
El otro día llegamos al futuro de Regreso al futuro. En general, en Innovación Audiovisual siempre hablamos de lo que va a ocurrir en los próximos dos, tres, cinco años. Pero hoy vamos a subirnos en la máquina del tiempo de verdad y a mirar a diez, quince, veinte años vista.
Este verano tuve la suerte de que me aceptaran en la universidad tecnológica más exclusiva del mundo: Singularity University, y allí estuve trabajando en las posibilidades que las tecnologías exponenciales (Inteligencia Artificial, nanorobótica, neurociencia, sensores, genética…) pueden aportar al contenido del futuro.
En un mundo donde todo cambia a la velocidad del rayo, la manera en que contamos historias y nos relacionamos no iba a ser menos.
“Contenido reactivo es todo aquel que se adapta en tiempo real al espectador. Que con mayor o menor precisión es capaz de medir las reacciones fisiológicas y emocionales del usuario al ver dicho contenido y mediante una serie de algoritmos y trucos, adaptar dicho contenido en forma, color, emoción, sonido y ritmo a las necesidades o gustos de quien lo está viendo»
Para presentar esta idea revolucionaria que puede transformar el mundo del entretenimiento y la psicología, en Singularity University hicimos este pequeño video:
Para probarlo, hicimos un prototipo donde conectábamos al espectador a un sensor capaz de medir sus constantes vitales. Mediante un algoritmo complejo, a través de sus tweets éramos capaces de determinar su nivel de emocionalidad (basado en las palabras que usa). Dependiendo de la nota que obtenía, le ofrecíamos un contenido u otro. Veía el contenido dentro de un corazón, el suyo, a través de unas gafas de realidad virtual. El corazón, que latía en perfecta sincronía con sus constantes vitales, además, cambiaba de color dependiendo de la reacción emocional que el espectador tenía con el contenido que le estábamos mostrando (más azul si no se inmutaba, más rojo si reaccionaba ante el video).
Fue una simple prueba, pero nos permitió empezar a investigar sobre algo que, una vez desarrollados los necesarios sensores y algoritmos, puede cambiar por completo lo que entendemos como contenido.
¿Imaginas poder ver películas de terror que se ajustan exactamente al nivel de miedo que eres capaz de soportar? Historias que se aceleran o expanden dependiendo de tu nivel de interés y conexión emocional con los personajes. O contenido que cure.
Permanentemente intentamos hackear nuestro cerebro para transformar cómo nos sentimos. Nos ponemos películas alegres o melancólicas cuando nos invade la saudade. Música cañera cuando necesitamos trabajar concentrados o relajante cuando queremos desconectar del mundo. Usamos los colores que nos hacen sentir bien. Tenemos relaciones con personas que nos resultan agradables a la vista y al oído.
Si a esto le sumamos que cada vez podemos medir más cosas (a día de hoy son los pasos cuando corremos, pronto será nuestro nivel de tristeza o de alegría o nuestra reacción epidérmica cuando conectamos con alguien) y lanzamos por encima unos pocos polvos mágicos de inteligencia artificial (os sorprenderían los avances que se están realizando en este campo, en Singularity vi cosas de ciencia ficción), pronto podremos comenzar a tener contenidos mínimamente adaptados. Quizá una película indie donde la banda sonora se componga con canciones parecidas a las que sueles escuchar en tu Spotify. Quizá simples detalles adaptados a tu cultura y país, como hace Pixar en sus películas.
Más adelante… quién sabe: Películas hiperrealistas que se generan en tiempo real, completamente adaptadas al usuario. Donde cada elemento conecta emocionalmente con nuestra sensibilidad, nuestros gustos, nuestras preferencias, miedos o deseos. Donde se entremezclan de forma sutil recuerdos de lugares donde hemos estado, referencias personales. Donde cada elemento pueda estructurarse para generar una reacción específica: un shot de dopamina. Un chute de serotonina. Un remedio contra la tristeza o la cantidad justa de miedo para generar placer.
La tercera década del siglo XXI va a ser la del contenido reactivo y nosotros ya estamos trabajando en ello. Repensándolo todo desde cero. Reinterpretando cómo contar historias en este nuevo mundo donde la tecnología nos brinda cada vez más posibilidades y nos permite crear nuevos lenguajes.
Por cierto, hablando de tecnología y lenguaje, ya está online mi último TEDx, donde hablo de todas estas cosas.
Imagen portada: Adam Caldwell – Theory Of Forms
Nico … ¿has experimentado la creación reactiva? ¿Cómo sería -o es- la experiencia de crear adaptada en tiempo real al momento creativo, asistido por algoritmos y trucos que ponen en valor las necesidades o gustos de quien está creando? ¿Es esto posible, o la experiencia de crear el contenido está aún al margen de estos nuevos modos?
Ganas de verte 🙂
Un abrazo!
La idea es esa. Que los contenidos se creen en tiempo real. Bueno, más que que se creen (para eso queda, e implicaría Inteligencias Artificiales muy potentes), que cambien, que se adapten.
En realidad, no es inventar la rueda, sino todo lo contrario: volver al origen. En el inicio de los tiempos, cuando la tecnología no nos permitía narrar en diferido, las historias se contaban (y se cuentan) cara a cara, tomando el pulso al público, y adaptando el ritmo al interés de tu interlocutor. Es alucinante la sensación de estar en un escenario y medir tus tiempos, tus silencios, tus tonos, y sentir el pulso colectivo de la audiencia cuando se deja llevar y se entusiasma o se emociona o se aburre.
Eso es creación reactiva, en tiempo real. Y la perdimos con la tecnología y ahora tenemos la oportunidad de recuperarla gracias también a la tecnología. Cerrando el círculo.
On Wednesday, November 4, 2015, Innovación Audiovisual wrote:
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