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Sensorconomy, por desvelarlo cuanto antes, tiene que ver con la gestión creativa y armónica de los sensores de un smartphone para la innovación en comunicación. Este horroroso término se ha convertido en el epicentro de mi tarea investigadora y me dispongo a compartir con vosotros lo que he ido aprendiendo en este tiempo.

Todo empezó en 2009 con el spot del iPhone 3GS. Una de las grandes novedades era que incluía en su abanico de mejoras una ¡brújula! ¿Brújula? ¿Para qué? Si me pierdo en el bosque ya llamaré o tiraré de los mapas para encontrar la salida, pero, ¿una brújula? ¿Estos de Apple se han creído que vamos a invertir en un imán? Pues, sí.

Por aquellas mismas fechas, un think tank llamado MOCOM2020 que reúne empresas preocupadas por la comunicación en movilidad acuñaba el término que da título a este post: Sensorconomy. Lo hacía en el típico vídeo gurú en el que se muestra cómo va a ser nuestra vida en relación con la tecnología en las próximas décadas. (Por cierto, el mismo vídeo augura que no muy tarde dispondremos en nuestro móvil de un servicio de traducción multi-idioma instantáneo que nos permitirá un diálogo fluido y correcto con cualquier ser del planeta, pero eso para otro post).

A lo que íbamos, como todo el mundo se ha dado cuenta ya, un smartphone es casi cualquier cosa menos un móvil. En realidad, se ha convertido en un interface con muchas posibilidades de entrada de información dispuesta a ser gestionada para crear nuevas formas de comunicación eficaces.

Así, un smartphone reúne parte de los principales sentidos existentes en el ser humanovista (cámara de fotos/vídeo), oído (micrófono), tacto (pantalla capacitiva) así como otros habituales: memoria espacial y cálculo de distancias (GPS), orientación (brújula), equilibrio (giroscopio), medición de reiteraciones y cálculo de movimientos (acelerómetro), orientación temporal (reloj y cronómetro temporizador), habla (conectividad entre terminales y con Internet), noción climática y de humedad y hasta párpados para regular la entrada de luz y su color (sensor de brillo y RGB).

Todos ellos permiten en su conjunto que se pueda sacar mucho partido de este gadget para crear nuevas formas de comunicación basadas en premisas simples de programación del tipo if/then, es decir, SI se dan determinados valores coincidentes en el tiempo en los resultados que aportan los sensores ENTONCES que suceda determinada acción.

Por otra parte, aunque desde 2005 las operadoras, los canales de TV y los fabricantes de smartphones apuntan a que este es un dispositivo válido para el consumo de televisión, la intuición, experimentos en primera persona y otros más serios, y el agotamiento de mis hijas cuando les pido que vean una película de hora y media en el iPhone, me hacen pensar que aunque el móvil es un buen sitio donde ver vídeos, no lo es para ver la tele en su sentido más amplio: fútbol, películas, informativos, documentales, series.

La razón es simple: el trasvase de contenidos de un medio a otro no suele funcionar: (¿verdad interfaces que imitáis el pase de página en la pantalla del ordenador?) Intentar ver un partido de tenis, un gran largometraje o cualquier contenido que exija detalle se vuelve una quimera al hacerlo en un smartphone. ¿Sugiere esto que no hay vida audiovisual para un smartphone?

Evidentemente la respuesta, contundente, es no. La idea es reflexionar sobre que propuestas son eficaces en dicho chisme.

Existen dos que están claras:

Los vídeos de corta duración: los de Youtube, los de gatitos, los de toñazos de niños orientales, los chistes, los de toñazos de niños en bicicletas, lo porno, los de toñazos de borrachuzos en capeas…, aún más si delante del vídeo llevan (y esto dará para otro post) el sello de la prescripción. Plataformas de mensajería como WhatsApp se pueden convertir en el referente en la transmisión de contenido audiovisual entre smartphones por su capacidad de influir en el receptor.

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La otra es la personalización. Contenidos audiovisuales que por la razón que sea: pago, pertenencia a, socio de, etc, sólo me llegan a mí (y no a ti) en función de mis datos, gustos, preferencias… Esa idea de exclusividad tiene más sentido en un smartphone (un individuo un nº de teléfono) que en otros medios audiovisuales, por lo que ha de convertirse en una de las líneas de trabajo para la producción audiovisual en movilidad.

Y la tercera, que es la propuesta de este post, es sensorconomy aplicada a la producción de contenidos audiovisuales. ¿Cómo? Relacionando la información que se genera en cada momento por los sensores, cuadrándola y enviando en ese momento contenido interesante para el receptor. Esto se debería entender mejor con algunos ejemplos:

Santiago Bernabéu. Antes del partido. Desde la grada enfoco con la cámara del smartphone la portería del fondo sur. Inclino el móvil. El sistema me geolocaliza y la brújula me orienta. En ese momento en mi smartphone se reproduce un vídeo con una recopilación de los goles míticos que se marcaron en esa portería.

El mismo ejemplo de triangulación de coordenadas nos valdría para aportar vídeos de información turística en cualquier ciudad, piezas documentales, información de actualidad o para ver el tráiler de una película simplemente con que el smartphone detecte que está apuntando a la tradicional cartelera de una marquesina de parada de autobús.

Se puede jugar con los sensores: Playa. Los sensores de temperatura, humedad, luz, brillo, temporal y GPS no dejan lugar a la duda: es la hora de tomar una caña en el chiringuito. ¿En cuál? Podemos enviar spots de los mismos para marcar la diferencia o presentar ofertas.

O incluso, podemos poner a prueba al receptor en un juego. Sólo te enviaré el final de la serie que viste anoche si consigues demostrar que eres capaz de soportarlo. Abre el cardiómetro de tu smartphone (interesante juego de cámara y flash para ejercer de especie de sónar) y demuestra que eres capaz de bajar tus pulsaciones a 45. Hasta entonces no podrás verlo.

En definitiva, se trata de ejercitar la creatividad al servicio de la producción audiovisual para obtener eficacia. Es decir, para poder justificar que el smartphone si es un elemento al servicio de la comunicación audiovisual.

Para terminar os comparto dos vídeos que ilustra perfectamente la conjunción de sensorconomy y audiovisual para smartphones. El primero, The Witness es una producción mitad juego mitad ficción que hizo 13th Street en Alemania. El segundo, One film every street corner, muestra escenas de películas famosas rodadas en Londres según vas apuntando con la cámara dichas localizaciones. Espero que os gusten.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=SfMUMpkCHQo&w=600&h=338]

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=2O6NbRWM-ak&w=600&h=338]

Mañana más Innovación Audiovisual con Fátima Cayetano, el jueves con Alejandro Touriño y el viernes con Belén Santa Olalla. Ellos os harán olvidar este post ☺. Sólo una cosa: recordad, vuestros smartphones están ahí y lo sienten casi todo.

@fgalindoru