Se ha escrito en innumerables ocasiones cómo los smartphones han cambiado nuestra forma de vida, nuestra forma de comunicarnos y, en general, la mayoría de nuestras costumbres, ¿pero por qué hemos dejado que esto pase? ¿Realmente nos hace más libres, más interesantes, o más inteligentes? O lo que realmente pasa es que -sin querer- estamos enganchados a un espacio digital 24/7 everywhere que nos cabe en la palma de la mano donde se almacena más información de la que eres capaz de memorizar…

Parece mentira que tan solo un par de lustros estuviéramos presenciando la Revolución Industrial y de nuevo estemos inmersos en otra revolución: la Era digital,  para la que ya hemos adaptado nuestras vidas y sin la cual no concebimos nuestro mundo.

¿Quién no se acuerda de su primer móvil? Posiblemente según estas leyendo esto, te vendrá a la cabeza el primer contacto con aquella «antigua» tecnología: un teléfono móvil que servía para lo que realmente se concibe (hacer llamadas y recibirlas). Aunque las grandes empresas de desarrollo mobile ya se dieron cuenta de que, si el móvil se hacia imprescindible en el día a día, no solo en el ámbito de los negocios, tenían entre sus manos la gallina de los huevos de oro.

Mi smartphone hace de todo: me despierta por las mañanas, me avisa del tiempo, me da la hora, graba vídeos y los monta al mas estilo Buñuel, hace fotos y parezco más guapo, me da las noticias, los resultados del fútbol, guardo notas, recibo y mando e-mails, controlo mis ingresos/gastos, me ayuda con mis entrenamientos, me geolocaliza y para más inri hablo con él y me contesta.
Pero todo esto es la puntita del iceberg, ya que todas estas «aplicaciones» nos vienen de serie con el propio terminal.

Pero si nos entretenemos en bucear en el amplio mundo de las Apps podremos configurar nuestro smartphone para que sea una herramienta mucho más poderosa, una herramienta que más cerca de hacernos autosufientes nos vuelve más vagos.  Una simple descarga y traducirás cualquier texto desconocido sin necesidad de un curso intensivo de bielorruso, otra descarga y las constelaciones no serán un secreto para nosotros, una simple búsqueda y el año de la caída del muro de Berlín aparece en la pantalla en pocos segundos, así es, nos hace más capaces de saber información al instante pero menos prácticos.

La gran realidad de esta nueva sociedad es que toda nuestra vida está dentro de un aparato y somos DEPENDIENTES.

¿Te sientes desnudo cuando, por un momento, sientes que smartphone no está en tu bolsillo? Un error de cálculo y tu «personal life» está olvidada en la mesa de trabajo o en la mesilla de noche. Más drama aun si lo has perdido o te lo han robado.

Durante los últimos cinco años el uso del smartphone ha ido aumentando de forma exponencial al igual que nuestra dependencia, y esto no sería alarmante si los estudios no aseguraran que un español medio revisa su smartphone unas 150 veces diarias.

La forma en la que vivimos o experimentamos todos los aspectos de la vida ha cambiado, estamos continuamente conectados a una red infinita de información y contactos, pero cada vez somos más solitarios, porque solo hace falta que levantes la vista de tu pantalla y verás, que en el transporte público, en los restaurantes, o incluso en tu propia casa con la familia, hemos sustituido las conversaciones por la actualización del estado en nuestras redes sociales.

Y aquí, sentado en sofá desde mi tablet, no puedo hacer otra cosa que redimirme y pensar en que la sociedad está en un punto de adaptación y cambio, en el que encontraremos dos extremos:

– Ahogarnos en la dependencia tecnológica

– Tomar el poder con ambas manos y pensar que, la tecnología lejos de cerrarnos puertas nos abre grandes ventanales hacia el conocimiento y la innovación, otorgándonos la decisión final de cómo utilizar y aprovecharla de una forma sensata.

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