Son tan viejas como Internet. Las cadenas llevan conviviendo con nosotros desde que empezamos a enviar los primeros emails. Las cadenas, esos mensajes que, bajo pretextos de lo más variados, nos invitan a enviar a todos nuestros contactos, por aquello de correr la voz… Esas cadenas que, en el 99% de los casos, son una mentira. Y esas cadenas que, lamentablemente, han evolucionado al mismo ritmo que lo ha hecho la red. Y aquí siguen, entre nosotros.

Al principio eran presentaciones en Power Point. ¿Te acuerdas verdad? Ese mail que te enviaba tu tío, tu madre o tu amigo de Messenger en el que, con musiquita bonita de fondo y fotos de paisajes o niños, te hacían reflexionar sobre algunos temas o, directamente, te pedían ayuda para que un niño no muriera de cáncer, para terminar con el hambre en el mundo, etc. Sí, los dramas siempre han sido un ingrediente fundamental en las cadenas. Debe ser para tocarnos el corazoncito.

Cadenas

Y aquí estamos, en 2014, y las cadenas ya no se mandan por mail (alguna cae…) ni son un Power Point. Ahora son más directas, más rápidas, más inmediatas. Lo recibimos en Whatsapp, lo vemos compartido por nuestros amigos de Facebook o alguien de nuestro timeline en Twitter lo ha retuitado, al tiempo que nos pide hacer lo mismo.

En todo esto tiempo hemos vivido cadenas épicas: las que avisaban del cierre de Messenger, o las que advertían que iba a ser de pago, las que aseguraban que si mandabas la cadena a x contactos tu Whatsapp seguiría siendo gratis, la que nos promete saber quien visita nuestro perfil en Facebook y hasta la que nos ayuda a cambiar el color de nuestro Facebook. Épica fue la cadena de «Pon tu foto de perfil en amarillo para protestar contra Mariano Rajoy, seguro que si muchos nos lo ponemos, llegará a algún teléfono de la Moncloa». Estaba claro, el amarillo iba a cambiar el mundo, o al menos España.

Todo mentira. Como mentira es la última cadena que he recibido esta misma semana. Ha sido vía Whatsapp. Un texto considerablemente largo, llamaba mi atención sobre el estado de salud de un niño. Su vida dependía de mi. Yo podía salvarlo. Tenía leucemia. Estaba ingresado en el Hospital de la Fe de Valencia y necesitaba un donante de médula con el grupo sanguíneo AB. Incluso adjuntaba un número de teléfono, y el nombre de la madre, para que, si teníamos ese grupo, nos pusiéramos en contacto con ella lo antes posible. Eso, o compartir la cadena para que llegara a un donante, que en algún sitio de este nuestro país seguro que se encuentra.

Twitter

Esta cadena la recibí en un grupo de Whatsapp en el que estamos varios amigos. Y hubo tres reacciones:

1. La de una persona que, siendo AB, pensó en llamar a pesar de la distancia. ¡Tenía que salvar a eso niño!
2. La de una persona que avisó de que esta cadena era un bulo que llevaba circulando varios años.
3. La de una persona que dijo que estas cadenas no se creía ninguna y que no pensaba compartirlo.

Quise comprobar el punto 2. Y en efecto, a finales de 2012, el Hospital de la Fe se vio obligada a desmentir que un niño necesitara un transplante de médula. Por lo visto, si llamabas al teléfono, no existía, y la gente, solidaria, llamaba al hospital. Y lo colapsó. Dos años después, la cadena sigue.

Y entonces enlacé con el punto 3. Probablemente, la mayoría de vosotros no os creáis las cadenas, especialmente aquellas que huelen a absurdo a lo lejos. Y me molesta. Porque esto es como el cuento del lobo. Llegara una cadena que sea real, y no la creeremos por culpa de alguien que, con alguna oscura intención, ha inventado un mensaje utilizando la salud de un niño, la pena, para, en última instancia, conseguir colapsar un hospital.

bulo

Pero hay más. Hace unos meses, corrió el bulo de la existencia de una banda que viajaba en furgoneta y secuestraba niños para traficar con sus órganos. La psicosis creada obligó a la Policía a intervenir, y a trabajar para verificar su existencia o no.

De modo que querido usuario de Whatsapp, o de otras redes, que creas esos bulos porque no tienes vida, déjanos en paz. Prefiero seguir con mi facebook blanco y azul, me moriré por no pasar tu cadena, me sentiré mal por no ayudar a un niño con cáncer, y mi pareja me dejará por no compartir tu absurdo mensaje. Es más, lo mismo hasta nunca me van a besar por no compartir tu bulo.

Pero por si acaso, aquí van algunos trucos para detectar cadenas falsas. Lo primero, copia su contenido en google, seguro que encuentras más referencias, pues las cadenas suelen estar en miles de foros. Y si están, algo huele mal, especialmente si ves que llevan unos cuantos años circulando. No te fíes de mensajes mal redactados, con muchas exclamaciones o mayúsculas, si fuera cierto, seguro que tendía cierta coherencia formal. Comprueba la supuesta fuente oficial, ya sea esta la Policía, MSN o facebook, si en sus cuentas oficiales no hay referencia al hecho, probablemente sea todo una farsa. Y en todo caso, si tienes dudas, mejor no compartir, ni siquiera con esa advertencia de, «No se si es verdad, pero por si acaso…».

Imagen | Juan Ramón Martos

@antoral