Esta semana he tenido sesion intensiva de fashion films y – como suele pasar en estos casos –  he tenido tiempo más que de sobra para reflexionar entre rodaje y rodaje. Y, mientras veía como el fotógrafo pasaba su cámara del modo disparo a la ráfaga y la grabación, me venía a la mente cuánto ha cambiado el mundo de la moda con el boom del vídeo.

Puede que haya quien añore aquel glamour añejo de los lookbooks y los catálogos de colección, con sus tapas duras, sus fotos megaphotosopeadas y sus escenas en algunos casos dignas de galería de arte. Piezas en las que cada fotografía rebosaba de estilismo y perspectivas a las que, tal vez, el movimiento nos obligara a veces a renunciar (o al menos, nos impide plasmar con la misma precisión que un disparo estático). Y es verdad que aún hoy muchas marcas siguen manteniendo el catálogo entre los must de su estrategia de marketing.

Pero todos sabemos las consecuencias que hay detrás de un lookbook. Su alto coste de producción lo convierte en una pieza codiciada, pero nos impide hacer tiradas masivas que nos den mucha cobertura entre el target de la marca. Además, el papel tiene sus evidentes limitaciones para ser re-distribuido. Y, por descontado, la capacidad narrativa de un lookbook no deja de tener sus limitaciones…

Todos estos problemas quedaron en su día solventados de un plumazo con la efectividad que nos ofrecen los cortos de moda. Pero hay más, mucho más.

El fashion film nos permite mostrar una variedad de modelos infinitamente mayor. Nos ayuda a insertar en la pieza los valores de la marca o a integrarla con sus códigos y/o publicidad convencional de una forma lógica, a través de la banda sonora o de la integración de recursos gráficos, por poner dos ejemplos.

Y, por encima de todo, es una herramienta imprescindible por el altísimo poder de viralización que tiene. Al fin y al cabo, qué demonios, estamos hablando de vídeo; es el contenido favorito para los usuarios de redes sociales. Y el que más se comparte. Y el que más consumimos.

El 57% de los usuarios de redes sociales españoles lo hace a diario; cada minuto se suben 120 horas de vídeo en Youtube en el mundo y en 2014, los views de vídeo en Facebook crecieron un 75% y su viralización se multiplicó por tres. Y esto no hace más que aumentar; tanto que, en 2019, el vídeo supondrá el 80% del tráfico mundial en la red, según CISCO.

En este contexto, el fashion film es uno de los contenidos más potentes, atractivos y deseados que una marca de moda puede crear y transmitir a sus seguidores. Iniciativas como la Madrid Fashion Film Festival, que ya anda por su tercera edición, dan una clara muestra de las altas expectativas que este formato está despertando en la industria.

Pero todo esto ya lo sabíamos… En Innovación Audiovisual no nos interesa tanto lo que está sucediendo hoy como lo que va a ocurrir mañana. Y el mañana, en el caso del fashion film tiene un nombre que nos resulta familiar: realidad virtual.

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EL DÍA EN EL QUE EL FRONTROW SUBIÓ A LA PASARELA

Si el fashion film nos permitió dejar de ser espectadores pasivos de bodegones y editoriales de moda, para ponernos en la piel de los que se sientan en primera fila durante un desfile, la realidad virtual nos va a permitir dar un paso adelante y bucear en lo que sucede arriba de la pasarela con todo lujo de detalles. Y eso, en el campo de la moda, es un valor inconmensurable.

Cuando en un momento, te levantas de tu asiento en la semioscuridad del copión y te metes en el plató para dar una vuelta alrededor de los modelos y decidir cuál es el mejor plano para mostrar en su plenitud determinado producto, es cuando te das cuenta de que esa misma situación es un lujo que muchos espectadores no van a poder disfrutar. Y eso es terrible.

Para poder visualizar en todo su esplendor y lujo de detalles cómo te va a sentar determinada prenda o complemento, necesitas visualizarlo en 3D. Necesitas verlo por delante, por detrás, de lado, estudiar los matices y adornos, estudiar las costuras, observar los pliegues, las caídas de la tela, el escote y la espalda, el largo… una infinidad de detalles puntuales que resultan extremadamente difícil de dejar todos plasmados con la cámara en movimiento.

La realidad virtual solventa este gap. Nos ayuda a interactuar con los modelos, a conocer a fondo el producto, a intuir con mayor profundidad cómo es y cómo nos quedaría. Francamente, un buen fashion film en el que hayamos integrado una buena explotación de la realidad virtual hace que el showroom se nos quede casi, casi obsoleto… ¿no os parece?

Ni falta hace decir que el potencial narrativo de la campaña se multiplicaría por mil. Dejaremos de ser espectadores planos para descubrir en su plenitud el universo visual que la marca nos propone. Y nos facilita la construcción del storytelling que hay detrás del fashion film y lo lleva a un paso superior. Lo hace creíble, cercano y accesible a cualquiera que desee consultarlo.

DETRÁS DE LA CÁMARA HAY UNA TIENDA

Ya solo nos queda un paso: saber qué modelo estamos viendo, cuánto cuesta… y comprarlo. Esta es otra de las grandes oportunidades que nos ofrece el fashion film: insertar scripts en cada modelo y enlazarlos al e-commerce de la marca. Es lógico, ¿no?

Si el fashion film nos muestra nuestra colección como nunca hemos sido capaces de transmitir al gran público y la realidad virtual nos ayuda a meternos en la piel del modelo y “sentir” el producto, solo nos queda cerrar el círculo y solventar uno de los grandes problemas que muchos fashion films obvian de una forma absurda y alarmante:

¿Qué modelo estoy viendo? ¿Cómo se llama? ¿En qué colores está disponible? ¿Qué tallas tiene? ¿Cuánto cuesta? ¿Dónde puedo comprarlo? Acabo de verlo; aquí y ahora. Me ha gustado, he sido seducido y he quedado enamorado. En otras palabras, quiero COM-PRAR-LO. ¿Me vas a dejar con las ganas???

No hay una oportunidad similar. Y sí hay cien soluciones técnicas para conseguirlo. Desde identificar el producto en subtítulos hasta integrar estructuras de enlaces en Youtube o en nuestros propios medios. Da igual porqué opción optemos pero, sin ello, estamos haciendo el canelo.

Que aunque a muchos se les escape o anden perdidos en las nubes del Olimpo de la creatividad, para eso estamos aquí; para ayudar a nuestros clientes a vender más. Haciendo sus marcas más seductoras. Enamorando a sus clientes. Despertando su interés. Creando un halo de glamour, empatía y emocionalidad. Y ofreciendo, amable pero sugerentemente la compra de lo que exponemos.

El fashion film nos permite hacerlo realidad. La realidad virtual multiplica su eficacia exponencialmente. Y la integración del flujo vídeo-ecommerce cierra el círculo y el funnel de conversión. Y a eso, amigos míos, se le llama PU-BLI-CI-DAD. Amén.

@victurs