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Si hay en esta España nuestra algún tópico alrededor del mundo del cine tan o más manido que el de: “estos son un hatajo de subvencionados”, ése es la creencia generalizada de que el sector cinematográfico dista mucho de ser una verdadera industria. Por desgracia, mientras que el primer topicazo es más falso que la nariz de Nicole Kidman el segundo si que es completamente cierto. Y lo es por capítulos tan tristes como el vívido hace unos días en torno al vapuleo de los derechos de unos autores. Me estoy refiriendo a la polémica suscitada en torno a la próxima película del director Fernando Trueba: “La Reina de España” y la demanda interpuesta en su contra.

 

Recapitulo: “La reina de España” es y se ha vendido en todo momento como la continuación de la aclamada obra de 1998 “La niña de tus ojos”. La trama sitúa ahora la acción 20 años después de la primera, centrando la historia en el reencuentro de todos los personajes principales.

En los últimos días hemos sabido que Carlos López y Manuel Ángel Egea, dos de los guionistas de “La niña de tus ojos” han interpuesto una demanda contra los productores de “La Reina de España” alegando el uso de unos personajes creados por ellos sin su consentimiento. Pueden leer los detalles aquí o aquí. La noticia ha suscitado la reacción furibunda de los productores, alegando que los citados autores no sólo no tienen derechos ni nada que decir sobre la película que ahora se estrena sino que tampoco los tenían sobre su creación original, que “no hay ni una coma de ellos en la película” ya que no se usó su versión del guión en rodaje y que acreditarles como coguionistas “fue un tremendo error”. La noticia corrió como la pólvora entre los círculos de guionistas españoles (tampoco somos tantos) y provocó múltiples muestras de apoyo y airadas protestas por tan vejatorio trato. Permítanme destacar la del cocreador de «El Ministerio del Tiempo», Javier Olivares, por brillante y por suponer un testimonio crucial para rebatir los argumentos de Trueba y sus productores.

No conozco de nada el señor Trueba ni al señor Egea; pero si a Carlos López. Y da la casualidad de que creo a pies juntillas en esa máxima que en guión se aplica a los personajes y que afirma que: “uno no es lo que dice sino lo que hace”; y también creo que es perfectamente válida con las personas en el mundo real. Por eso se me hace francamente difícil, si no imposible, pensar que alguien de la rectitud y bondad de Carlos se meta en este embrollo con oscuros fines o para sacar tajada inmerecida del trabajo ajeno.

Si a los hechos nos remitimos vemos que de los cuatro autores de “La niña de tus ojos” a dos les han hecho la cama, que otro está muerto (y a saber si han contactado con sus familiares para pedir ninguna cesión de derechos) y que el último es el hermano del director… Terreno preciso y precioso para sacar adelante una película sin el permiso de todos sus creadores.

Si a los hechos nos remitimos, vemos que los demandantes aluden a su autoría sobre los personajes usados en “La Reina de España” como motivo y razón para que se les hubiera consultado, pedido permiso, reconocido en créditos y, quizás (no tengo información al respecto) y ojo a la osadía: remunerado de alguna forma por ello. Muchos ejemplos de lo mismo he ido leyendo estos días, por poner uno: la obligada mención a Stan Lee en todo cómic, película o serie en que salgan personajes creados por él aunque nada haya tenido que ver con el guión concreto de ese producto.

Si a los hechos nos remitimos, vemos que el argumento de los productores es que, si no figura explícitamente en el contrato, por defecto los personajes son de la productora y no de los autores que los han creado… O sea que Don Quijote no pertenece a Cervantes sino al impresor de la primera tirada del libro; ya. Y lo triste es que no es el primer caso en que acaba siendo así (y me viene a la cabeza el rocambolesco ejemplo del creador de Kukuxumusu).

Si a los hechos nos remitimos, vemos que los productores (en un auténtico punto de giro digno del más desquiciado guión) pretenden ahora negar la autoría de López y Egea en “La niña de tus ojos”. Autoría que consta desde hace 18 años en el Ministerio de Cultura, en cada cartel promocional o carátula de la película… Un auténtico “es mi Scatergoris y me lo llevo” por no aceptar barco como animal acuático.

Si a los hechos nos remitimos, vemos que en su defensa los productores ponen palabras y actitudes en boca del malogrado y añorado Rafael Azcona, usando la figura del más grande y respetado de los guionistas españoles como parapeto y cortafuego, a sabiendas de que casi nadie entrará en el fango para deshonrar su memoria desdiciendo su supuesto e indemostrable cabreo con los demandantes.

Al comienzo decíamos que el tópico de que el cine español no es una verdadera industria es cierto. En este caso los hechos lo demuestran: cualquier industria creativa (y el cine se enmarca aquí) mantiene en todo momento un profundo respeto por sus autores y cabezas pensantes. Ni en la moda, la arquitectura o el diseño industrial se entendería que se vapuleara el nombre y el trabajo de los creadores como aquí hacemos con nuestros guionistas.

De hecho en lugares como EEUU, donde el cine si es claramente una industria, un asunto cómo este sería impensable y todos los procesos de reconocimiento de autoría están perfectamente marcados y delimitados de antemano, fijando lo que debe aparecer en créditos en cada caso, los derechos que conlleva cada reconocimiento o mecanismos de arbitraje donde dirimir de forma más ordenada este tipo de conflictos. Si a alguien le interesa el tema recomiendo leer el exhaustivo post que Concepción Cascajosa compartió en Facebook hace unos días con motivo de la polémica en cuestión.

Por desgracia, y tirando de otro topicazo manido, “Spain is different”. Día si y día también leemos noticias sobre series y películas en los medios y es práctica habitual no citar a aquellos de cuyas cabezas nacen las historias. Prácticamente todos los escritores audiovisuales de este país hemos vivido experiencias en primera persona que suponen auténticos tratos vejatorios, comenzando por el ámbito contractual y terminando por el del mínimo reconocimiento público. Y lo peor de todo es que aun impera la ley del silencio ante estas prácticas porque si hablas todavía es fácil que te quedes sin trabajo o te señalen.

No hay mayor muestra de que el cine español no es una industria como tal que el hecho de que las reacciones por este caso sólo se han circunscrito al ámbito de los guionistas. Me hubiera encantado leer a más directores, actores, productores, montadores o directores de fotografía defendiendo los derechos de estos dos autores y denunciando la mala práctica de este director y sus productores… pero casi nadie lo ha hecho; ninguno de referencia para el gran público, desde luego. Aquí vamos todos a nuestra bola, a defender nuestra parcela y a hacer la guerra cada uno por su lado.

Desde muchos ámbitos, e Innovación Audiovisual es uno de hechos, se nos llena la boca con todo esto del storytelling, de que el contenido es el rey, de que las historias son la más antigua y eficaz forma de comunicación… Pero a día de hoy, en España, a mucha gente aun le cuesta entender que no hay storytelling sin storyteller, que el rey contenido es hijo de algún creativo, que las historias no crecen en los árboles, que los personajes no son de quien los paga sino de quien los crea.

Mucho ánimo a Carlos y Manuel Ángel. Esperemos que impere la cordura y se haga justicia; aunque cordura y justicia son, en demasiadas ocasiones, términos antagónicos.

 

Photo credit (cc): Casa de América vía Flickr.

@javijaureguitv