En el principio los contenidos eran cortos.

En la primera presentación del cinematógrafo en 1895, los hermanos Lumiere exhibieron una selección de 10 filmes de unos 50 segundos de duración, limitada por la longitud de los filmes de 17 metros con los que trabajaban. Después de 120 años, los contenidos cortos vuelven a estar en la zona caliente, aunque por razones diferentes.

 

Con el tiempo se hicieron largos.

La industrialización de el cine y la televisión, llevó a que los contenidos audiovisuales tuvieran un duraciones estandarizadas para facilitar su comercialización y exhibición. A través de los años duración media de las películas ha ido en gradual aumento, desde los 90 minutos de duración que promediaban en 1930 hasta los 120 minutos de la primera década del siglo XX.

 

Los contenidos cortos quedaron relegados.

Fuera del circuito comercial, de los festivales y de los grandes premios, los cortometrajes han vivido en el patio trasero de los géneros menores, como credenciales de aspirantes a hacer algo grande e importante, como si las grandes historias fueran determinadas por los minutos que ocupan. Así, hemos visto cantidad de cortos excelentes que se estiran insoportablemente para ganarse el respeto como largos. ¿Quién no ha salido del cine después de 90 minutos pensando en plan “esta historia se hubiera podido contar perfectamente en 7 minutos”? Pues eso.   

 

El renacer de los short-forms.

En 2005 nace YouTube con la limitante de 10 minutos de duración de sus vídeos. En 2007 se lanza el iPhone y con éste el consumo en modo-snack poblado de vines (DEP), GIFs y Snapchats. Youtube se llena de webseries, herederas del patio trasero de los cortometrajes y de YouTubers, que revolucionan el patio con videos cortos y que la propia plataforma  incentiva a sus creadores para que hagan videos más largos.

 

El segundo estigma: no solamente es corto, sino además es cutre.

“Necesitamos un video sencillito, es para internet” Quienes empezamos a trabajar en vídeo online en la década pasada comprenderán la lucha de hacer entender a la gente que el vídeo en internet no es equivalente a video de mala calidad, ergo de bajo o nulo presupuesto, Es verdad que en un principio con el ancho de banda y las pantallas móviles sin HD, no se necesitaban facturas de lujo, primaba la agilidad y cercanía del mensaje. Ahora en un mundo 5G y 4K, no sólo hay que ser ágil y cercano, como comentaba ayer Sonia Got, pero también vale la pena equiparse con una Red o una Alexa.

 

Paquita Salas mató a la webseries, para bien.  

Hace apenas dos años Paquita Salas era presentada como webserie en Flooxer, que entonces se posicionaba como plataforma de webseries. Hoy Paquita Salas es una señora serie que vive en Netflix, casa de House Of Cards, serie que hace cuatro años Paula Hernández preguntaba si era también una webserie. Hoy el término webserie es obsoleto, gracias al cielo. Netflix y Amazon prueban suerte con formatos cortos, el consumo de historias a través de internet arrasa, da igual su duración.

 

El público consume, la incógnita es el modelo.

Con el paso de los años se han generan cada vez más serias apuestas por hacer contenidos cortos, como son los casos de The Scene de Conde Nast Entertainment, Vice, Buzzfeed, Vox y Fusión, herederos de Revision3, engullida y deglutida por Discovery Digital Networks, y también casos fallidos como el de AwsomenessTV, y se llega a hablar incluso de que revienta una burbuja del short-form. Si bien la tendencia creciente en las tasas de consumo son innegables, la incógnita sigue siendo es el cómo darle un valor estratégico y hacer negocio con los formatos cortos. Aquí empieza el próximo post.

Actualización vía Paco Asensi: Jeffrey Katzenberg (la antigua K de Dreamworks SKG) y Meg Whitman acaban de levantar 856 millones de dólares para su proyecto de NewTV, una plataforma de vídeos de menos de 10 minutos de duración. Seguiremos informando.

Roger Casas-Alatriste es el fundador y director de El Cañonazo Transmedia