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Todo puede ser transmedia. Una pintura, un programa educativo, una empresa, o un disco. Las motivaciones para expandir la narración de algo son de lo más diversas, sin embargo se tiende a confundir -desde una visión reduccionista- a que transmediatizar algo es hacerle una campaña de marketing digital.

La siguiente lista fue elaborada para demostrarle a un grupo de cineastas de arte y ensayo que el aplicar el transmedia sus respectivas películas no solo no las pervertiría,  sino que era algo inevitable:

1. Porque si no lo haces tú, alguien más lo va a hacer.

Si tu historia mueve algo en alguien, para bien o para mal, generará una reacción espontánea. Una búsqueda en Google, un meme, un remix. Alguien retomará la historia de tu videojuego en el punto en el que la dejaste y rodará un fan film. Alguien prologará tu novela a manera de dedicatoria. Alguien le va a pintar bigotes a tu Gioconda. Tu tienes la decisión de sentarte a observar mientras esto pasa o prever situaciones para potenciarlas, capitalizarlas, y de forma intencionada “desarrollar las técnicas y claves para hacerlo, más allá de los fenómenos espontáneos.” Lo malo sería, que después de escuchar tu historia no pasara nada.

2. Para optimizar recursos

Quien haya contado una historia determinada por un formato -una película, un libro, un single- sabe que siempre hay materiales que se quedan fuera. Muchas de ellas muy valiosas. Esa entrevista buenísima de la que sólo entraron dos frases en el corte final; toda la documentación histórica que sirvió para ambientar una novela; los bocetos de una película de animación. Pienso en La Maleta Mexicana, esas tres cajas con los negativos de 4000 fotografías, que pudieron haber sido sólo una exposición, pudo haber sido sólo un libro o sólo una película. Menos más que -de momento- es las tres cosas.  

3. Para facilitar la financiación.

Esto va sobre todo para quienes tienen entre ceja y ceja producir alguna de esas cosas que requieren de tiempos largos de producción y que encima su modelo de negocio está en redefinción, como pueden ser un libro o una película. Da igual quién sea el financiador, patrocinador, mecenas, friend, fool o familiy que pueda poner dinero en un proyecto, va a ser más fácil de convencerlo si no tiene que esperar 2 años para el gran estreno. Y si además de ir publicando cosas durante el proceso, hay formas de ir recuperando la inversión… pero pasemos al punto 4:   

4. Para diversificar las fuentes de ingresos

Pensemos a lo grande: Star Wars. Tienen un universo en constante expansión, una legión de seguidores que tampoco deja de crecer, y hace años que lo de las películas es sólo una parte de sus ingresos. Los puristas dirán que merchandisear una obra es poco menos que prostituirse. Creo que si un libro puede dar pie a un cómic, a una obra de teatro, a una película, a un videojuego y a una exposición, se podría rentabilizarlo con un poco más de facilidad. Y vivir para contarlo.

5. Para potenciar la campaña de marketing

Lo que a la ligera se conoce como “calentar el estreno”. Ir publicando piezas, pistas, datos, contar el proceso creativo, el de producción. Hacer del making of una historia constante. Generar una comunidad alrededor. Sin espoilear, claro está. Hacer partícipe a la potencial audiencia de todos estos procesos es clave para involucrarlos. Cuando vean el producto final -insisto, ya sea una exposición, la nueva carta de un restaurante, un nuevo candidato. será más suyo que si sólo vieron una marquesina y una buena crítica antes de decidirse a comprar una entrada. 

6. Para expandir la propia historia.

Y más allá de las anteriores razones prácticas, más ligadas a la producción, financiación o comercialización de las diferentes partes, está la motivación más puramente narrativa. Por el simple hecho de seguir contando, de que la o las historias sigan su curso, muchas veces insospechado por el propio autor. Ceder el mando, compartir el relato y que siga creciendo hasta que no pueda más.

Por Roger Casas-Alatriste, CEO de El Cañonazo Transmedia.