pantallas_14644-L0x0 (1) Junio 2010. Me llega un e-mail del, por entonces, Ministerio de Investigación: ¡me habían aceptado como investigadora en el Observatorio Internacional de Televisión! No cabía en mi de alegría. Significaba una tan enorme oportunidad que no quería cantar victoria antes de estar segura de que era cierto. Corrí a llamar al que sería mi IP (Investigador Principal) en esta gran aventura:

– ¿Lorenzo? Sí, hola, te llamo porque me ha llegado este mail que…¿sí? ¿de veras? Muchísimas gracias!!

Y así, Lorenzo Vilches, uno de los mejores académicos de nuestro país, uno de los mayores investigadores de ficción de nuestra época, me había escogido para pasar 4 años de mi vida, aprendiendo, creciendo y absorviendo todos los conocimientos que él, y el resto de miembros del equipo, habían ido adquiriendo. En septiembre de ese mismo año me incorporé a lo que sería el trampolín de mi carrera profesional, pero yo aún no lo sabía.

Llegué al despacho 105 de la Universidad Autónoma de Barcelona y allí me estaban esperando dos compañeras (junto a ellas –y gracias a ellas- pasaría una de las mejores etapas laborales de mi vida, pero eso tampoco lo sabía). Cuando llegó Lorenzo, empezamos la primera de tantas reuniones del grupo. Me explicaron que cada uno de ellos se centraban en un tema televisivo, uno que le apasionara. Consiguiendo tener una visión general del panorama actual, y muy particular desde el prisma de cada investigador: economía televisiva, ficción, cultura, redes sociales, estereotipos culturales… pero les faltaba una pata en esa mesa: la ficción para Internet. Y allí estaba yo para ocuparme de ello.

Mapa convergeTVD

Fuente: ConvergeTVD

Así en pocos meses logré extraer datos sorprendentes, en un 2010 en el que aún el concepto “webserie” no estaba asentado, creamos la mayor base de datos de ficción para Intenet. Con tanta información pudimos extraer conclusiones pioneras, características específicas de esa nueva forma de producción y asentar las bases teóricas. Diferenciarlas con las series web de otros países, de otros continentes…

Escribí mis primeros artículos de investigación para revistas científicas, capítulos para libros. Solo una vez me dijeron que no les interesaba mi tema. Solo una. La primera vez que lo envié. Y me dio tanto coraje, que saqué fuerza para demostrar que las webseries no eran un tema banal, que estaban allí para quedarse. Nunca más me negaron un espacio. Formar parte de OITVE me estaba ofreciendo la oportunidad de hacer lo que realmente adoraba: escribir sobre algo que me apasiona. Pero no se quedó ahí la cosa. Cuando investigas, lo mejor de todo es que otros investigadores quieren escucharte (no todos, pero esa es otra historia) y empezaron a invitarme a congresos, a paneles, a estar en mis primeras mesas redondas, mis primeras conferencias sola, las primeras veces que inauguraba Jornadas y… mi primer viaje a Brooklyn.

Para adquirir un conocimiento más completo sobre el tema de investigación te recomiendan que viajes. Que te desplaces al centro “neurálgico” de tu tema. Dicho y hecho, en mi segundo año como investigadora, me fui a vivir a Estados Unidos. ¡Qué experiencia más enriquecedora! (Otro día os explicaré mis aventuras americanas, que no tienen desperdicio).

Y al volver a España, mis artículos ya tenían otro prisma, otro nivel (o eso les parecía a los editores). Mi nombre salió en medios de la talla de La Vanguardia, TVE, El periódico o Antena3. Y ese tercer año empecé a dar clase de ‘Investigación en comunicación’ a estudiantes de periodismo. Una asignatura a la que en mis años de carrera no le encontraba el sentido y ahora estaba yo ante mis alumnos intentándoles transmitir la pasión por la investigación. Lo mismo que estoy intentando con este artículo. En mis años de estudiante nunca me había planteado la opción académica. Nadie me había hablado de todo lo que me podía aportar esa elección. De hecho, cuando preguntaba a mis alumnos: ¿Dónde os gustaría acabar cuando seáis periodistas? Nadie me respondía: “Quiero dedicarme a la investigación”. Creo que esta salida profesional debería transmitirse más y mejor. Porque a veces parece que quieran mantener esta opción en secreto…

Tampoco os voy a mentir, también hay lado oscuro en la academia. He leído en foros a muchos compañeros con la misma beca que yo (FPI) que habían sufrido por tener un Investigador Principal que se preocupaba más por su carrera que por la de sus becarios. Entre los académicos el ego es demasiado grande y a veces los “padres” se comen a sus “hijos”. Entre grupos en vez de ayudarse se esconden los resultados y hacen su carrera paralela sin leerse o citarse en ningún trabajo…en fin, os podría contar un montón de anécdotas “académicas” que configurarían la parte oscura de este ilusionante trabajo.

535141_10150694694571121_2144211817_n

Impartiendo una clase en la City University of New York

Pero la realidad es que yo tuve muchísima suerte. Que la persona que apostó por mi cree más en la ciencia que en su propio nombre. Me dejó crecer como investigadora y nunca puso límites a mi imaginación. Nunca me dijo “esto no puedes hacerlo” y siempre me animó a colgar cada uno de mis logros en la pared, para que no me olvidara de lo que valía, para que no infravalorara mi trabajo. Nuestro trabajo. Unos méritos imposibles de conseguir sin un equipo. Eso es la investigación: una oportunidad de crecer profesionalmente, en un ámbito que te apasiona, y que a la larga, entusiasmará al mundo de la misma forma que a ti. En muy pocas profesiones tienes esa oportunidad.

Por ello quiero animaros a que si estáis perdidos, una vez acabéis de estudiar periodismo, audiovisuales o publicidad, plantearos la investigación en comunicación. Leed foros, entrevistaros con los miembros de algún grupo que estudie un tema que os guste, y si os convence: ¡a por ello! Foto: Latinstock