Recuerdo esa primera vez que pude volar al Sudeste asiático. Recuerdo muy vívidamente mi llegada a la ciudad de Kuala Lumpur en lo que iba a ser una escala de tan solo unas horas en dicha ciudad, en mi camino hacia Oceanía. El primer impacto al descender del avión en su aproximación aerea fue ver a través de la ventanilla cómo sobrevolábamos un manto selvático muy verde en medio del cual se abrían paso unos monolitos que simbolizan lo que, hoy por hoy, son las grandes urbes modernas. Mi emoción era intensa y mis manos sudaban sin saber yo porqué. Lo excitante de lo desconocido, cuando se afronta con ilusión, puede generar emociones y reacciones muy intensas en positivo.

Esas primeras veces que nos sumergimos en algo tan diferente suponen una impronta cerebral que perdura toda la vida. Los lugares que visitamos y experimentamos dejan grabada una huella emocional importante en nuestro cerebro. No en vano, son los tres primeros años de vida los más importantes para el desarrollo de la arquitectura cerebral. La memoria consciente aún no nos permite a esas edades acordarnos de muchas cosas. Los sentidos funcionan como inputs de lo que hay fuera desde que nacemos. Es por eso que la estimulación temprana es tan importante a esas cortas edades ya que esas experiencias nos preparan para abrirnos a sentir el mundo exterior. Un déficit en uno de los sentidos será compensado por los otros sentidos, los cuales se desarrollarán más de lo normal. Tenemos cinco sentidos empíricos o medibles. Aun con todo, sentimos más que eso, siendo el todo combinado más que la suma de cada uno de ellos.

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La toma de conciencia de lo que sentimos en un escenario determinado de esos momentos de nuestra vida intensos hacen que podamos asociar los recuerdos emocionales a los lugares. En estos primeros años de vida, el cerebro al no estar aún desarrollado del todo grabará las improntas en su parte límbica y la parte primitiva que son las primeras en desarrollarse desde el embarazo. El neocórtex comienza a grabar toda esa información del cerebro límbico y primitivo (reptiliano) en el momento en el que se va formando y vamos tomando conciencia y recuerdo de las cosas. El cerebro, sin embargo, funciona por módulos y no va a grabar los datos solamente como un conjunto holístico del todo. Esto hace que después de una experiencia emocional podamos revivir sensaciones similares sin que se encuentre uno en el mismo enclave donde vivió por primera vez aquello. La sola percepción de alguno de los elementos de aquella experiencia hará que desencadene en nosotros una cascada de sensaciones parecidas a las vividas en el momento en el que fueron grabadas junto con el resto de estímulos.

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Así, cuando estoy por cualquier rincón del mundo y, de repente, huelo un aroma a café parecido al que hacía mamá cuando era pequeño a la hora del desayuno, este reencuentro desde el canal olfativo me puede llevar a desencadenar todo un chorreo de sensaciones asociadas a aquel recuerdo de mamá sin que ella esté delante. No es necesario que se reproduzcan todos y cada una de los detalles del recuerdo original para poder revivir toda una sensación asociada en su momento. Con uno que sea lo suficientemente potente bastará para poder recordar tal asociación original. Sin saber la razón, cuando olemos ese aroma nos acordaremos de mamá o de los desayunos o de la emoción que hayamos asociado. Hay muchos detalles que se nos pasan por alto y no siempre estamos atentos a lo que sentimos como para poder relacionarlo con otros recuerdos.

 

 

Los sentidos son los canales de entrada de información a nuestro cerebro como el gran procesador de datos que es. A través de los sentido podemos recoger mucha información que ni si quiera somos capaces de procesar conscientemente. La atención nos ayudará a seleccionar cuáles son los que nos sirven y cuáles no. ¿Y de qué depende nuestra atención? ¿De qué depende el que nos fijemos en unas cosas u otras? Serán nuestras motivaciones los filtros que utilicemos para poder quedarnos con lo que nos interesa. No siempre elegimos lo que nos interesa desde la lógica. Un ejemplo simple podría ser que normalmente no nos fijamos en los coches ni en sus colores hasta el momento en el que decidimos comprar un coche nuevo y es, entonces, cuando empezamos a fijarnos en cuántos hay por ahí fuera como el que yo quiero, de qué colores y si hay muchos con el color que yo quiero. Una mujer que está embarazada empezará a prestar mayor atención a los anuncios de ropa y anuncios de salud para bebés. Esa motivación del momento por ser madre dirigirá la atención a puntos relevantes en la vida de la persona.

 

Más allá de la percepción en sí misma, que presuponen algunos como objetiva, la mente de cada uno es diferente y la forma en que cada individuo entrena sus emociones marca la diferencia. ¿Por qué razón cuando preguntamos a dos personas que han estado en Macchu Picchu nos cuentan una experiencia diferente y detalles particulares cuando en teoría han visto lo mismo? A pesar de ver las mismas cosas, no es lo mismo verlas, por ejemplo, en unas condiciones metereológicas que en otras. La experiencia se vive diferente. Pero más importante que eso, si cabe, es el momento vital en que la persona se encuentra cuando vive dicha experiencia, determinando esto en gran medida cómo quedará grabada la historia de esa memoria del viaje. El discurso de cómo nos cuentan las cosas las personas que lo han vivido tiene mucho que ver con cómo dichas personas son y cómo han aprendido a apreciar las experiencias.

 

La Psicogeografía(1) es un término que acabo de conocer gracias a un libro que explica de qué manera las personas se ven influenciadas por el entorno en el que viven. Estudios en este libro hablan de cómo son las mentes de las personas según los diferentes entornos en los que se mueven o habitan.

La atención es aquella función por la que se pelean todos los medios ahora. Cada día son más los dispositivos que nos atrapan constantemente y nos hipnotizan para contarnos cosas o lanzarnos información. Los niños que nacen en estos tiempos son considerados “digitales” ya que han llegado en medio de una era digitalizada en la que la presentación de mucha información se realiza mediante pantallas que se manipulan. Pienso que es la llegada de internet uno de los momentos que marcan un antes y un después en nuestro cerebro. Hoy por hoy es todo un reto poder ser selectivo a la hora de focalizar aquellas cosas que nos importan en la vida.

Los índices de ansiedad se han disparado gracias al hecho de que tenemos mucho por donde elegir. Tener tantas elecciones no es del todo sano ya que el cerebro humano no está aún desarrollado como para esas tareas, las llamadas multitareas. El gran choque de estimulación activa cotidiana que intenta atraparnos a diario supone una lucha constante con la que amanecemos cada día.

Todos somos parte de ese escenario en una u otra medida. No es ninguna tontería por tanto pensar en cómo queremos dirigir nuestra atención y tiempo para enriquecer nuestras vidas en el día a día. Algunas ramas de la ciencia buscan relacionar la estimulación visual con los efectos en las emociones y en el cuerpo. La idea pasa por presentar en la decoración de las paredes de ciertos lugares unas imágenes que evoquen reacciones y disposiciones concretas.

Las investigaciones confirman que cuando se colocan imágenes de naturaleza y armonía en nuestros entornos laborales, éstos acaban influyendo en nuestro rendimiento. Las imágenes que suscitan fuerza, potencia, mérito o victoria se proponen como el entorno adecuado en determinadas empresas muy competitivas. Esto pretende transmitir un espíritu o política de empresa que inculque esa identificación con el modelo como para activar a la persona.

Algo parecido ocurre en los hospitales. En función de los efectos que se quieran medir, se pondrán a prueba ensayos para comprobar los resultados. La idea del entorno es muy importante en la recuperación de la salud. No solamente el entorno de gente a modo de personas sino el entorno geográfico en el que uno se recupera, de hecho muchos sanatorios de principios del siglo pasado eran ubicados en medio de bosques o localizaciones naturales. Aquí es donde conectamos con la naturaleza como seres vivos que somos. Está demostrado que dichos entornos favorecen notablemente a la recuperación en comparación con otros entornos más urbanos y estresantes.

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Actualmente hay una empresa norteamericana (“Sky Factory”) que busca abrir camino en esta idea de crear entornos desde la tecnología. Ellos venden los Luminous Sky Ceilings que son paneles retroiluminados con fotografías de naturaleza. Se están llevando a cabo investigaciones al respecto con la idea de determinar de qué modo puede afectar a un paciente el hecho de hacer una prueba diagnóstica como una resonancia magnética rodeado de imágenes de armonía y naturaleza. Esto provocará unas reacciones mucho más relajadas que las que provocaría un entorno neutral, el cual podría disparar todas las fantasías del paciente que va a entrar en quirófano pensando que entra en el museo del horror. La distracción del paciente es una de las claves del tratamiento del dolor y del buen manejo de la incertidumbre previa de no saber qué va a pasar cuando uno entre al quirófano.

La Resonancia Magnética Funcional no engaña y permite medir qué partes del cerebro se activan ante las diferentes estimulaciones que les presentan con fotografías digitales. Ya en las películas futuristas vemos decorados digitalizados y cómo, en ocasiones, emulan la naturaleza reproducida a través de imágenes en pantallas digitales gigantes. Es un hecho que cada día podríamos contar decenas de pantallas a nuestro alrededor si vivimos en una ciudad.

Pero esto no ha hecho más que empezar toda una serie de formas digitales de transmitir a los seres humanos emociones sentidas a través de la pantalla que parecen reales pero que, en realidad, son presentaciones digitales.

Me pregunto si llegará ese momento en el que nos acerquemos tanto a la realidad virtual como para poder engañar a nuestros sentidos.

Un día me recomendaron la película de Her, de Spike Jonze. La película se desarrolla en un escenario futurista en el que se comercializan sistemas operativos inteligentes instalados en el móvil a modo de acompañamiento sentimental. La inteligencia artificial permite al sistema operativo aprender la forma en que cada usuario siente como para establecer un vínculo emocional ajustado. El protagonista llega a sentir emociones muy intensas en una relación virtual que no existe más que en su mente. Los avances tecnológicos van a un ritmo vertiginoso y somos nosotros los que debemos aprender a combinarlos para poder elegir cada cosa en su momento adecuado.

Suena prometedora la adopción de un enfoque educativo y clínico de todos estos avances tecnológicos. Es una responsabilidad decidir qué tipo de utilidad debemos dar a tantas posibilidades en la era digital y, sin lugar a dudas, serán los contenidos los que puedan marcar un salto de calidad ahora que podemos elegir con qué estimularnos.

 

 

 

 

 

(1) Ellard, Colin. Psicogeografía. La influencia de los lugares en la mente y en el corazón. 2016. Ed. Ariel