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Hace tiempo que me llamo la atención a mí misma. Constantemente.

A veces me escribo en la mano apretando bien con el Pilot, para que no se quite bajo la ducha. Otras me dejo notas en lugares donde me molesten y así cabrearme cada vez que éstas interrumpan mis tareas. Incluso he llegado a ponerme incordiosos fondos de pantalla con mensajes, a programar irritantes alarmas o a cansarme viendo mis post-it. Al puro estilo Memento.

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Y es que cada vez me es más difícil prestar atención, recordar mis tareas, imponerme otras y cumplirlas. Cada vez me cuesta más mirarme en el espejo sin ver ojos, boca, nariz, pelo en vez de ver una María que está y no. Lo que más me preocupa es que si el autospam me resulta inútil en un 90% de las ocasiones (esto ya lo ha demostrado alguna universidad estadounidense) más inútil aún me resultan los millones de estímulos que recibo a lo largo de un mes.

No voy a mentir cuando durante cualquier producción audiovisual termino pensando en qué me voy a poner mañana. Y es que cada vez más me cuesta entrar en ese “estado de flujo”, como diría mi querido Goleman, en el que el mundo desaparece y mi atención se focaliza en algo. También tratado por William James, un mito de psicología, cuando define “atención” como “la toma de posesión, por la mente, de un modo claro y vívido, de uno entre varios objetos o cadenas de pensamientos simultáneamente posibles”.

Ahora bien, en el mundo de la publicidad, comunicación audiovisual y nuevas tecnologías necesitamos ese call to action, ese fluorescente o ese teaser espectacular que haga de nuestra webserie, anuncio, cortometraje o lo que sea retenga la atención el máximo posible. Para ello desvelaré algunos consejos con los que ayudar a nuestro público a focalizar la atención que he recopilado a lo largo de mis lapsos de concentración:

1. Evita desperdigar el hilo de narración

Al puro estilo seriéfilo de ‘Lost’ no empieces hablando de peras y las sumes con manzanas. Que el hilo conductor sea claro desde principio manteniendo la coherencia y consistencia de la historia.

2. No satures de información

“Lo poco agrada, lo mucho enfada”, como dice la paremia. Odiamos destacar la esencia a la par que aburrimos con los detalles. Sobrecargar con pequeños momentos, descripciones y puntualizaciones al lector, al usuario, al cineasta, al seriéfilo, al telespectador, al radioyente, a la masa, al público, al receptor…. cansa, ¿verdad?

Es mucho mejor que los detalles sean eso: detalles y queden intrínsecos en el buen relato.

3. Haz de espejo emocional

Cada vez está más claro que un alto porcentaje de nuestras decisiones se basan en aspectos emocionales. Una de las mejores herramientas para generar atención (o para distraer, según se mire) es que toquen tu lado emocional, por ejemplo, mencionando tu nombre.
Este simple vínculo emocional considerado personal e íntimo te haría atender o desatender a casi cualquier tarea que estés haciendo.
Pero, ¿no es esto de lo que trata la premiada ‘Her‘? La tecnología emocional.

4. Novedad e intensidad
Son claves durante los primeros segundos de atencion. Cuidado con no generar hábitos de novedad e intensidad que le hagan pensar a tu público que la calidad del contenido les engacha por esos picos de novedad porque, en el momento en el que no estén, la caída será brutal.

5. ¿Cómo mantener el nivel de atención creado o recuperar el perdido?
Alterna pausas de calma con alteraciones. Juega con los estados de alerta del cerebro sin llegar a ser una verdadera montaña rusa.

6. Todo ello sin olvidar que la atención depende directamente de:

  • Cómo se reciba el mensaje
  • Aceptación del mensaje
  • Características del receptor: como la inteligencia o el autoestima (*) 
  • Grado de implicación del receptor

Así ahora tendrás muchos más argumentos para focalizar tu atención y poder hacer que los demás también lo hagan. Tendrás algunas pequeñas pautas que explotar cada vez que te dirijas a otros e incluso a ti mismo. Pero, sobre todo, sabrás algunos consejos para evitar decirte a ti mismo “por favor, ¿puedes prestar atención?”.

(*) Inteligencia: Influye en que haya una mayor aceptación de mensajes complejos pero una disminución de la persuasión (mayor capacidad de rebatir, de criticar, etc.).

Autoestima: En baja autoestima la aceptación del mensaje es mayor pero como tienen poco interés por el mundo, es difícil la recepción.

Fotos: Mimi and Eunice y Memento.

@mery_requena