Imagen1

Aunque no de forma recurrente, los comentarios y reflexiones sobre el ecosistema sonoro contemporáneo —de forma específica sobre la radio en el entorno digital—han salpicado puntualmente este blog para dar cumplida cuenta de las innovaciones observadas en este ámbito, bien para consignar sus adaptaciones visuales, para reclamar estrategias transmedia, para significar la evolución narrativa de sus historias, para reivindicar fórmulas publicitarias más imaginativas o, sencillamente, para ensalzar su renacer: lo apuntaba Ana Ormaechea en vísperas de la primavera de 2015 y, llegado el otoño, se suceden las noticias que confirman que sí, que el audio digital ya no es promesa, sino toda una realidad.

Google acaba de anunciar que abrirá un espacio específico para podcasts en su plataforma Google Play Music: una vez efectivo, los podcasters podrán agregar sus fedds RSS para que sus creaciones sonoras sean incluidas en los listados de Google Play y llegar así a millones de usuarios de teléfonos y tabletas Android; a modo de orientación, en el 2º trimestre de 2015 por cada iPhone de Apple se han vendido seis terminales con el sistema operativo de Google. ¡Seis! Además, la poderosa plataforma de streaming musical Pandora Radio (que en Estados Unidos suma cerca de 80 millones de usuarios únicos) ha confirmado que desde abril de 2016 distribuirá en exclusiva la segunda temporada de Serial, el podcast producido por This American Life cuyo éxito encumbró la producción independiente de contenidos periodísticos sonoros. Y por si fuera poco, Deezer —principal competidor europeo de Spotify— presume estos días de que extenderá su servicio «talk» a cinco nuevos países (entre ellos España) con 40.000 programas de radio y podcasts. ¿Es o no es una época dorada para el audio digital?

La ‘segunda era’ del podcasting

Más de una década después de que el periodista británico Ben Hammersley acuñase en 2004 el neologismo podcasting a partir de la hibridación de los términos broadcast y pod (dada la extendida práctica de escuchar archivos de audio en reproductores portátiles, en especial el iPod de Apple), el podcast se ha asentado en el vocabulario básico del consumidor digital, aunque no siempre con la debida precisión: no se trata de un programa —musical o hablado— contenido en un único archivo, sino de series de episodios que los suscriptores reciben automáticamente gracias a la tecnología de sindicación RSS. En una primera fase estas producciones parecían llamadas a revolucionar la radio tradicional gracias a la simplicidad de su difusión y al atractivo que suponía romper con los horarios de emisión y con la irreversibilidad en la escucha del contenido.

Ese deslumbramiento, sin embargo, cedería paso al escepticismo de un fenómeno que se asoció más al amateurismo independiente que a una verdadera alternativa a la industria de radio tradicional. De hecho, y como ha observado el profesor italiano Tiziano Bonini, el podcasting recibió en sus inicios menos atención desde los estudios de comunicación que por parte de blogueros y revistas tecnológicas, a quienes les cautivaba aquel recurso de expresión personal y de intercambio de conocimientos al margen de las redes de difusión convencional. Carente de un modelo de negocio estable, el podcast se situó entonces en una posición marginal del mercado radiofónico y editorial.

Pero como prueba el propio Bonini, la tendencia se invirtió a partir de 2012, cuando algunos de los podcasts más populares en Estados Unidos se independizaron de la radio para financiarse en exclusiva gracias a donaciones de los oyentes canalizadas a través de plataformas de micromecenazgo como Kickstarter. Así cobraron vida, entre otros, 99% Invisible, un podcast sobre diseño y arquitectura producido por Roman Mars; Radio Ambulante, reportajes sobre América Latina impulsados por Daniel Alarcón y Carolina Guerrero; o Radio Diaries, documentales sobre historias extraordinarias de la vida cotidiana.

El asentamiento de la microfinanciación por parte de audiencias que ya conocían los programas y a sus realizadores restauró el potencial del podcasting, que ahora ya no (sólo) provenía de instancias ajenas a la radio, sino de profesionales que mejoraban la producción y la comercialización: de hecho, muchos de esos podcasts se venden y difunden en estaciones hertzianas. Además, y al no estar sujetos a los condicionantes de la emisión lineal, estas creaciones recuperan el cuidado por la narrativa radiofónica: un modelo consagrado es el del programa This American Life en la cadena pública norteamericana NPR; y un ejemplo en podcast, el de Serial, su spin off basada en hechos reales elevada a categoría mundial con más de setenta y dos millones de descargas.

En pocos años la aceptación de estos programas ha crecido exponencialmente en el mundo anglófono, ha atravesado las fronteras geográficas de sus entornos de producción, y ha convertido en masivo el fenómeno podcasting hasta recuperar su atractivo innovador con la concatenación de tres principales factores: la normalización de los smartphones como dispositivos de consumo de audio; el valor artístico y creativo de productores formados en la radio tradicional; y el surgimiento de nuevas plataformas digitales que, aprovechando el hábito de escucha del streaming generado (sobre todo) por Spotify, se han hecho un hueco como oferentes de contenido sonoro basado en la palabra.

PodcastVarios

Productores, agregadores y redes sociales de audio

La combinación de nuevas tecnologías para distribuir (podcasting) y reproducir (smartphones) los podcasts se ha visto reforzada, además, por herramientas cuya contribución ha ayudado a visibilizar, popularizar e incluso viralizar estas producciones. Destacan, por un lado, las redes sociales basadas en el audio: Soundcloud, Mixcloud, Spreaker o Stilcher (esta última fue adquirida por Deezer hace un año para ampliar su repertorio musical); a medio camino entre plataformas amateurs y profesionales, y con las funcionalidades propias de otras redes de microblogging, en estos canales se han difundido y compartido contenidos cuya popularización ha ayudado a asentar el universo de la podcastfera.

Con todo, el camino hacia su definitiva consolidación ha necesitado de otro protagonista: las Podcast Networks, redes concebidas para acoger a podcasters y podcasts que, bajo distintos modelos de distribución y comercialización, tratan de generar, agregar y optimizar audiencias para vender a los anunciantes. El primer exponente de este modelo fue Radiotopia, fundada en 2014 por Roman Mars, que además de captar fondos de oyentes y recibir el apoyo de una fundación, permite que sus programas tengan patrocinadores. Como señala Bonini, “Radiotopia se presenta a sí misma como una emisora de radio comercial que incluye contenidos para atraer a oyentes y canjearlos por publicidad”. Con parecidos propósitos existen otras redes semejantes: PodcastOne, Gimlet Media (proyecto del ex-productor de This is American Life, Alex Blumberg), Infinite Guest, Earwolf o Panoply (impulsada por el prestigioso magazine Slate con el fin de promover podcasts para otras empresas de comunicación).

En Suecia ha cobrado mucha popularidad Acast, una web de alojamiento de podcasts que dispone de una aplicación para emitir anuncios cortos al comienzo y final de cada programa, y cuyos ingresos reparten ¡al 50%! con los creadores. Con otra estrategia, la de crear una comunidad de podcasters en lengua hispana, los españoles Ángel Jiménez y Ana Ormaechea (colaboradora en Innovación Audiovisual) han lanzado Cuonda, que busca la esponsorización —con publicidad nativa e integrada en cada podcast— para los contenidos alojados en su plataforma y pretende impulsar la creación de un sistema de métricas claro para conocer con exactitud la audiencia, independientemente de los servicios de alojamiento elegidos.

En España —donde el portal iVoox constituye la principal referencia para localizar cualquier podcast producido en nuestro país— se han consolidado las experiencias de El Extrarradio, alumbrada en 2012 por profesionales radiofónicos que impulsaron un exquisito proyecto sonoro sustentado en el micromecenazgo y reconocido no sólo por una comprometida audiencia, sino también por numerosos premios incluso de la propia industria; Carne Cruda, programa que tras emitirse en Radio 3 y la Cadena SER se convirtió en podcast independiente alojado en el periódico online eldiario.es y financiado mediante crowdfunding por más de dos mil oyentes/productores (también se distribuye gratuitamente por varias emisoras hertzianas municipales y comunitarias); Radio Battletoads, una emisora online que desde 2007, y con los recursos de sus oyentes, difunde podcasts amateurs sobre cine, series y videojuegos; y las magníficas (y premiadas) ficciones de Agencia ROM, cuyas audioseries ilustradas con cómics ya encuentran hueco en emisoras de antena convencional como Valencia 99.9 Radio.

Once años después de su invención el podcasting ha dejado atrás el primigenio estadio de difusión selectiva para transformarse en un medio comercial de masas: un producto con crecientes seguidores que, al igual que el resto de contenidos de ocio y entretenimiento digital, remite a consumos personalizados y cada vez más segmentados; un contenido que, lo mismo que la música, resulta compatible con otras actividades; y un vehículo que, a diferencia de la radio tradicional, presenta mayor eficacia publicitaria debido a la selección y exposición al audio que el oyente determina intencionalmente.

Como si todavía no lo hubiese intuido, queda claro que el medio radiofónico afronta ¡una vez más! un futuro tan prometedor como exigente: atender, explorar y aprovechar al máximo la era dorada del audio digital.

Imagen de cabecera: Collage elaborado a partir de las plataformas citadas en el post.

@luismipedrero