Ilustración: David Sota

Ilustración: David Sota

A menudo asisto a congresos o leo artículos en los que se usa la expresión «couch potato» para referirse al espectador de televisión. Sí, puede que parte de los espectadores respondan a esa actitud pasiva, sedentaria y “tragalotodo” ante el televisor, pero siempre me ha parecido una forma despectiva y desafortunada de describir a la audiencia.

Es más. Me pregunto si una industria que capaz de poner un mote despectivo a sus propios consumidores no estará llegando ya a su decadencia. Hablo en serio: la industria televisiva no ha tratado ni está tratando adecuadamente a sus clientes-consumidores-espectadores y puede que esté empezando a pagarlo.

Ayudemos a Lars

Recuerdo que en el año 2000 la banda norteamericana Metallica cometió un error que pudo poner en peligro su propia carrera. Eran los tiempos en los que se estaba popularizando el formato MP3 y Napster revolucionó el mundo de la música al facilitar el intercambio gratuito de archivos musicales entre usuarios.

La indústria musical reaccionó de forma poco inteligente ante la supuesta amenaza de Napster y otros servicios similares. Pero mucho más vergonzante fue la actitud de Metallica y en particular la del batería del grupo, Lars Ulrich, que se presentó personalmente en un juzgado para denunciar con nombres y apellidos a más de 300.000 usuarios que presuntamente habían descargado sus canciones de forma ilegal. O sea, estaba denunciando a sus propios fans.

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Afortunadamente, los fans supieron dar la vuelta al cabreo inicial y, en un acto inconscientemente precursor del crowdfunding, crearon el site PayLars.com para recaudar fondos con el objetivo de que el “arruinado” Lars Ulrich y sus compañeros de Metallica no pasaran hambre.

El sector audiovisual no ha llegado a tal límite y principalmente ha orientado su furia hacia las empresas que se enriquecen con las descargas ilegales y no contra los propios usuarios.

Volvemos en 7 minutos

El respeto por el cliente debería ser una norma básica de sentido común en cualquier sector. Google lo tiene claro (por lo menos en el plano teórico) y precisamente el primero de sus 10 principios es: “Piensa en el usuario y lo demás vendrá solo”.

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No parece que las cadenas de TV sean igual de respetuosas con sus usuarios (los espectadores) cuando se trata de los cortes publicitarios. Me refiero especialmente a la denominada “pauta única publicitaria” por la que varios canales de TV de un mismo grupo interrumpen la emisión simultáneamente. El momento elegido para dar el paso a la publicidad seguro que está buscado a conciencia en el canal principal del grupo. Pero al resto… que les den. Es literalmente humillante estar viendo una serie y que de repente, sin más, a media escena, a media frase, a media palabra, incluso a media sílaba, se interrumpa bruscamente la emisión y empiecen los anuncios. No puede haber mejor forma de empujar a los espectadores a apagar la tele y a descargar la series directamente de internet.

Aun así, en otros aspectos hemos mejorado bastante y ahora casi todas las cadenas informan puntualmente de la duración de cada bloque de publicidad, aunque no me he entretenido (ni lo haré) a cronometrar si realmente el bloque se corresponde con la duración anunciada.

Volvemos

Tampoco la publicidad en los servicios de vídeo online es un ejemplo de respeto y consideración por el usuario. Enchufar un pre-roll de 30 segundos (o más) a alguien que quiere ver un video de un minuto parece, cuando menos, un pelín excesivo y otra sutil forma de enviar más usuarios a las plataformas de descargas “no oficiales”.

Otras formas de no respetar a la audiencia

Quizá no sea necesario llegar a la máxima de que “el cliente siempre tiene razón”, pero seguro que las cadenas de televisión podemos hacer mucho más para situar al usuario en el centro y pensar en sus intereses y necesidades cuando desarrollamos nuestros contenidos y servicios.

Malas prácticas como la falta de puntualidad o la contraprogramación son cada vez menos frecuentes, pero no han desparecido por completo. Que una película de 90 minutos dure casi tres horas en televisión o hacer una pausa publicitaria de 5 minutos cuando sólo queda un minuto para terminar el capítulo de una serie es directamente un maltrato al llamado “respetable”. En definitiva, hacer perder el tiempo a los espectadores-usuarios-clientes va claramente en contra de aquel principio tan repetido de “dar a los consumidores lo que quieren, cuando lo quieren”.

El mito del espectador pasivo

“Si a una araña le arrancas todas sus patas, se queda sorda”.

Esta es la conclusión a la que llega un avispado profesor (en un chiste) tras arrancar una a una las patas a una araña y comprobar que, al arrancar la última pata, el animal deja de obedecer a la orden “ven aquí”. Efectivamente, el profesor estaba equivocado: las arañas sin patas no se quedan sordas, se vuelven desobedientes. 😉

Algo parecido ocurre cuando se dice que “el espectador de televisión es pasivo”. ¿De dónde hemos sacado esta conclusión? Vamos a ver, ¿cómo podemos saber si el espectador es pasivo o activo si no le proponemos que actúe? Sería como decir que los clientes de una frutería són vegetarianos simplemente porque no compran carne…. ¡en una tienda donde no se vende carne!

La experiencia nos ha demostrado que cuando al espectador le hemos brindado la posibilidad de participar en algún programa la respuesta ha sido masiva. Desde los millones de mensajes SMS de “Operación Triunfo” o “Gran Hermano” hasta la interacción en redes sociales en “La Voz” o las votaciones en “Rising Star”. Si la participación del usuario está  perfectamente justificada por el formato y es percibida como un valor añadido por los espectadores, estos responderán a la llamada.

No todos, claro, tampoco es el objetivo. Pero repetir constantemte el tópico de la pasividad de los espectadores en televisión es también en cierto modo un menosprecio a una audiencia que nos ha demostrado en numerosas ocasiones sus ganas de participar y que no es simplemente una patata en un sofá.

– Ilustración: David Sota

@fclavell