a la industria tradicional), a la consolidación de las plataformas de música bajo demanda (que siguen ampliando la experiencia del usuario con innovadores aditivos) y a la normalización del smartphone como dispositivo dominante en el acceso a contenidos de ocio y entretenimiento, entre los que el audio —ayer mismo se enfatizaba en este blog— representa ya una parte sustancial del menú.

Esa integración en el entorno digital está exigiendo al medio sonoro introducir estrategias discursivas complementarias a las específicas de su lenguaje (palabras, músicas, efectos y silencios): en Internet la radio ya no es invisible, ni fugaz ni irreversible, ¡todo lo contrario!, y la legendaria resiliencia hertziana parece ahora supeditada a su capacidad e imaginación para incorporarse al nuevo ecosistema sin perder (ni descuidar) su clásica esencia. Algunas de esas inercias ya instituidas y llamadas a ampliarse en los próximos meses se describen brevemente en el post de hoy.

1. Radio no lineal

Aquellos heterogéneos programas en las parrillas “mosaico” de los primeros años del medio podrían servir casi un siglo después de modelo en el diseño de la programación contemporánea: las estrategias para cautivar a una audiencia acostumbrada al “aquí y ahora” no parecen hoy congruentes con bloques de seis horas basados en la emisión en directo, ni siquiera dependen sólo de afamadas estrellas y voces. Ante los profundos y constatables cambios en los comportamientos de escucha los operadores de radio están obligados a impulsar —siquiera como secciones— la creación de contenidos con guión y producción elaborados, atemporales y susceptibles de consumo diferido sin dejar de alimentar en los oyentes un sentimiento de comunidad.

Sobre tales virtudes se está afianzando el florecimiento del podcasting, que vive una auténtica era dorada y se constituye en seria ¡y Serial! alternativa al mercado tradicional, más aún con el anunciado respaldo de Facebook. Además, la apuesta por contenidos no lineales abre opciones para la externalización y la producción independiente (hasta la BBC asume la conveniencia de fijar un porcentaje de ocupación en su parrilla para este sector) en un mercado hasta ahora tan centralizado como el español donde, sin embargo, empiezan a desarrollarse estimulantes proyectos colaborativos.

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2. Radio visual

Aunque ya trataba de exprimir su potencial visual en la era analógica con espectáculos cara al público o la retransmisión por la tele de ciertos espacios, el entorno digital ha proporcionado al medio sonoro una ventana aún más eficiente para proyectar su mensaje: la pantalla del móvil. Consciente del impacto de la imagen como herramienta para extender su marca, la radio suma ahora al relato oral un tratamiento audiovisual todavía en construcción en el que amplifica su eco y seduce especialmente a ese público con menor hábito de escucha y alta propensión al consumo de vídeo: los niños y adolescentes pasan cada vez más tiempo en You Tube, y por ello el responsable del área de radio visual (sí, ¡ya existe ese perfil profesional!) de BBC Radio Joe Harland explica que su emisora edita en vídeo los contenidos más destacados para conducir al target más joven hacia la escucha de radio.

Las experiencias en España se abren a públicos más amplios: ya es habitual difundir en directo entrevistas relevantes (no sólo políticas, también en programas deportivos), y durante las últimas campañas electorales se han ‘televisado’ numerosos debates radiofónicos a nivel estatal, autonómico y local. La emisión visual no sólo refuerza el tratamiento informativo o expande el impacto publicitario (el branded content como fórmula de financiación radiofónica se amplifica si el logotipo se muestra en pantalla), sino que se convierte en un lenguaje ideal para géneros como el humor (encomiable el experimento multisoporte de Oh My LOL) o la música utilizada para generar la participación del público y su acercamiento al artista ¡y al disc jockey! (meritoria la realización para web y dispositivos móviles de Del 40 al 1 con el aditivo de contenido visual exclusivo sólo en la difusión online). Se adivina un horizonte salpicado de nuevas iniciativas con el reto de equilibrar las narrativas visual y sonora para no menoscabar la identidad original del medio.

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3. Radio guiada

Ausente en publicaciones impresas (y electrónicas) una guía clarificadora sobre lo que emite la radio, y en espera de que la industria española diseñe una plataforma unificada de acceso a todas las emisoras (más allá de los prototipos que han intentado emular la exitosa experiencia del británico Radioplayer), las aplicaciones para móviles de cada operador se erigen en el único servicio personalizado para saber qué escuchar y hacerlo en directo o a la carta. La mejora en las redes de datos y en la capacidad de los dispositivos ha contribuido a la inclusión de un amplio repertorio de servicios en torno a la radio que enriquecen su escucha e incluso impulsan el deseo de sintonizarla. Por cierto, ¿se sintonizan las emisoras online?

Las recientes actualizaciones han convertido las apps de los principales grupos privados (SER, COPE y Onda Cero) en mucho más que players de la emisión en vivo con acceso a cualquiera de las señales territoriales de cada cadena: junto a las referencias de programas, contenidos y horarios, así como al catálogo de podcasts, el usuario tiene a su disposición datos, imágenes y vídeos sobre la actualidad informativa general y sobre la generada en los principales espacios de la cadena (resúmenes, secciones, entrevistas…). Además, la interfaz incorpora prestaciones de una guía audiovisual digital que combina avances y recomendaciones sobre próximos espacios con notificaciones que van desde la ‘última hora’ periodística hasta la invitación a escuchar un documento sonoro recién subido a la web (“los cinco sonidos que debes escuchar a esta hora en COPE”). Es tal la efectividad de este recurso textual (ráfaga sonora de aviso incluida) que en determinadas situaciones —un resultado deportivo o el número premiado en la lotería— llega a sustituir la demanda del sonido, aunque potencia el valor de la inmediatez radiofónica e incrementa los vínculos emocionales con el emisor.

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4. Radio humanizada

Ya contamos aquí que la radio musical, erigida y cimentada sobre la credibilidad del disc jockey como prescriptor, ha visto reducida su influencia frente al exponencial crecimiento de las plataformas automatizadas de streaming (Spotify a la cabeza) debido a la pérdida de iniciativa para descubrir nuevos títulos/artistas y a su renuncia a locutores capaces de establecer una comunicación con el oyente más allá de la simple difusión de canciones. Ésa fue precisamente la baza de Beats 1, la radio online que Apple puso en marcha en junio de 2015 para ‘reinventar’ el formato más básico de esta especialización: éxitos contemporáneos emitidos con cobertura global y recomendados por presentadores con carisma —el que antes se habían ganado en la radio, como Zane Lowe— junto a músicos de reconocido prestigio (Elton John, Drake, Pharrell Williams, St. Vincent…).

Como apunta Raúl de Tena, Beats 1 encarna un modelo solvente de radio para el siglo XXI al combinar el directo con programas bajo demanda que pueden escucharse tal y como fueron emitidos (saltándose incluso fragmentos no deseados) o en forma de playlist en la que las canciones se suceden sin la voz de los presentadores. Se trata, por tanto, de conciliar y no excluir opciones, pues la experiencia revela que es la personalidad única del disc jockey y no la selección musical imitable la que atribuye la identidad a una emisora y sirve de reclamo cuando el oyente necesita algo más que una canción: ante el fallecimiento de David Bowie la radios de música adulta recuperaron el protagonismo porque aportaron un valor añadido del que carecen los agregadores digitales… todavía: Spotify, que ha fichado al programador de contenidos de BBC Radio 1 y 1Xtra (formatos musicales líderes entre el público juvenil) para dirigir su estrategia de curaduría en el Reino Unido, acaba de lanzar Go Behind the Lyrics, una herramienta que facilitará el contexto de las canciones reproducidas e incorporará anotaciones de los artistas y contenido de los usuarios. ¿Hacen falta más estímulos para que la radio musical reaccione?

5. Radio viral

Sí, el audio es el formato que todavía presenta mayores dificultades para ser compartido como tal, pero mientras se implantan y popularizan herramientas que le ayuden a expandirse (Clammr, soundBYTE, Radio CUT…), la radio ha asimilado la relevancia de estar presente en las redes sociales como fórmula para la promoción de locutores y espacios, la captación de oyentes y la viralización de los contenidos: resulta abrumadora la activa presencia en este entorno —de manera singular en Twitter— de cadenas, presentadores, programas y hasta secciones en cuyos perfiles se comparten datos, imágenes, vídeos, enlaces, intervenciones de oyentes, matizaciones, rectificaciones, anuncios, recordatorios, avances…

Las estrategias de posicionamiento social a partir del hashtag, la invitación a interactuar desde estos canales y las recurrentes pugnas por alcanzar un Trending Topic aparentemente determinante (aunque irremediablemente efímero) han dotado a la radio de una inusitada visibilidad entre los internautas españoles, muy proclives a la participación en redes: el 81% dispone de perfil en Facebook, el 43% en Twitter y el 27% en Instagram, la plataforma de mayor crecimiento en 2015 (que, junto a Snapchat, se apuntan como próximos objetivos para captar y retener a los oyentes más jóvenes). Sabedores de este contexto, cada vez se perfilan con mayor definición estrategias sociales donde se exprimen al máximo la hipertextualidad y multimedialidad de Internet; no por nada en el entorno digital la viralidad se puede cuantificar, potenciar, exprimir ¡y comercializar! Ahora que ya es digital, la radio debe aprender en 2016 a explotar esa cualidad… y a rentabilizarla.

Imagen de cabecera: Patrick Breitenbach/Flickr

@luismipedrero