(Para los que no tienen tiempo: hablamos de proyectos y de targets constantemente, pero no valoramos como un indicador útil saber qué tiempo piensan dedicar nuestros espectadores-usuarios a nuestros proyectos. El factor tiempo es analizado sesgadamente desde el prisma de la usabilidad [cuánto tiempo dedicamos a ver o a hacer algo], pero se tiene poco en cuenta el porcentaje de tiempo libre del que dispone la audiencia que queremos y qué valor da esta audiencia a su tiempo libre.)

Llevamos años hablando del algoritmo de las SVOD, del conocimiento de la audiencia mediante el big data, de los informes sobre la usabilidad y de las nuevas tendencias en los contenidos televisivos vinculados a las múltiples pantallas. Son indicadores, todos, esenciales para entender las tendencias de la televisión actual, pero a veces nos olvidamos de un factor clásico: el tiempo.

Y con “tiempo” me refiero a cómo lo administramos los ciudadanos y cómo lo invertimos en nuestro consumo e interacción con los contenidos audiovisuales. Muchos de los proyectos innovadores de la esfera televisiva (documentales interactivos, narrativas transmedia y crossmedia o videojuegos relacionados con el contenido televisivo) fallan en no pensar si el espectador-usuario tiene tiempo suficiente para dedicarse a interactuar con estas propuestas.

Y es que el tiempo es un indicador complejo que depende de muchos factores sociales (renta, ocupación, estructura familiar, urbanismo, etc.). En el sector cultural, especialmente el de los espectáculos en vivo, está creciendo una preocupación respecto al concepto del tiempo, e incluso se están planteando cambios en sus formatos: reducción de la duración de los espectáculos, cambio de horario de sus programaciones e incluso variar la oferta de contenidos mediante maratones o festivales.

En la televisión pasa algo parecido. A pesar que los servicios a la carta nos permiten darnos atracones de contenidos cuando nos apetezca, hay quien ya se atreve a decir que el usuario de televisión bajo demanda no tiene suficiente tiempo para consumir lo que se le ofrece. Los fines de semana no dan para tanto, y las series de ficción podrían plantearse temporadas más cortas e incluso minutajes más reducidos, e incluso parece emerger una cierta predilección entre los espectadores/usuarios por los contenidos no seriados.

Es cierto que tenemos más tiempo en nuestros desplazamientos para consumir televisión (y que el mundo de las series esta en su época dorada), pero incluso así no es suficiente para tener una experiencia completa con la cantidad de contenido que tenemos a nuestra disposición y otros múltiples inputs de interés que están a nuestro alrededor. Sin obviar que plataformas como YouTube, Vimeo o Facebook son también culpables de acostumbrarnos a contenidos de tiempo reducido.

Además, existe otro factor relacionado con el tiempo que va más allá de tenerlo o no: se trata del dinero. Tal y como evoluciona la sociedad (con notables excepciones), quien tiene tiempo no tiene dinero, y quien tiene dinero no tiene tiempo.

Seguramente estas variables afectan muy poco aquellos contenidos audiovisuales que tienen un modelo económico basado en lo gratuito, pero tienen más importancia en los modelos basados en la subscripción o la explotación comercial en un target con poder adquisitivo.

La cuestión es: ¿en los procesos de gestación de un proyecto televisivo (innovador o no) pensamos si la gente invertirá su tiempo en ver o interactuar con aquello que les proponemos?

Se han llevado a cabo estudios universitarios sobre el tiempo en las narrativas clásicas y modernas. Por ejemplo, Carles Sora publicó recientemente su tesis doctoral sobre “Temporalidades digitales: análisis del tiempo en los nuevos medios, el arte digital y las narraciones interactivas”, en la que el factor tiempo en la narración digital también se analiza desde la percepción del usuario.

Todos estos estudios académicos son muy interesantes, pero tendríamos que pensar en bajar este concepto a nuestro quehacer cotidiano: como generadores de contenidos audiovisuales, nos tendremos que plantear si el proyecto que estamos vendiendo encaja con el tiempo disponible de nuestros futuros espectadores-usuarios y porqué.

No es descartable pensar que, en un futuro, en los dosieres de formato de proyectos que presentemos exista un apartado llamado “tiempo”, en el que contemos las virtudes de nuestro proyecto para encajar con el porcentaje y calidad del tiempo libre de nuestro target.

Y si no, al tiempo.

 

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Imagen: Imagen promocional del programa Money Time