• Quiero iniciar este texto con una reflexión que sirva de contexto para lo que, en realidad, es el núcleo del artículo: un nuevo caso de innovación y de como la tecnología bien aplicada puede ayudarnos a sentar las bases de un futuro más igualitario.
    Y es que contextualizar siempre es necesario, por un problema de distancia, bien sea para aquellos casos de obras creadas en otro tiempo, para poder comprender la visión del público de la época (“zoom in”), bien en la nuestra, por lograr cierta distancia que nos ayude ver las costuras del tejido en el que se produce ese trabajo (“zoom out”). Si en ambos casos me parece útil, tal vez lo sea más en el segundo dado que, por una cuestión de proximidad, creemos saber lo que ocurre y podemos olvidar con mayor facilidad que “no existe vida aislada de un entorno”.

SIGNOS DE NUESTRO TIEMPO (I): SEXO Y GÉNERO
Vivimos tiempos convulsos de cambio y tensión social. Puede que en momentos de bonanza económica generalizada exista una tendencia (una tendencia, no digo una obligación), a disfrutar de los bienes materiales que brindan una vida más relajada, y que en esas circunstancias se extienda una cierta narcolepsia ideológica (en sí misma una ideología) que lo cubra todo, incluidas aquellas voces disonantes con el discurso oficial. Pero, como digo, no es el caso.
De las muchas heridas abiertas, puede que la más relevante sea la de género: la lucha de las mujeres (inclúyase toda persona que sea sienta mujer) por alcanzar una igualdad real frente a una sociedad patriarcal que durante siglos las ha explotado, acallado y ninguneado sin intención alguna de reconocer esa justicia ni ponerle remedio. Bajo la perspectiva del que escribe, podrían sustituir patriarcal por capitalista, pero creo que así muchos lectores no perderán foco ni abriré otra línea de discusión que, aquí y ahora, no corresponde. Lo mismo es aplicable a la acotación sobre la definición de mujer: la batalla entre la definición del término, sea desde el género o el sexo no resulta tema banal y ya han corrido ríos de tinta al respecto. Y si no que se lo pregunten al colectivo trans, tan vilipendiado. Todo ello enunciado sin salirnos de los esquemas limitados de una visión del mundo europeocentrista. (Incluyo un simple ejemplo ajeno a esta visión del mundo para abrir y ampliar debate).
Para aquel que quiera profundizar en estos conceptos puede empezar por la lectura de Judit Butler, aunque el tema fácilmente puede derivar a cuestiones semánticas y filosóficas, tanto sobre género como sobre sujeto, individuo o identidad. De nuevo nos alejaríamos en exceso del eje de este texto, aunque sin duda se encuentran conectadas a él y mantienen relaciones subterráneas relevantes, de ahí que las cito.

SIGNOS DE NUESTRO TIEMPO (II): POPULISMO Y BUENISMO
Enlazando con lo anteriormente dicho y conectándolo con el siguiente punto, tenemos como ejemplo claro la campaña del #MeToo y el juicio al otrora todopoderoso productor Harvey Weinstein.
El tema de la lucha de género genera tantas aristas que resulta una tarea imposible hablar de él sin resultar sangrante o sufrir heridas. Las dudas y preguntas que nos asaltan pueden llevarnos a la parálisis. ¿Como hombre, tengo autoridad para opinar sobre el tema? ¿Me permite mi condición tener una perspectiva suficiente como para saber de qué estamos hablando? … El cúmulo de cuestiones llenaría páginas y, por supuesto, siempre habría voces contrarias sobre cualquier decisión que tomara, fuera la que fuese.
Entonces… ¿estoy condenado al silencio, o eso tampoco es una opción, pues desde mi falta de posicionamiento apoyo la perpetuación del sistema actual?

Creo que eso me lleva a incluir en la ecuación del contexto tres conceptos que se entrecruzan, anulan o refuerzan según algún algoritmo desconocido. Me refiero al populismo, el buenismo y lo políticamente correcto.
Cuando las pasiones se apoderan de la política (y no olvidemos que somos seres políticos), los discursos se tornan panfletarios y los populismos, a base de utilizar un inflamado lenguaje hipnótico, derivan hacia posiciones poco saludables, arrastrando a individuos convertidos en masa a creer que toman decisiones razonadas y beneficiosas para la comunidad y para ellos mismos. (Sobre todo, para ellos mismos, pues el discurso populista siempre tiene algo del “primero yo, luego yo y después yo”. ¿Les suena?)
Si el populismo ondea la bandera del binomio “yo /otro”, el buenismo hace lo propio desde una posición aparentemente diferente, pero igualmente perniciosa. Aquel que adopta esta actitud, se auto-asigna una autoridad y posición elevada que le permite lanzar un discurso paternalista (patriarcal, en realidad) sobre aquella población que considera “menos capacitada”. El buenismo, inevitablemente, siempre tiene una actitud condescendiente y surge de un sentimiento egoísta de “saberse y sentirse bueno”. Si lo analizan, no tiene nada que ver con el altruismo o la empatía, más bien todo lo contrario.
Por último (y en concordancia con lo comentado), lo políticamente correcto supone un policía interior (eso que en psicología se llama introyección). En otras palabras, un censor mojigato que nos coarta y nos limita, reduciendo nuestra visión del mundo a valores que fácilmente derivarán en esos populismos y buenismos que tanto daño están causando.
La pregunta es: ¿Qué hago con todo esto? Pues aplico el principio del design thinking de iterar y paso a la acción. No hay solución única ni perfecta, y la corrección sobre modelos probados me permite mejorar lo que hago. Llámenlo innovación si les resulta más fácil.

INNOVACIÓN Y OPORTUNIDAD
Y, por fin, vamos a lo que vamos. Una vez enunciado el contexto en el que enmarco la noticia, retomo lo que anticipé en mi anterior colaboración en este blog. Como quedó dicho, en el horizonte temporal aparecía una nueva intervención de Garage Stories, esta vez en alianza con Hospitalet de Llobregat; una ciudad con identidad propia, tan cerca y tan lejos de Barcelona que a veces se las confunde y fusiona.
Siguiendo la metodología creada por Marta Ordeig (alma mater de Garage Stories) y acompañada por un grupo de expertos reunidos ad hoc, el taller se llevó a cabo durante un fin de semana en las instalaciones del CIFO.
Los grupos participantes (también agrupados para la ocasión), tomaron seis retos planteados desde la ciudadanía y vehiculados por Sandra Ruíz, Directora de Proyectos de Innovación Social.
¿El resultado del taller? Un puñado de proyectos que se postulan como respuesta a los retos planteados, cuestiones de ámbito local que, a menudo, encuentran resonancia en otros muchos lugares. No olvidemos que vivimos en tiempos de globalización.
El pitch de los proyectos se llevó a cabo algo después, en el marco del Smart City Expo. El ayuntamiento se había comprometido a apoyar al ganador. Cosas de la innovación, la agudeza en la mirada y la oportunidad, no sólo ese proyecto verá la luz. La “conselleria” de medio ambiente ha adoptado otro de los proyectos presentados (uno directamente relacionado con el reciclaje y la concienciación ciudadana).
No puedo negar que me embarga la alegría por haber formado parte de todo esto y haber podido aportar mi granito de arena. Como demuestran los hechos: otro mundo es posible.
¿Y qué hay de la propuesta escogida? Como habrán imaginado, se trata de un proyecto relacionado con el empoderamiento femenino. Con ustedes, “Laiapp”.
(Aquí el enlace a uno de los artículos que la prensa publicó recogiendo la noticia.)

LAIA EN LAS CIUDADES
Laia (Eulalia, en catalán), es la patrona de la ciudad que nos acogió. Ella da su nombre a un proyecto sencillo (y por ello doblemente eficaz).
Laiapp (un «naming» perfecto que se auto-explica si más esfuerzo) es una aplicación móvil que te permite conocer a mujeres de tu entorno próximo a través de una experiencia de realidad aumentada en lugares públicos.
Con la inestimable ayuda de Moisés de Abreu (VR/AR Developer) y Carles Ribot (Volumetric Video), con Carolina Gaona liderando el proyecto, aquel que lo desee puede ver los testimonios en primera persona de mujeres inspiradoras. Mujeres con las que te puedes cruzar en la calle, el mercado, una plaza pública… porque son conciudadanas de l’Hospitalet. Porque no hace falta acudir a ilustres del pasado y de renombre mundial (Marie Curie sería el caso más obvio) para entender qué es empoderamiento y para hallar inspiración y fuerza para aplicarlo. De hecho, es mejor no idealizar figuras que nos pueden quedar lejos en el tiempo y en nuestra realidad inmediata. No hace falta ser científica o aventurera para luchar por la visibilidad que durante siglos se le ha negado: toda mujer ser merece esa visibilidad por defecto.
El proyecto distribuye diez figuras distintas en otros tantos lugares de la ciudad, y prevé ir renovando los testimonios periódicamente, con la idea de generar tanto continuidad como cotidianeidad.
De nuevo me permito la auto-cita con la voluntad de generar densidad en el tejido textual de estas reflexiones en la red, y recordar que si en el anterior post hacía mención a “Alicia en las ciudades”, con intención similar esta “Laia en las ciudades” permitirá elaborar un relato de realidad presente y futura que ayude a construir una sociedad más igualitaria. Porque, otra de las ventajas del proyecto, es que es exportable a distintas ciudades, donde las “Laias” locales se encargarán de innovar la visión del entorno inmediato, especialmente la de lxs más jovenes.

Fotografías:

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