El sábado pasado, y durante la madrugada del domingo, se celebró la II edición del festival Jardín de las Delicias en el complejo deportivo Cantarranas. Un festival en el que hemos participado activamente desde FLUOR Lifestyle, y que a pesar de la amenaza de lluvia y mal tiempo, colgamos el cartel de Sold Out. 

Aunque sería muy interesante, creo, ahondar en el proceso de posicionamiento y comercialización de un nuevo festival para gente joven y a finales de septiembre en un país en el que a día de hoy se celebran más de 400 festivales al año; este artículo no va a ir por ahí. 

Quiero ahondar en algo que dijo Rulo (de Rulo y la Contrabanda) mientras le hacía una entrevista. Él creía que el éxito de este festival podía residir en lo ecléctico del mismo, donde comparten cartel nombres como Bely Basarte, Andrés Suárez, Taburete, Rulo y la Contrabanda y Juan Magán. Su reflexión partía del precepto de que la gente joven ya no entiende de estilos, le dan igual; le importan las canciones y pasárselo bien. Y es posible que tenga razón, pero desde que lo escuché no he parado de darle vueltas a la derivada que produce esa afirmación: “y esto ¿es bueno?”.

Pues creo que no. Porque no entender de estilos es no entender, directamente, el proceso de creación musical, de lo que nos suena ‘bien’ y lo que no. Un oído que no se ha educado en los estilos, la generación y la derivación de cada uno (al menos de los más habituales e influyentes) es un oído que no puede tener una valoración propia y respetable.

Sirvámonos de la -ya habitual- metáfora del vino. Todos entendemos que una persona poco experta en el mundo de la enología (yo mismo)  no necesita gastar una gran cantidad de dinero ni puede tomar un vino demasiado fuerte porque no entenderá el sabor. Al no tener el paladar educado, no puede alcanzar a valorar los matices y aromas de este vino. Igualmente, al saberme no educado en la materia, habrá poca gente que respete la valoración que pueda hacer sobre una botella u otra.

En la literatura y en el cine actual, no es difícil descubrir historias que se basan en los mismos preceptos que algunos mitos desarrollados en textos antiguos. Sin ir más lejos, no es difícil encontrar las similitudes entre los hilos argumentales de ‘Antígona’ y ‘Star Wars’, o la relación entre ‘Ulises’ y ‘2001. Una odisea en el espacio’. Entender los mitos aparentes en las diversas obras las enriquece y nos ayuda a construir narraciones cada vez más complejas y elaboradas.

Igualmente, en pintura y en escultura, por ejemplo, tenemos claro que el concepto de ‘lo bello’ está reconocido universalmente a través de unas guías y patrones de composición, pero ¿y en la música?

En la música pasa exactamente lo mismo. Para muestra un botón. Y este vídeo lo explica de la mejor forma posible en solo cinco minutos. Sube el volumen y dale al play:

 

Si cada vez, como decía Rulo, perdemos la conciencia de estilo y la educación se basa en algoritmos generados por y para servir el repositorio de una plataforma, puede acabar sucediendo que nuestras opiniones se homogeneicen y basen en un conocimiento colectivo que tampoco está educado. La verdad es que un vistazo a la lista Top 50 España y entender el fenómeno del ‘Millennial whoop’ parece que confirman mi teoría. Si tampoco te lo crees, espero que te sorprenda este vídeo:

 

La formación de la educación basada en algoritmos sociales provoca que todos tengamos que dar nuestro punto de vista sobre todos los temas con solo dos opciones: me gusta o no me gusta. Y en base a ese latido social formar el gusto. Es la pescadilla que se muerde la cola. Pero “me gusta o no me gusta no es una valoración”. Esto decía, literalmente, Jaime Buhigas, el otro día, en un delicioso paseo por el Museo Reina Sofía para adentrarnos en El Guernica. Y, desde entonces, creo que tiene razón. Creo que no deberíamos dejar que nuestro gusto se formara en base a dos botones que se pulsan sin un criterio solvente. 

¿Os imagináis criterios más cualitativos en las plataformas de música en streaming y sociales? ¿Os imagináis una plataforma como IMDB, Filmaffinity o Librotea para la música? ¿Y que además las usáramos todos? Creo que sería un buen principio para aprovechar lo mejor de la conexiones sociales sin perder la visión holística.

No sé, Rulo, ojalá que corrijamos esa tendencia de entender solo de canciones y pasárnoslo bien. Espero que recuperemos los estilos y, sobre todo, espero que descubramos el placer de educar nuestro paladar, en soledad o compañía.

 

Gracias por leer hasta aquí 🙂

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