El ya difunto 2017 fue para mi un año de inmersión en la metodología del design thinking, también conocido como diseño centrado en las personas – una forma de enfrentar el diseño de producto que se centra en entender al usuario final para ofrecer una solución a la medida de sus necesidades reales. Esto tiene mucho sentido a la hora de diseñar productos físicos, por ejemplo, una botella de agua. No será lo mismo diseñar una botella de agua para un corredor de maratones que para una persona discapacitada. El design thinking ofrece una metodología sencilla pero sólida, que permite aproximarse a los procesos de una manera ordenada y eficiente.

Sin duda, las posibilidades me resultaban atractivas. Si el design thinking es aplicable a procesos, ¿es el proceso creativo de generación de una historia susceptible a ser guiado por esta metodología? ¿Podemos aplicar sus etapas para entender quién es el público de nuestra historia y ofrecer una historia a la medida de sus necesidades y sueños?

En este gráfico se hace un análisis de la innovación, que debe producirse en la convergencia de tres campos: la viabilidad (económica), la factibilidad (técnica) y la deseabilidad (humana). Normalmente a la hora de emprender un proyecto de innovación pensamos ¿es viable? y ¿es posible? Pero muchas veces nos olvidamos si es deseable por los mercados, especialmente los creadores de historias: queremos contar nuestra historia, sin pararnos a pensar si la gente querrá escucharla o no.

 

Partiendo de la hipótesis, nos lanzamos a validar la idea: íbamos a desarrollar una dramaturgia para una obra de teatro usando esta metodología. Esto genera mucha incertidumbre, con una fecha de estreno pero sin saber antes de empezar el proceso cuál va a ser la historia que vas a contar: la historia se desarrolla durante la aplicación de la metodología que nos acerca al público. A pesar de la incertidumbre con una aproximación a la construcción narrativa tan poco convencional, estamos satisfechos con el resultado. Por ello, comparto las fases que hemos seguido por si puede servir como herramienta a otros contadores de historias.

Fases del design thinking aplicado a la creación de historias

El design thinking se fundamenta en cinco fases.

  1. EMPATIZAR: En esta fase inicial intentaremos entender al público al que queremos que llegue nuestra historia. Una vez definido el target, podemos iniciar la investigación. Nosotros nos centramos en tres maneras de hacerlo:
  • Entrevistas: Tanto a público potencial como expertos conocedores del mercado y de los hábitos de consumo. Las preguntas buscan entender sus costumbres, sus maneras de consumir historias, formatos, ficciones favoritas.
  • Research: Si las entrevistas consisten en extraer datos cualitativos y subjetivos, el research consiste en conseguir estadísticas y datos objetivos sobre el consumo de storytelling del público objetivo. Share televisivo, best-sellers, afluencia a espectáculos, big data de plataformas VOD… Analizar fuentes de historias para entender patrones de consumo.
  • Safari: Acudir al espacio físico donde está el público y analizar según una categorización AEIOU (Activities, Environment, Interactions, Objects, Users). Observar con nuestros propios ojos cómo consumen las historias, qué les pasa, cómo reaccionan, cómo interactúan entre ellos.
  1. DEFINIR: Con toda la información recopilada en la primera fase, intentamos darle sentido a todo lo aprendido. Analizamos frases relevantes, estadísticas reseñables y observaciones llamativas, que se van organizando según su similitud. Acaban surgiendo lugares comunes que se agrupan, y a los que se les va dando uniformidad por temas, por ejemplo, “tecnología” o “amigos”. Se extra la clave que agrupa toda esa información, por ejemplo “Los musicales funcionan porque el público reconoce referentes comunes que comparte con sus amigos”. Y esa clave, se convierte entonces en una pregunta, una oportunidad: “¿Cómo podemos hacer que nuestra historia tenga referentes comunes que puedan compartir con sus amigos?”
  2. IDEAR: Después de elegir las oportunidades más relevantes para la construcción de mi historia, comenzamos a dar respuestas a esas preguntas. El objetivo en la fase de ideación es generar cantidad de ideas, sin censura, un brainstorming puro en el que cuantas más salgan, mejor. Esta es la fase en la que los storytellers nos sentimos más a gusto, sin sentir además que tenemos que encontrar la mejor posibilidad a la primera. Una vez termina la generación de ideas desde diferentes ángulos, comenzamos a clusterizar, a agrupar según el sentido que queramos darles. Los guionistas están acostumbrados a realizar este tipo de asociaciones de ideas, así que es muy gustoso empezar a ver la forma de una historia emerger de este tipo de clusters.
  3. PROTOTIPAR: Una vez tenemos un esqueleto o escaleta armada según las ideas producidas en la fase de ideación, nos toca validarlas en pruebas de baja resolución, con pequeños grupos de beta testers. En nuestro caso, la historia incorporaba tecnología (sonido binaural) y ciertas dinámicas de participación en las que pedíamos que el público participara. Realizar pruebas sencillas con partes de la historia nos ayudó a comprender qué elementos gustaban más, qué personajes podrían tener más recorrido… Tras la prueba, se realizaban sesiones de feedback, en las que los individuos nos hablaban de qué les había gustado más o menos, cómo lo mejorarían. En esta fase, lo más difícil es permanecer objetivo y no intentar defender la propuesta, escuchando el feedback de manera abierta.
  4. TESTAR: Con tanta información recopilada, ya solo queda darle forma a nuestra historia final. A través de diversas iteraciones, se puede ir refinando , de manera que la limpiamos de los componentes que no funcionan o añadir más de lo que es interesante para el público.

El proceso, al fin al cabo, no es más que poner en orden mecanismos que todos los storytellers hacen: ¿quién no ha dejado leer sus guiones a sus colegas antes de lanzarse a producir? Sin embargo, poner en claro las claves desde las que partes y llegar a la esencia obvia de lo que podrían ser puras intuiciones, puede ser una poderosa herramienta a la hora de enfrentar la construcción de las historias.

Por supuesto, en la creación de las historias, no todo debe ser buscar satisfacer lo que el público quiere. Es encontrar el punto en el que nosotros como creadores queremos contar algo que se alinea con nuestro discurso y que además sabemos que el público está interesado en escuchar esa historia, que puede identificarse con ella. Si solo escucharamos lo que el público quiere, sería darles más de lo mismo. Al fin y al cabo, nuestro rol como storytellers es salirnos de los límites de lo que un espectador pueda creer que quiere. Ellos no son los contadores de historias, nosotros sí.

Muy pertinente cita atribuida a Henry Ford, pero probablemente falsa ?

 

*NOTA: Debo agradecer a Cristina Bucero su colaboración en el desarrollo de nuestro proyecto, como asesora de Design Thinking aplicado a las artes escénicas. Todo el conocimiento aquí vertido viene de su empeño y cariño. También recomiendo hacer este curso online a los interesados en la metodología.

Imagen de Ezra Jeffrey en Unsplash

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