CarPlay

Emulando a Carlos Alsina en el arranque diario de La Brújula, “les voy a decir una cosa”: hasta que sean habituales los vehículos capaces de guiar de manera automatizada nuestros desplazamientos, la única distracción mediática compatible con un conductor responsable –el GPS no cuenta, ni siquiera cuando la voz de la señorita se empeña en circular en dirección prohibida– sigue siendo la del más veterano de los medios audiovisuales: la radio.

Sí, la radio, porque ni la contundente omnipresencia de la imagen ni esos deslumbrantes dispositivos táctiles convertidos en iconos de la era digital han logrado desterrar el que en su día fue denominado medio invisible, altavoz mágico y hasta ¡tambor tribal! La radio, tantas veces condenada ante la efervescente irrupción de nuevos soportes –agoreros Buggles–, y sin embargo tantas veces reinventada para adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales, afronta hoy su plena y efectiva transición al entorno multipantalla. Con lentitud. Carente de un marco regulatorio efectivo. Y sin ‘apagón’ hertziano, pese a que el DAB –difusión digital terrestre homóloga a la TDT– es una realidad técnica y jurídica desde hace 15 años.

En ese contexto, la industria radiofónica española corre el peligro de convertirse en el último mohicano del ocio y el entretenimiento analógico: como prueban muchas de las entradas publicadas hasta ahora en Innovación Audiovisual, se multiplican las opciones de comercialización y consumo por parte de las industrias cinematográfica, televisiva, musical y hasta editorial; se diseñan nuevas fórmulas publicitarias cada vez más personalizadas, y se afinan las métricas para identificar al detalle la aceptación y el engagement del usuario con el fin de que tanto la producción de contenidos como la inversión de los anunciantes resulte eficiente e incluso satisfactoria. ¿Satisfactoria? ¿Sentimos ‘satisfacción’ cuando por la radio se suceden eternos minutos de cuñas mientras conducimos camino al trabajo?

Los condicionantes de la radio tradicional

La radio española sigue midiendo su penetración –y, por tanto, rentabilizando su modelo de negocio– a partir del Estudio General de Medios, una herramienta metodológica más bien anacrónica que se basa en la denominada ‘entrevista del recuerdo’. O sea, en la respuesta a la pregunta: ¿recuerda usted lo que escuchó ayer? La presunta infalibilidad de una muestra insuficiente, variable y discriminatoria –hay tres oleadas al año, se aplican a individuos elegidos al azar y en ellas no se considera a los menores de 14 años– determina una oferta de programación conservadora, dependiente de locutores populares y sin apenas atención hacia el público infantil, pues en el recuento oficial ese target no existe

Sólo desde semejante marco cabe entender que la programación de las cadenas generalistas apenas haya evolucionado en los últimos veinte años; que la oferta de radio especializada resulte tan poco variada, especialmente en los formatos musicales; que los principales programas de mañana y tarde se extiendan durante maratonianos turnos; que el descenso en la inversión publicitaria en radio –según Infoadex no llega al 10% de lo que las marcas gastan en medios convencionales y ha pasado de 678 M€ en 2007 a 406 en 2013, casi un 40% menos– haya coartado la renovación tecnológica y minimizado las ‘ventanas’ para las emisiones locales, precisamente las que en su día consolidaron las principales virtudes del medio: proximidad, credibilidad e inmediatez.

El impulso de la radio online

Contra todo pronóstico, la radio online ajena a las grandes cadenas parece llamada a catalizar la transformación digital de las ondas: en los últimos años empiezan a despuntar proyectos de programación innovadores, diferenciales e intrépidos. A salvo de los costes que impone la difusión terrestre e impulsadas por la normalización de dispositivos móviles conectados –España es el país europeo con mayor penetración de smartphones y tabletas–, la radio online se está haciendo un hueco cada vez más importante en nuestro país por su variedad y originalidad.

Entre otros muchos ejemplos merecen destacarse BabyRadio, la primera emisora online en el mundo dirigida a niños de corta edad; Scanner FM o Gladys Palmera, que apuestan por otros estilos musicales ¡y por la prescripción!; Sevilla Web Radio o Rommurcia.es, muestras del servicio que puede y debe brindar la radio de proximidad; las emisoras corporativas –ayer mismo se presentó Galp.FM, la última de las programaciones diseñadas en Expressa– o la incursión en la radio del grupo Mediaset, que acaba lanzar a través de su web el programa Morning Glory como refuerzo de la serie vespertina de Cuatro Ciega a citas bajo la dirección del periodista Gorka Zumeta.

La relevancia de estos proyectos no deviene únicamente de su novedad, sino de la renovación que implican con respecto a la comercialización de la radio tradicional: además de evidenciar nuevos modelos de negocio, el consumo de contenidos sonoros a través de la Red posibilita una rápida, eficiente e inequívoca medición de su impacto. Y abre el camino hacia la innovación de programas, formatos y fórmulas publicitarias. Y contribuye a la integración de elementos hipertextuales: sin renunciar a la naturaleza sonora de su lenguaje, la radio distribuida a través de las nuevas pantallas alumbra un horizonte de obligada creatividad en fondo y forma para mejorar la experiencia del oyente en casa, en el trabajo y, por supuesto, en el coche.

Hace sólo unos días Apple presentó CarPlay, una función ya disponible en la última actualización iOS 7.1. que permitirá utilizar –sólo en los modelos de Mercedes, Ferrari, Hyundai, Honda y Volvo que tengan integrada esta prestación– el sistema de voz Siri para activar llamadas, obtener direcciones, seleccionar música o escuchar la radio. Toda la radio. A través de la pantalla del móvil… O la del coche…

Foto: http://www.apple.com/ios/carplay/

@luismipedrero