Internet de las Cosas

La nevera que sabe cuándo caducan tus alimentos y te hace la compra. Las persianas que suben y bajan según la previsión del tiempo. Los sensores que te riegan los geranios cuando necesitan agua.

El Internet de las Cosas (IoT) está aquí para quedarse. Y esto no ha hecho más que empezar. ¿Y si todos los objetos que nos rodean tuvieran la capacidad de conectarse a internet? Estamos evolucionando hacia un ecosistema más inteligente, más eficiente, más funcional.

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Sin embargo, como podemos ver en todos estos desarrollos, todos ellos cumplen una función muy específica, que desarrollan a la perfección gracias a la conexión a Internet. Optimizar, optimizar, optimizar.

Aquí está el reto para los storytellers: ¿cómo podemos utilizar estos desarrollos primordialmente utilitarios y usar el Internet de las Cosas para seguir contando historias? ¿Cómo sacarlos a patadas de su funcionalidad y usarlos de manera original para algo que no fueron creados?

He aquí unos cuantos ejemplos y la potencialidad que encierran cuando se llevan más allá de aquello para lo que fueron diseñados.

  • iBeacons

Funcionalidad: Balizas que utilizan tecnología Bluetooth para detectar la proximidad del usuario a un determinado punto. Se desarrollaron principalmente para el retail, para potenciar el marketing on-site y ofrecer descuentos dentro de las tiendas.

Posibilidades: Esta tecnología nos permite saber en qué lugar del espacio está el usuario de nuestra experiencia narrativa. Podemos enviarle capítulos de la historia cuando se acerca a determinados puntos, y motivarlos a que los siga “coleccionando” acercándose al siguiente punto con baliza. También podemos hacer que las balizas no estén en un solo sitio, sino que sean móviles – puede llevarlas un actor u otro participante encima. Así los usuarios detectan su proximidad a ellos, y eso puede desbloquear recompensas o pistas para continuar en la historia.

  • Activity Trackers

Funcionalidad: Todos aquellos dispositivos que miden, analizan y almacenan los datos que genera nuestra actividad diaria. Es el máximo exponente del quantified self, y la mayoría de las veces toman la forma de wearables, tecnonología que podemos llevar encima para hacer este seguimiento de manera integrada. Entre los más conocidos: FitBit y Jawbone.

Posibilidades: Podemos vincular la evolución de la historia a la actividad del usuario de manera directa: solo podemos salvar nuestra vida y permanecer en la experiencia si damos 10.000 pasos antes de las 12 de la mañana. O uno de los protagonistas de una película me llama por teléfono si detecta que estamos despiertos a las 3 de la madrugada. Así la historia incentiva la actividad, a la vez que la actividad genera nuestra personalización en el universo de la historia.

  • Domótica

Funcionalidad: Entendida como la integración de la tecnología en el diseño inteligente de un recinto cerrado, normalmente la vivienda. Esta nos permite la programación de tareas, el ahorro energético, mejorar la seguridad y hacer el espacio más confortable.

Posibilidades: La tecnología puede controlar el espacio físico según el desarrollo de la historia, alterando las luces según nuestro programa de TV (como hace SyFy Sync con la ayuda de Philips Hue). Más allá del espacio de la vivienda, esto puede hacer que cuando el usuario visita un espacio (un evento de una marca en la calle, un museo o en un espectáculo teatral) las decisiones que vaya tomando en su smartphone abran (o no) la puerta para la siguiente sala. O que según el flujo de público, la banda sonora se vaya activando en diferentes espacios para guiar y distribuir mejor la afluencia a un recorrido experiencial.

  • Big Data

Funcionalidad: La acumulación masiva de datos generados por cualquier elemento de nuestra realidad, para su posterior visualización y análisis. Con la revolución de las TICs, la capacidad de almacenar información crece de manera exponencial cada día. Esta capacidad tiene usos variados que van desde la detección de enfermedades y control medioambiental hasta la publicidad y la creación de contenidos (como ya mencionara recientemente Elena Neira sobre Netflix)

Posibilidades: El reto con el Big Data es que signifique algo más que números, que pueda influir en nuestras historias, especialmente aquellas que tienen por objeto concienciar sobre alguna realidad (WebDocs, Activismo, Educación…). Hace un par de años hicimos un proyecto para una ONG, para sustituir las insalubres lámparas de queroseno utilizadas en zonas rurales de la India por lámparas led de reciclaje. Para concienciar sobre el tema, creamos el personaje de una niña con la que se podía interactuar en Twitter y SMS. Utilizando dispositivos RaspberryPi situados en Bombay, hicimos que los niveles reales de contaminación afectaran de manera directa y en tiempo real el estado de ánimo de nuestra niña: los días con menor contaminación estaba más risueña, los días con peores datos, estaba más apática. El BigData lo mide todo – cambios en la bolsa, mareas, clima, horarios, reservas… Todos estos datos pueden convertirse en factores que cambien la dirección de nuestras historias.

Pero esto es solo el principio… Gracias a las APIs (Application Programming Interface) las cosas ya no solo se conectan a internet, si no que se conectan entre sí, tejiendo una malla interconectada que hace que todo sea posible. Si ya el uso de tecnologías individuales multiplica las posibilidades para el storytelling, el hecho de poder combinarlas todas crea una red neuronal infinita. Una red tan vasta y tan extensa que se convierte en el nuevo lienzo en blanco del artista, y que pide a gritos que sigamos explorando estas tecnologías para hacer lo que llevamos haciendo siglos: contar historias.

BONUS TRACK: Aquí os dejo un pequeño cómic que ilustra cómo un Branded Content puede utilizar algunos de estos ejemplos (entre otras cosas) para construir una experiencia de marca que se desarrolle a lo largo de un día cualquiera de un consumidor.

@belen_santa

Imágenes: Shutterstock