champan

En ocasiones cuando me preguntan en círculos cerrado por cómo veo el sector, o la situación de la crisis, siempre cuento lo que he denominado la “Teoría de la botella de champán”. No puedo evitar que esa parte de mi perfil académico aflore y le ponga nombre a las cosas, por suerte intento que no sea muy redundante. Hace poco, en una comida de esas en las que pretendemos cambiar el mundo con Antonio Gallo, Francisco Asensi, Ariana Gaona y Eduardo Prádanos, hablando de drones, analítica, big data, transmedia y los rolling, se me ocurrió explicar mi “Teoría de la botella de champán” y Eduardo me indicó que eso era un post para este blog.

Actualmente nuestra industria del entretenimiento (a mi me gusta llamarla así) es como unas manos que agitan una gigante botella de champán. Esa botella está compuesta por los agentes de la industria. Por un lado está el tapón. Ese trozo de corcho perfectamente encajado que evita que salga el contenido. En nuestra industria, para mi ese corcho son aquéllos que llevan controlando el sector desde los años setenta y ochenta. Por ejemplo, en el cine son esos productores, exhibidores, distribuidores, etc. que están ahí, bien posicionados, agarrados gracias a la presión y evitando que nada cambie, que todo esté en su sitio, porque esa es su misión y es para lo que están ahí. Es su zona de confort y no saben hacer otra cosa que tapar.

Además de los tapones existieron unas primera burbujas que fueron valientes y trataron de empujar esos trozos de corcho con la intención de salir fuera. Esas valerosas burbujas, propias de la década de los noventa y la primera del nuevo milenio, arriesgaron mucho y exploraron nuevas formas de contar historias y de creación (he de reconocer que aquellas burbujas que surgieron en los noventa fueron las que me animaron y me hicieron soñar con dedicarme a lo que ahora hago). Pero esas primeras burbujas fueron absorbidas por los corchos, en esos momentos secos y con una gran capacidad de absorción. Además de ellas extrajeron el aroma y el sabor para disimular el olor rancio del corcho, pero hoy en día se ha quedado impregnado totalmente y son todo uno.

En esta botella de champán lo siguiente que encontramos son unas vigorosas burbujas blancas, con mucha fuerza y que se mueven muy rápido, pero sobre todo le molestan enormemente que un corcho les tape. Estas burbujas blancas son (mejor dicho, somos, ya que en mi teoría somos esa generación de los 70 y primeros 80) aquéllas que queremos hacer cosas nuevas, distintas, que entendemos que tenemos que salir de la botella porque nos están agitando y queremos salir fuera.

Tras las burbujas blancas está el precioso y exquisito líquido dorado, en proporción es el que más ocupa en toda la botella y viene representado por esos nuevos creadores que están surgiendo y empezarán a aflorar en breve: la generación C, los millenials, los que no se han educado bajo la presión de los grandes prescriptores de décadas anteriores, etc.

En un algún momento, más temprano que tarde, el tapón terminará por saltar por los aires. Y como todos bien sabéis, nadie se preocupa en buscar luego ese tapón, como mucho, se coge para tirarlo a la basura y evitar que nadie se resbale con él.

Luego salen disparadas las burbujas blancas, con todas su fuerzas y energías. Es el momento de la felicidad, de la alegría, el desparrame.. ¡comienza la fiesta!, pero el problema es que nadie se bebe esas burbujas, son efímeras, han sido muy importantes porque dan el impulso y han ayudado a descorchar la botella. Y es ahora cuando todo el mundo espera al rico líquido dorado, el que se echa en las copas y con el que se brinda, el que todo el mundo quiere consumir.

Es inevitable que el líquido dorado venga a quedarse y seguramente sea mucho mejor y más rico que el que puede ofrecer las burbujas blancas, que también podrían convertirse en tapones.

A mi me preocupa mucho una cosa. No quiero ser una burbuja que sale volando por los aires y terminar siendo recogida por una fregona. Quiero ser una burbuja blanca de esas que se quedan con el líquido dorado, mezclándome con él y aprendiendo mucho y quien sabe, a lo mejor también aportando un poquito de experiencia.

En el fondo quiero lo mismo que cantaban los Mojinos Escocíos “ser una burbujita de Freixenet”

Imagen: BitHead

@rafalinares