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Los últimos meses están resultando muy activos en lo que a noticias sobre el negocio y actividad de las ofertas de streaming musical se refiere. En cierto sentido esta situación recuerda la historia de aquel Vasco que todos los días se subía al monte Artxanda y a la pregunta de porqué lo hacía, el responde: “para ver como está Bilbao sin mi”.

Parece que aquí nadie quiere verse fuera, que el espejo le devuelva una imagen en la que no aparece, un escenario del que ya no forma parte, ha sido expulsado, o al que se ha visto obligado a renunciar. Por los movimientos que estamos siguiendo, vemos que 2015 se presenta como “el año del Streaming de Música”. El momento para el gran salto en estos servicios, tanto en términos de volumen de usuarios, accesos, etc. como en lo relativo al modelo de negocio y generación de ingresos, principal reto de esta actividad. Las inercias son complejas y las fuerzas que están impulsando cambios poderosas. Hoy podemos ilustrar esto con la canción de Antonio Vega, Lucha de Gigantes.

Al final del año pasado saltó una de las noticias que ha generado más polémicas y posiciones encontradas, logrando situar el streaming de música en primeros puestos de actualidad. Esta controversia la protagonizó Taylor Swift al retirar toda su música de Spotify bajo el argumento de las bajas remuneraciones recibidas procedentes de la explotación de su repertorio en este servicio; es decir, críticas al modelo de negocio y a los riesgos de la piratería. En aquel momento, antes de la retirada del repertorio, se estaban recibiendo cerca de 20 millones de accesos a las canciones de Taylor Swift en Spotify. El debate estaba servido. En algún momento pareció que podría ser el inicio de una nueva rebelión por parte de los músicos contra Spotify, el servicio hasta el momento más exitoso de este mercado.

Nos encontramos con declaraciones de los principales responsables del portal, cuestionando las cifras filtradas sobre los importes cobrados por esta artista, revelando por primera vez cantidades abonadas en concepto de derechos a editoriales y sociedades de gestión, a los que se sumaron el manager, director del sello Big Machine y la propia cantante. Taylor ya había manifestado tiempo atrás su opinión en Wall Street Journal: la piratería, el compartir archivos y el streaming ha reducido drásticamente la venta de albums de pago”.

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A pesar de la no aparición del nuevo disco de Taylor Swift, 1989, en Spotify, los resultados de ventas fueron espectaculares, 22% de las ventas totales de música en USA en la primera semana de lanzamiento, más de un millón de copias vendidas, el álbum con las ventas más rápidas de los últimos 12 años. Finalmente el disco 1989, logró situarse en la 2ª posición del ranking de ventas de música digital en la categoría Albums 2014 en el reciente informe revelado por la IFPI, que ha nombrado a Taylor Swift la artista más exitosa del mundo en este 2014. Esta misma entidad acaba de dar a conocer su último informe sobre las ventas de música en el mundo, revelando que por primera vez en el año 2014, las ventas digitales superan a las ventas de soporte físico, que han seguido cayendo (8%). Las primeras llegaron a un global de 6.850 millones de dólares y 6.820 las ventas físicas.  El presidente ejecutivo de IFPI dijo: “La industria musical está en el camino de la recuperación. Las compañías musicales están trazando un camino para un crecimiento sustentable año tras año. Este camino no va a ser recto, pero estamos haciendo grandes avances”.

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Con posterioridad a la relevancia del anuncio de Taylor Swift de retirada de su repertorio, fue la islandesa Björk quién comunicó su negativa a subir su nuevo disco, Vulnicura, a Spotify. Esta noticia causó menos sorpresa, Björk es una artista conocida por su rebeldía, su carácter luchador e innovador, en su opinión el “streaming es una insensatez”. Parece que esto tuvo más valor simbólico, nueva toma de postura, gesto o declaración de intenciones, que efectos sobre las ventas y descargas de un disco disponible en multitud de servicios de la red. Otros artistas y compañías discográficas habían seguido el camino de no presentar sus catálogos en esta plataforma en los últimos años como fue el caso de Coldplay con su álbum Ghost Stories.

Pese a la oposición que esto pudiera representar, durante las semanas más vivas de estas noticias que saltaron en Noviembre del año pasado, las cifras de abonados a los servicios de Spotify aceleraron su crecimiento, en parte gracias a estas polémicas. En Enero de este año Spotify anunció haber logrado 15 millones de usuarios de pago de entre su base de suscriptores total de 60 millones. Por el momento parece que con esta polémica todos ganaron, sin olvidar que este período fue aprovechado para lanzar una oferta promocional en la tarifa de sus servicios.

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De acuerdo con diferentes estimaciones los importes que una canción puede generar por cada reproducción en sitios de streaming pueden oscilar entre 0,006 y 0,0084. Se han publicado liquidaciones de algunos artistas, disponibles en la red, que han llegado a cuestionar estas cifras, siendo incluso inferiores. La estimación de ingresos para los servicios de Video es de 0,003. Spotify dice dedicar el 70% de sus ingresos a los artistas. En estos últimos meses hemos conocido que ha pagado 2.000 millones de dólares entre 2008 y 2013, de ellos 1.000 millones corresponden al año 2013, lo que puede dar una idea del crecimiento exponencial y reciente desarrollo de este negocio. Otra cuestión es como se distribuyen estos importes entre los titulares de los derechos.

Esto es mucho o poco, suficiente o escaso. Como decía el gallego (y cantaba Jarabe de Palo), Depende, de quién sea el interesado tendremos una valoración, por tanto, sin entrar a valorar ni cuestionar las cifras, su publicación ha conseguido elevar casi a debate público la necesidad de renegociar las relaciones entre artistas y plataformas de streaming o negocios basados en la explotación de contenidos generados por un tercero. De fondo, como siempre la lucha por los derechos y sus tarifas. El próximo día 26 se celebra el Día Mundial de la Propiedad Intelectual (otro día mundial…), que buena ocasión para reflexionar, ¿hay alguna manifestación de la Propiedad más importante que la de las Propias Ideas?.

Volvemos a nuestro asunto con el streaming de música. Como vemos Spotify, por tratarse del operador más relevante de este mercado en Europa, es un gran generador de noticias, si bien, otras compañías también han sido implicadas en polémicas similares. Pandora ha visto como Rodney Jerkins autor y productor de la canción Happy, popularizada por Pharrel Willians, reclamaba públicamente más ingresos por su canción. Pharrel había obtenido 250.000 dólares por 43 millones de reproducciones de esta canción en Pandora, mientras Rodney generó 2.700 dólares por esto mismo. Esto revela otra cuestión de fondo, que no afecta directamente a la actividad económica de las plataformas de streaming, si bien, tiene mucho que ver con ellas. ¿Cómo se reparten los ingresos entre todos los implicados en este negocio? ¿Entre los titulares de los derechos? (discográficas, editoriales, autores y músicos) ¿Como se reconoce la aportación de valor en cada una de las fases? Si el negocio se ha transformado, si las formas de consumir música han cambiado, si los procesos para crear artistas han evolucionado, no parece fácil que se puedan sostener modelos de relación basados en criterios, sistemas del actividades, del pasado. En España, recientemente Vetusta Morla reconoció haber recibido 100€ por la explotación de su canción Copenhagen.

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El mes pasado mes, de nuevo Spotify, anunció su previsión de pagar alrededor de mil millones de dólares a Universal con ocasión de la renovación de su contrato de licencia en la plataforma de música. Esta cifra claramente incrementará los ingresos de Universal representando un peso cada vez mayor en su cifra de negocio. De acuerdo con New York Post 1.000 millones de dólares son los ingresos alcanzados por todas las plataformas de streaming durante 2013.

El gigante Apple, el gran transformador en la venta de música digital a través de Itunes, anunció estar trabajando en un servicio de streaming de música meses después de la compra de Beats Electronics el pasado año. Este servicio, estará disponible tanto en los dispositivos de Apple integrado con Itunes, Apple tv y también en Android. Este servicio será presentado en el mes de Junio y todo apunta a que su precio de suscripción será inferior a Spotify. ¿Comenzará una nueva guerra de precios entre estas plataformas? Según informes de Morgan Stanley los servicios de venta de canciones de Itunes han reducido sus ingresos a menos de la mitad en los dos últimos años.

La otra gran noticia más recientemente aparecida, relativa a este segmento de negocio, ha sido el relanzamiento de TIDAL tras su adquisición por parte de artistas de la talla de JayZ, Rihana, Beyonce, Madonna, Daft Punk, Alicia Keys, Nicki Minaj, Arcade Fire, Calvin Harris, entre otros, con la intención de cambiar la industria de la música, desde dentro. La gran novedad aquí reside en que por primera vez los propios artistas, en este caso las estrellas del Pop, se ponen al frente de las operaciones y dirigen sus propios servicios. ¿Podrá esta iniciativa sentar precedente y encontrar en el futuro nuevos servicios lanzados por los propios protagonistas de la música, compitiendo con los actuales operadores?.

La llegada de TIDAL ya esta generando las primeras reacciones en todos los canales, lanzamientos que se presentan en exclusiva en TIDAL, videos que por este motivo son retirados de Youtube, nuevas retiradas de catálogo de plataformas competidoras.

La Industria Musical trata de poner en valor su titularidad sobre las canciones (normalmente cedidas en parte por su autores), su capacidad para convertir éstas en éxitos de ventas, como principal patrimonio, ante la ausencia de soportes físicos que den sustento a su trabajo.

Muchos son los artistas y profesionales de la música que han alzado sus voces reclamando el fin de los servicios gratuitos y el paso a sistemas premiun, aprovechando la coyuntura de continuas reclamaciones de pagos más elevados al uso de la música que vienen haciendo autores y artistas. Las grandes compañías discográficas han puesto el streaming gratuito en el punto de mira, alegando que este sistema no es sostenible a largo plazo. Se han suscitado rumores sobre una especie de cruzada entre las compañías y las plataformas para conseguir un acuerdo global e ir pasando sus servicios a Premium. En este sentido hasta Youtube anunció el próximo lanzamiento de un servicio de pago sin publicidad. Youtube también anunció que se apunta a la competencia por los servicios de streaming de música y lanzará próximamente el canal Music Key.

Spotify lanzó una reciente ampliación de capital para cubrir sus recurrentes pérdidas, por importe de 400 millones de dólares lo que la sitúa en una valoración de compañía de 8.400 millones de dólares según el Wall Street Journal. Aquí empezamos a hacernos una mejor idea de la proyección de negocio de esta compañía y en consecuencia de los servicios de streaming en su conjunto, que están logrando financiación de los inversores de acuerdo con estas expectativas. Un modelo de negocio basado en grandes economías de escala y por tanto en la maximización de los beneficios o la capacidad de generar unos márgenes mucho más elevados que la industria tradicional de venta física.

Hace años uno iba a una fiesta y competía con su colección de LP´s por tener la mejor selección de música. Con el tiempo esta competencia se trasladó a las cintas de cassette grabadas, con las mezclas de canciones elegidas especialmente para cada ocasión. Con la llegada del cd se cambió el formato pero seguía siendo el soporte físico la base de selección musical. Internet y por su parte Apple o Itunes, convirtió esto en las famosas batallas de Ipod o dispositivos de reproducción de archivos digitales, en los que cada uno podía hacer su más amplia y mejor selección de canciones, a partir de las descargas (legal o no está es otra cuestión) de los archivos. En cierto modo se mantenía la titularidad o posesión sobre un fichero, en un dispositivo, algo cercano a lo físico. Con la aparición de los servicios de streaming la posesión de música pasó a un segundo plano, o sencillamente se acabó. Ya no es necesario almacenar, ni siquiera archivos digitales. Puedes crear tu canal o selección de música y acceder a ella desde cualquier lugar en el que te encuentres. Hoy en las fiestas la música la pone Internet. El presidente de Sony Music declara que el streaming llegó para quedarse. En las primeras etapas de las descargas digitales “Podíamos imaginar el cambio de ser dueños de algo a poder acceder a algo”, pero una posible próxima etapa es más difícil de predecir, “el streaming parece ser la etapa final”. Todo apunta a que por aquí pasa el futuro de la música grabada.

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Como en la vida hay muchos fenómenos circulares, en los últimos tiempos la música ha mostrado otro comportamiento llamativo: el auge de nuevos compradores de LP´s o vinilos cuyo crecimiento en ventas el pasado año superó el 50%, aún siendo un nicho minoritario. Fetichistas de las antiguas y cuidadas ediciones en vinilo, en muchos casos verdaderas obras de arte, nostálgicos, o simplemente público exigente que reclama la mayor calidad de sonido de un vinilo frente a la frialdad o pérdida de matices del sonido de la red. Un fenómeno surgido de forma espontánea, como casi todo lo que es relevante a la música, que ha pillado por sorpresa a las propias discográficas. Como cantaba Patti Smith en 1989, People have the Power.

La transparencia no ha sido una característica vinculada al negocio de la música en su historia, especialmente en el capítulo relativo a derechos de autor, reproducción, etc. aspecto sobre el que en España tenemos larga y amplia experiencia. En los tiempos actuales, la transparencia es un requisito que los usuarios están exigiendo a los negocios, en cualquier sector. El consumidor, quiere saber que se hace con su dinero, también cuando realiza un acto de compra, donde se invierte, a qué se dedica, a quién beneficia, con qué contribución. En lo relativo a los artistas, el consumidor querrá decidir a qué artista quiere apoyar con sus actos de consumo, más allá de plataformas de crowdfunding. Posiblemente los implicados en este negocio tienen ante sí una buena oportunidad de mejora.

La Industria de la Música se enfrenta en paralelo a otro gran reto. Es verdad que las ventas han disminuido, es verdad que se consume más música que nunca y también lo es, que las fuentes de ingresos se han diversificado de forma notable. Muchos de estos ingresos, no están integrados en las estadísticas que genera la música, especialmente uno de los más relevantes, los ingresos por música en directo. La dificultad de recopilación de información por todos los conceptos que se mueven en torno a esta actividad, hacen muy difícil obtener una cifra realista del volumen de negocio que logra generar la música en vivo. La SGAE en su anuario hasta el momento es la fuente más completa. Por tratarse de una vía de supervivencia para muchos artistas y de desarrollo de su carrera para otros muchos, la música en directo se ha presentado como la vía de salvación inmediata a la crisis que hace décadas aqueja a la Industria. Sería bueno poner esfuerzos en la mejora de esta información, para disponer de cifras realistas sobre lo que supone el Mercado de la Música en su conjunto y su importancia en el PIB. En mi percepción muchos o al menos algunos de los ingresos se han desplazado a otras formas de experiencia de la música.

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Estos dos Gráficos muestran la evolución en la distribución de los ingresos por diferentes formatos en USA, como mercado de referencia, en el informe que elabora la RIAA y la evolución global de las ventas de música en el mundo según el reporte del IFPI.

Se calcula que la contratación de servicios de música alcanza una cifra de 41 millones de suscriptores de pago y unos ingresos por valor de 1.600 millones de dólares en 2014. YouTube entregó a la Industria 640 millones de dólares por sus más de 1000 millones de usuarios.

El número de consumidores que pagan por el servicio de streaming se incrementó subiendo los ingresos por suscripciones un 39% a $1,570 millones de dólares. Sin embargo, las ventas de descargas permanentes en servicios como itunes bajaron un 8%. El presidente y director ejecutivo de Sony Music, llamó a esto “un punto de inflexión en la industria”. Mientras las descargas siguen siendo el 52% de los ingresos digitales, “el streaming ha superado a las descargas en 37 mercados” El presidente de Sony Music añade que el próximo desafío es “atraer a los consumidores hacia modelos de pago” de streaming.

Frente a Spotify parece que algunos de sus competidores optimiza mejor sus esfuerzos de conversión de usuarios free a premium, es el ejemplo de Deezer con 16 millones de usuarios de los cuales 5 millones son de pago.

De fondo siempre en el debate, las preguntas recurrentes acerca de la gratuidad de la música, servicios de streaming free o de pago, la cantidad que se paga a los artistas, abrazar los avances tecnológicos, usarlos como un aliado, creer que son un enemigo. la capacidad de los artistas para decidir en que plataformas o servicios de estos ofrecen sus obras, el coste de los servicios de acceso a los contenidos musicales, quien debe marcar las tarifas por el uso de la música, el retorno que ofrece la creación de contenidos musicales para los autores, la oportunidad de encontrar un modelo de negocio sostenible y sólido, la forma de monetizar estos contenidos.

Tras este proceso, para llegar a un volumen relevante, hay una necesidad de cambio cultural, en cuanto al uso de los servicios, que no se puede imponer. En los actuales tiempos de Internet cancelar las actuales ofertas de Freemium para convertirlas a Premium, solo puede abrir la puerta a nuevos operadores y perjudicar el acceso a la música. El principal canal de entrada para conseguir clientes de pago es el servicio gratuito.  La radio lleva décadas ofreciendo música de forma gratuita, si bien la radio no está basada en un modelo “on demand” y tiene larga experiencia en la aportación de valor a la música para el oyente.  La pregunta del millón: ¿Podrán ser los servicios de streaming la alternativa de ingresos que genere la sostenibilidad perdida por el negocio de la industria musical? ¿fuente de ingresos suficiente para el estímulo a la actividad, desarollo del negocio, que garantice el futuro de la industria? 

El streaming es el futuro, ya el presente, aunque por el momento seguimos sin encontrar la varita mágica. Estamos más cerca. Es probable que en 2020 no se vendan cd´s y 2025, nadie descargue canciones. Lo que es seguro es que el enemigo no es Internet, ni tampoco los usuarios de la música gratis. Sólo con creatividad se podrán crear servicios que aporten valor para los fans de la música, que éste lo perciba y esté dispuesto a pagar por ello. En los próximos meses veremos si se cumplen las predicciones si además de actualidad informativa el streaming se convierte en el modelo de negocio que la industria necesita. La música en busca de su mejor sentido, de su mejor sonido. Para llevarla más allá de una nueva comedia.

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