Big Data, Business Intelligence, Data Discovery o Data Mining son muchos los términos con los que últimamente estoy guerreando y peleando, jugando y divirtiéndome. Estoy imantada hacia las nuevas tecnologías y sus vueltas de tuercas en proyectos y en estrategias de negocio. Me fascina el uso de los datos en sectores culturales y, sobre todo, en mi querido círculo audiovisual y multimedia. Pero, sobre todas las cosas, me resulta inspirador.
También me resulta tremendamente motivador uno de los TED más vistos hasta la fecha, según nos cuenta San Google, es el magnífico speech de Simon Sinek y su círculo dorado
No solo me inspira por su estupenda explicación de cómo la biología guía el patrón de conductas de elección en los seres humanos, ya sea para seguir a líderes como Luther King o marcas como Apple. Esto sería el porqué de las decisiones. Interesante, ¿no?. Pero, más aún, me sugiere y motiva la ley de difusión de la innovación (ver gráfico), ésta es una teoría sociológica que se aplica a la antropología. En 2003 cobró mucha fuerza a partir del trabajo de Everett Rogers en su libro “Diffusion of innovation theory” Sobre todo, lo que más gustó fue la aplicación del término early adopter que hoy tanto gusta. También le gustó a Simon Sinek.
Echa un ojo a la gráfica, ¿Tú donde estás?:
Casi todos seguro que nos ubicamos en la gran mayoría y, un poco menos, seremos early adopters. También habrá quién lea asiduamente este blog y sea muy geek, entonces, esta propuesta sociológica le llama innovador. ¡Bravo! porque así, en mayor o menor medida, estás participando del famoso Big data, generando datos y datos para poder avanzar en las siguientes tecnologías.
Llegados a este punto, organicemos un poco este follón de términos, cuando hablamos de Big Data nos referimos a toda esa cantidad ingente de datos que día a día, mejor dicho, segundo a segundo vamos dando (gratis…). Son muchos, van muy rápidos y son de todo tipo. Para ello, es fundamental que uses la tecnología, porque necesitas internet para contar tu vida y tus gustos y tus quejas a.. ¿a quién? Digamos que a los del otro lado. A twitter y al mundo cada vez que opinas en Twitter, a Facebook y al mundo aceptado en tu perfil cada vez que pones un post, a Swam y a tus amigos de la app Swam cada vez que usas la geolocalización y le dices dónde estás en cada momento. ¿Todavía no te ha inspirado? Los datos que damos son de dos tipos, los que nos diseñan como queremos mostrarnos al mundo: con fotos chulas, haciendo check-in en lugares estupendos y haciendo y diciendo cosas que (esperamos) sean originales y gusten. Luego hay otro tipo de datos, son los metadatos que se venden a los anunciantes. Como nos cuenta Jaron Larnier, esa es nuestra versión secreta de nosotros mismos, suma de algoritmos y fórmulas. Hacen que cada vez que me conecto a Facebook me asalten anuncios de comida orgánica o sin gluten. Es el Big data empresarial y, hasta donde vemos, esa cantidad de datos puede a veces ser tan pequeña que dé una visión errónea de nosotros mismos.
Justo ahora aparece el Business Intelligence y se instala en las empresa y en las áreas de negocio para poder tomar decisiones correctas. Tenemos muchos datos, algunos ciertos, otros inválidos, otros con sentimiento… La tecnología nos tiene que ayudar a tomar decisiones correctas. Es más, de la elección correcta de la tecnología que escojamos y el uso que hagamos de ella dependerá el éxito empresarial. Mira el estupendo ejemplo que nos contaba Elena Neira en su acertado post “Cuando las series de tv encontraron al Big Data” La extracción, transformación y lectura de los datos procedentes de las recomendaciones de los usuarios de Netflix aseguró el éxito de “House of Cards” porque así una empresa de Video on Demand daba un paso certero y se lanzaba a producir. ¿Qué pasa entonces con eso de “no hay nada que asegure el éxito”? Que sí, que parece que sí va a haber algo y se llama algoritmo. Ya totalmente inspirada por el Big Data y el Business Intelligence.
Pero, he aquí, que nos hemos dejado algo, ¿te has dado cuenta? Echa un ojo a la gráfica anterior, ¿quién falta? Faltan los rezagados. No los hemos hecho ni caso, con cariño, pero ni caso, porque no son masa crítica, porque no participan de las herramientas que nos ofrecen una vida más rápida, productiva, rica en datos y virtual. Se empeñan en ser románticos y nostálgicos, y también se empeñan en tocar y oler las cosas, las páginas y los libros…. Pues eso, no es masa crítica y no tienen pinta de convertirse. Son, de alguna manera, “los otros”, pero pienso que también es decisión propia. (A veces, yo también soy de “lo otros”, mola).
¿Sigues echando algo en falta? Hay muchas empresas y marcas que no echan en falta nada más. ¿Tú?
¿Dónde están todos aquellos que no pueden acceder a la tecnología? ¿Y si tuvieran datos maravillosos que compartir con todos nosotros? ¿Nos vamos a quedar sin saberlo? Me temo que sí, y eso es la brecha digital económica, la diferencia de acceso a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones por parte de los que tiene recursos y dispositivos, de los que no. Las nuevas tecnologías son fantástica por todo lo que nos ofrece pero resulta que hay muchos sectores que no pueden acceder. ¿Cuánta población se está quedando fuera del Big data? Los datos de inmersión tecnológica aumentan cada año. Pero las tecnologías disruptivas no arremeten con la misma fuerza en todas las sociedades. Debemos tener esto en cuenta, no es tan global como debería ser. Por ejemplo, la segunda pantalla no estaría siempre dispuesta para que pudiéramos opinar si solo pudiéramos usarla cuando nos prestan un dispositivo con conexión a internet. Otra vez, lo mismo, el mundo ser pierde opiniones y pensamientos. El Big Data tiene gaps. Eso, o a quien controla el mundo, no le importa que estén todos. Me preocupa.
Y, si no, mira todo lo que puede pasar en un minuto:
Para hacer cálculos, en 2014 son 2,5 quintillones de bites ofrecidos al mundo cada día que rediseñan, crean nuevos hábitos, nuevas profesiones o nuevos juguetes para niños impensables hace solo una década. Todos estos datos cambian la manera de comunicarnos con el mundo aunque al final, sea la motivación de por qué hacemos las cosas, la que decida qué tipo de usuario, creativo o consumidor seamos. El Big data y sus posibilidades debería poder inspirarnos a todos para que cada uno decidiera qué quiere contar al mundo y qué secretos quiere dejar en el cajón.
Imagen 1: RODRIGO GOMEZ
@evapatricia
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